Josep Almendro, del campo a la tienda

El fundador Casa Almendro ha recibido el premio Joven Empresario 2013 del AIJEC

La trayectoria de Josep Almendro es un viaje de ida y retorno. Última generación de una alcurnia de labradores del siglo XIX, se crió entre el hortet familiar y la parada del mercado de Vilafranca donde su padre vendía las frutas y verduras que cultivaba. Después de un paso por la multinacional Alcoa, el 2001 se reúne con su hermano para hacer realidad su sueño de vender productos propios. "Todos los niños pensaban al ser futbolista o astronauta, pero yo quería vender producto vivo; los olores y los gustos que transmite la rama de una tomatera son incomparables", recuerda Almendro. Doce años después, su sueño factura 58 millones de euros al año, cuenta con una septuagésima de tiendas y le ha valido el premio Joven Empresario 2013 del AIJEC.

Casa Almendro es hoy un referente del comercio ecológico en Cataluña gracias a una máxima sencilla: del campo a la tienda. "Tenemos terrenos propios y otros arrendados en los que aportamos las semillas y las plantas; esto nos permite prescindir de los intermediarios y tener el control sobre la producción". Esta filosofía y el crecimiento constante de la empresa los permite reducir precios, a pesar de que Almendro reconoce que los productos ecológicos todavía son caros.

Dignificar el sector
Almendro recuerda las dificultades que encontró a la hora de encontrar trabajadores cuando puso en marcha su proyecto por la imagen negativa de las fruiteries. "Era un sector sin glamour ni prestigio, por lo cual una de nuestras obsesiones era dignificar el trabajo", explica. Para hacerlo, optaron por una línea estética cuidada y por un eslogan que refleja su filosofía: "Queremos ser tu masía del siglo XXI". 


Para conseguirlo, la empresa ha optado por los mismos principios que rigen una parada de mercado: proximidad, inmediatez y, sobre todo, sabor. "El que veníamos a la parada del padre era el mismo que comíamos en casa y queremos mantener esta máxima". 


Control de calidad
Almendro reconoce las dificultades de mantener esta filosofía a medida que la empresa fue creciente –"pasamos de una cosecha semanal a abrir tiendas cada día donde el producto tenía que ser fresco"-, y describe como la situación los obligó a escoger entre optar para perder coherencia y optar por intermediarios para facilitar el trabajo, o seguir siendo estrictos con estos principios. "Y puesto que lo hacíamos, preferimos hacerlo bien", explica.

La exigencia llega en su punto de crear certificados de calidad que aseguren la calidad de sus productos. "Además de los controles estatales, que son exiguos, auditamos toda nuestra producción para asegurar que trabajamos con productos ecológicos y sin residuos con el fin de crear la marca Agricultura Responsable", explica. El objetivo último lo explica el propio Almendro: "que nuestros clientes nos tengan la máxima confianza como para alimentar sus hijos".

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