"Hoy en día una empresa biotecnológica se puede montar en un garaje"

Marc Martinell es el CEO de Minoryx Therapeutics, una compañía pionera en la investigación de fármacos para combatir las enfermedades raras

Desde un pequeño despacho de Mataró , se puede liderar una empresa biotecnológica pionera, con ramificaciones en todo el planeta. "Me lo preguntan a menudo cuando nos visitan: vosotros os dedicáis a hacer fármacos? Desde aquí?", relata Marc Martinell, CEO de Minoryx Therapeutics, desde uno de los módulos del parque científico y empresarial TecnoCampus. Viste polo y pantalones de algodón. "Hasta hace poco todavía traía la bata blanca, pero ya me lo he sacado", explica. No le hace falta para liderar esta joven firma, creada en 2011 por él y dos científicos más con una sólida experiencia en el ámbito de la investigación y de la industria biomédica. El objetivo: desarrollar tratamientos para las "enfermedades raras".

"Hoy en día, se puede montar una empresa biotecnológica en un garaje", asegura Martinell. Las reminiscencias del nacimiento de Microsoft y otras firmas de informática míticas durante la década de los 70 son válidas actualmente para las empresas que investigan y desarrollan productos en campos como las ciencias de la salud. Minoryx no necesita más estructura que la del pequeño despacho mataroní para poder trabajar con laboratorios y grupos académicos de Barcelona, Madrid, Italia, Alemania, Japón y el India. "Gran parte de nuestro trabajo la hacemos a través de una red de colaboraciones y subcontrataciones", destaca Martinell. El ámbito de actuación de Minoryx es tan especializado y concreto que no los queda ninguno otro remedio que explorar hasta el último rincón de mundo para encontrar los expertos que los puedan ayudar en su misión.

Vocación y negocio
De entre las 6.000 y 7.000 enfermedades raras que se calcula que existen, Minoryx se centra al encontrar fármacos para un tipo concreto: las metabólicas de origen genético que afectan el sistema neurológico. Son enfermedades actualmente incurables e inciden especialmente la población pediátrica. La mitad de los pacientes mueren antes de llegar a la edad adulta. Martinell destaca que existe una "vocación personal" entre los miembros de Minoryx para trabajar en este campo. "Si sólo pensáramos en el negocio seguramente nos centraríamos en otra cosa". Pero vocación y negocio se tienen que alinear si se quiere encontrar inversores para convertir el proyecto en una realidad.

El campo de las enfermedades raras ha demostrado ser fructífero en este sentido. En tan sólo dos años el equipo de Minoryx ha pasado de tres a nueve personas, y suman una veintena si se cuentan los colaboradores en todo el mundo. Salieron muy muy parados de su primera ronda de financiación : consiguieron 1,5 millones de euros, el doble del qué habían pronosticado, provenientes de los fondos de inversión Caja Capital Riesgo e Inveready. Este 2013, además, ha ganado los Premios EmprenedorXXI en Cataluña, que otorga La Caixa.

Cambio de paradigma
La estrategia de negocio de Minoryx se basa al centrar todos los esfuerzos en aquellas enfermedades que sean muy graves y que todavía no tengan ningún fármaco ni tratamiento, para ofrecer un producto innovador y que sea el máximo de curatiu posible. A pesar de que desarrollar estos tratamientos es caro, Minoryx ha atraído inversores porque los costes no son tan elevados como los de la investigación de enfermedades mucho más extendidas como la diabetes o el alzheimer. "Ofrecemos una rentabilidad bastante razonable a partir de inversiones más asumibles, puesto que el coste de la fase clínica es más bajo que en otros casos porque se realiza con muchos menos pacientes", explica el CEO de la empresa.

A esto se suma el hecho que las enfermedades raras generan cada vez más interés, gracias a diferentes proyectos y campañas internacionales de sensibilización que las han hecho más visibles. También ayuda el boom de la medicina personalizada, una corriente que entiende que no se tiene que tratar la enfermedad, sino el individuo particular que la sufre. En este sentido, la industria farmacéutica también está cambiando de paradigma. "Ahora ya no buscan el blockbuster, el fármaco que sirve por todo el mundo, sino productos para un target más concreto y eficaces al 100%", resuelve Martinell.

Ciencia y empresa
Minoryx avanza viento en popa en su investigación. Están a punto de presentar una nueva patente y han despertado el interés de empresas farmacéuticas y biomédicas. Pero no es un camino fácil. "Encontrar capital es complicado, pero el más difícil sin duda es la parte científica", asegura Martinell. Lo es por impredecible. "Puedes contar con los mejores científicos del mundo, con una montaña de dinero y con un horizonte de negocio clarísimo, y quedarte estancado", resuelve. En ciencia las cosas nunca salen a la primera, hay hipótesis que se demuestran erróneas y pequeños escollos que se convierten en montañas. "La clave está al distinguir cuando se tiene que perseverar y cuando echar atrás", añade.

El trabajo al laboratorio tiene que estar directamente vinculado a la estrategia global de negocio, al estudio de mercado, a la disponibilidad siempre limitada de recursos y a las exigencias del inversor. Congeniar el ritmo científico y el empresarial es complejo, pero vital. "Si no demuestramos al inversor que el producto terapéutico se puede convertir en una oportunidad comercial, estamos perdidos, hay que definir el proyecto desde ambas perspectivas", recalca Martinell. Según cálculos de Caja Capital Riesgo, el volumen de mercado global de las enfermedades raras podría generar unas ventas anuales de más de 250 millones de dólares. Empresas como Minoryx confían en estas previsiones porque grandes empresas del sector licencien sus patentes y las saquen al mercado.

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