Una de las principales impulsoras a la zona de Lleida de la agricultura ecológica en 80 es Hace falta Valls, la compañía que importó de Francia un tipo de cultivo casi desconocido al mercado español. La empresa, situada en Vilanova de Bellpuig (Pla d'Urgell), inició su actividad el 1978 de la mano de Manuel Valls y Felip con la producción de hortalizas frescas y que con el tiempo ha virat hacia la producción de conservas, la base de negocio de una pequeña empresa que ya exporta su marca por todo Europa.
A pesar de que Valls todavía se encuentra al frente del negocio, sus tres hijos ya han hecho el salto a la dirección con él. De aquí que se pueda considerar una empresa de segunda generación, o de tercera, según matiza uno de los hijos, Daniel Valls: "La influencia viene de mi abuelo, que de joven estuvo muy mal de salud y consiguió recuperarse cuando conoció un nuevo corriendo conocido como naturisme que llegaba a Barcelona en la época de posguerra".
En aquel tiempo podía parecer una idea estrambòtica, pero que arraigó en el entorno familiar y trajo su hijo a dedicarse al cultivo de frutas y verduras ecológicas siguiendo el método francés. "La familia no era labradora, no sabía como se tenía que hacer. Todo va coincidir con la entrada de los fitosanitarios y con el aumento de plagas. Mi padre vio que aquello no era lógico y apostó por un tipo de agricultura más sostenible", relata Valls.
En agosto, cuando producción había, era cuando Barcelona, principal mercado, no tenía consumidores
La idea inicial era proveer la zona de fruta, pero al tratarse de un cultivo complicado, optó por las hortalizas. Ahora bien, esto tampoco era una tarea fácil, apunta el copropietario de Hace falta Valls, que señala que el desconocimiento sobre este nuevo mercado y las condiciones meteorológicas de frío durante el invierno dificultaban una producción constante durante el año. "A esto sumó que básicamente donde más se vende está en Barcelona y que en agosto, cuando más producto tenemos, la gente marcha", añade. De aquí se hizo el salto de las hortalizas frescas a las conservas y los zumos, los productos estrella de la marca en nuestros días.
Rentabilizar la estructura logística
Todas las conservas de hortalizas están hechos con materia primera que ellos mismos cultivan a la finca y envasan en la fábrica de Vilanova de Bellpuig. Pero las que traen frutas, como las mermeladas y los zumos, o legumbres, cuentan con ingredientes comprados a productores de todo España.
Hace falta Valls construyó una red de distribución fuerte para ampliar el negocio y proveer los comercios de productos otras marcas
Distribuyen toda su gama a través de la red logística construida poco a poco desde la apertura del negocio, cuando instalaron un almacén en Barcelona para poder alcanzar los clientes de la capital. "Cómo que a los 80 era un mercado pequeño, vam crear una red de distribución muy organizada para traer nosotros mismos el producto a las tiendas de la zona metropolitana", argumenta Valls. Una estrategia que posteriormente supieron potenciar incluyendo la comercialización de productos otras marcas que no tenían presencia en España. Una decisión que, según el copropietario, los ha ayudado a "rentabilizar la estructura y a permitir a sus clientes tener una gama de productos más amplia comprando a un solo proveedor".
Así es cómo han llegado a tener un total de 175 referencias propias de productos frescos y envasados, y 590 otras empresas. Todas ellas, distribuidas entre cerca de 1.600 establecimientos.
La calidad y tradición del producto catalán
Cataluña es el mercado principal para Hace falta Valls con un 54% de sus 11,2 millones de euros de facturación, seguido de España con un 30%. La exportación representa el 16% de los ingresos, con Francia como principal destino de los productos de marca propia. Y triunfamos, sobre todo, las salsas de tomate, los zumos de cítricos, el codonyat y las olivas, es decir, "los productos tradicionales del Mediterráneo que al centro y norte de Europa no hacen", explica.
Valls reconoce, y celebra, que el mercado ha ido a la alza en los últimos años y que esto los ha dado un impulso. Aun así, asegura que la compañía mantiene su filosofía de ofrecer "un producto ecológico de calidad, cotidiano y a buen precio, no un producto gurmet o extraño que intente sumarse a la moda".
"Queremos vender un producto que tenga unos valores, que haya personas en el proceso y una cierta tradición"
Son también tres requisitos que siguen a la hora de sacar una nueva formulación al mercado o de distribuir el producto de una marca externa. "Siempre queremos saber quién hay detrás y tener un vínculo cercano", afirma, "no queremos vender cualquier cosa, queremos vender un producto que tenga unos valores, que haya personas en el proceso y una cierta tradición". Un equipo sólido y comprometido como el de Hace falta Valls, formado por 65 personas que trabajan en la finca, la fábrica, las oficinas y la red de distribución.