La farmacia que siempre tenía la puerta abierta

La Farmacia Aragonés, encabezada por la tercera generación y situada ante la Paeria, es el establecimiento más antiguo de Lleida dedicado a la venta de medicamentos

Desde el siglo XIX, siempre ha existido como espacio relacionado con la medicina y la preparación de medicamentos. Ubicada ante el edificio de La Paeria (Ayuntamiento de Lleida), la Farmacia Aragonés ha vivido "las manifestaciones, los cambios de alcaldes y el ambiente de la Fiesta Mayor". Así lo señala Ramon Aragonés, propietario del establecimiento, que forma parte de la tercera generación del negocio familiar que ya, desde la Edad Media, está documentado como una apoteca.

Aragonés explica que hace 30 años cuando le tocaba hacer guardias por la noche, "la puerta de la farmacia estaba siempre abierta y la gente charlaba en los bancos de la plaza o dormía si no tenía otro lugar donde hacerlo". Ahora, tres décadas después, esta situación ha cambiado. "Ha desaparecido el ambiente de barrio, no hay vecinos y aunque estemos en el centro de la ciudad, nos encontramos en una zona comercial diurna sin vida nocturna".

Una alcurnia de farmacéuticos
La familia Aragonés siempre ha sido vinculada al sector de la medicina y de la farmacia. Ramon comenta que "mi abuelo ya era médico, mi padre farmacéutico y mi hija ha estudiado Farmacia". De momento, la alcurnia parece garantizada. Además, la tradición de la tienda se remonta mucho más allá. "Los historiadores recogen que en el siglo XIX la tienda la gestionaba el padre del prestigioso médico Josep Trueta". Como símbolo de que el establecimiento se ha ido adaptando a los tiempos, Aragonés recuerda que la última reforma "la realizamos el 2001.

Al estar situada en la calle Mayor, la Farmacia Aragonés ha acontecido un testigo del cambio de modelo del tejido comercial leridano. "El comercio ahora resulta monótono, se han instalado las franquicias y hemos perdido diversidad. Además, las tiendas pequeñas y especializadas han desaparecido", lamenta Aragonés. Incluso, advierte que los grandes establecimientos han pedido a los propietarios rebajas de entre el 20 y el 30% en el precio del alquiler, para poder sobrevivir.

El asesor de la gente del pueblo
A pesar de este cambio de escenario que ha hecho perder la identidad original de la calle Mayor, Ramon Aragonés admite que todavía recibe la visita de clientes habituales que "me preguntan y piden que los asesore sobre que se tienen que tomar". El farmacéutico continúa siendo el profesional sanitario más accesible por el ciudadano: "Antes lo éramos todavía más, puesto que la gente del pueblo vendía a comprar comer, ropa o medicamentos, mientras que hoy en día estamos a un lugar de paso".

El propietario del establecimiento comenta las dificultades que sufren las farmacias como consecuencia de los impagos de la Administración. "Lo confiamos todo a la venta libre de medicamentos y aún así, la facturación nos ha bajado un 30% en los últimos cinco años". El golpe, según asegura, lo recibieron cuando la Seguridad Social dejó de financiar los medicamentos tradicionales que compraba la gente.

Aragonés ve el futuro con una cierta incertidumbre porque considera que "el comercio en Lleida todavía se encuentra estancado". De todos modos, mantiene la esperanza mientras no se instale una gran superficie comercial en la capital del Segrià. "La ciudad no tiene los habitantes suficientes para sostener este modelo. Si apareciera un centro comercial, estoy seguro que no sería compatible con el tejido actual".

Hasta que se resuelva este debate, la Farmacia Aragonés continuará siendo el lugar por excelencia de Lleida para comprar medicamentos. A pesar de que ahora por la noche no tiene sus puertas abiertas como hace tres décadas, al azulejo siempre estará lo Ramon Aragonés despachando y asesorando a clientes que entran, "puesto que somos un lugar de paso entre Zaragoza, Barcelona y Andorra".
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