
Miquel Escalé era un agricultor de Les Garrigues que se dedicaba a la elaboración de aceite gracias a un pequeño molino en los años 30 del siglo pasado. Casi un siglo después, lo que comenzó como un pequeño negocio local se ha convertido en una empresa internacional que exporta el 93% de su producción a más de 140 países y está presente en eventos y restaurantes de alta gama en todo el mundo. Todo ello manteniendo la identidad y los orígenes.
“Somos un lujo accesible”, resume Eduard Pons, cuarta generación y actual CEO del Grup Pons, que se ha convertido en un referente mundial del aceite de oliva de alta calidad. En sus fincas de L'Albagés (Lleida) tienen medio millón de olivos y producen anualmente 500 toneladas de aceite cada año.
De un pequeño molino a una marca global
Los orígenes del Grup Pons se remontan al bisabuelo de Eduard, un agricultor de Les Garrigues que elaboraba aceite con un pequeño molino y lo vendía localmente. Con el tiempo, la empresa creció en volumen y ambición y con la internacionalización como pilar fundamental. “Mi abuelo tenía interés en pasar a otro nivel”, explica Eduard. Y miró hacia el exterior, concretamente a la Toscana, donde el aceite de arbequina que elaboraban en su finca de Albagés eran muy apreciados. Llega un momento en que casi todo el aceite de Pons se vende en Italia.
“Durante muchos años, el mercado nacional no ha apreciado los buenos aceites ni se han querido pagar, siempre ha habido más interés en la calidad a escala internacional”, destaca Pons. En las primeras seis décadas de vida, la empresa leridana vendía su aceite para otras marcas y su nombre quedaba oculto.
La transformación de Pons
A finales de los 90, con la llegada de Eduard Pons, la empresa emprendió un cambio estratégico radical: dejar de vender a granel y apostar por marcas propias: “No entendía que nosotros produjéramos un aceite de ultra calidad y que fueran otros países los que obtuvieran el valor añadido”. El mercado italiano tampoco quería pagar ya altos precios y esta fue la vía escogida para seguir creciendo: “Estábamos al final de un ciclo”.
Desde entonces, Pons ha vivido 30 años de expansión y reconocimiento internacional vendiendo bajo su propia marca. Hoy en día, casi no vende aceite a granel y se ha posicionado como un productor de referencia en el segmento premium. Y siempre más allá de nuestras fronteras: “En Pons tenemos una cultura internacional desde siempre”, insiste Eduard. Prueba de ello es que el 93% de sus ventas son en el exterior, a pesar de reconocer que el mercado nacional valora cada vez más el producto de calidad.
La clave del éxito de Pons
El modelo de Pons se basa en un control absoluto del proceso: desde sus propias fincas y agricultores hasta la elaboración en molinos propios, embotellado en sus plantas y distribución desde sus propias filiales. Esta trazabilidad total garantiza una “calidad excepcional” y una conexión directa con el consumidor final, sin intermediarios. “Nuestro producto siempre pasa por nuestras manos”, resume Eduard.
Todo ello, con gran amor y respeto por el territorio y la tierra. “Cuidamos cada cultivo con respeto por la ecología, fomentando la biodiversidad y aplicando prácticas sostenibles que protegen el equilibrio natural”, reitera. Así consiguen un aceite único y de alta calidad. Solamente en los últimos meses han recibido reconocimientos internacionales en certámenes de primer nivel como el Monocultivar Olive Oil Top 2025 o el Dubai Olive Oil Competition.
De L’Albagés a los paladares más exigentes del mundo
Este amor y cuidado por el producto ha llevado los aceites de Pons a las mesas y las cocinas más exigentes de 140 países de todo el mundo. Con una producción propia de 500 toneladas anuales y un plan de expansión que prevé alcanzar el millón de olivos, el Grupo Pons distribuye aceite en mercados como Estados Unidos, donde tiene una filial desde 1997, el Reino Unido, Australia, Brasil o México. Su aceite también está presente en hoteles y restaurantes de lujo, caterings internacionales y eventos deportivos como el Grand Slam de Australia o el Gran Premio de Fórmula 1.
“Llevamos la esencia de nuestra tierra y la excelencia de nuestros productos a cada rincón del mundo”, celebran.
Sacar provecho de la desgracia
En 2001 una gran helada acabó con 10.000 olivos centenarios de Pons. Entonces, la empresa decidió impulsar un proyecto de investigación y plantaron 300 variedades de olivos de todo el mundo en un jardín varietal para estudiar su adaptación al territorio. De aquí han surgido variedades como la lecciana o la arbosana, que se añaden a las más tradicionales que hace décadas que cultivan, como la arbequina. Una diversidad que les aporta un gran valor añadido en el mercado.
No fue el único proyecto surgido de aquella helada. Después de perder 10.000 olivos, la empresa decidió plantar 50 hectáreas de viña para elaborar su propio vino bajo la marca Clos Pons: “Respondimos a la demanda internacional que teníamos”. La gran mayoría también es para la exportación y elaboran 700.000 botellas cada año, con la misma filosofía de controlar todo el proceso, de la viña a la bodega.
Una historia de éxito arraigada a la tierra
El amor por la tierra y por el legado familiar y tradicional de la empresa, la innovación ha marcado también la trayectoria de Pons. La última prueba fue en 2023, cuando inauguró un molino de última generación con biotecnología avanzada. Una mejora constante y obligada para mantenerse como referentes del aceite.
Con todo, el Grupo Pons es el ejemplo de empresa familiar catalana que ha crecido durante décadas gracias a su visión internacional, pero siempre con el territorio en el ADN. Desde los olivos de Les Garrigues hasta las mesas más selectas del mundo, el aceite de Pons es mucho más que un producto y se erige como un pedazo de la tierra. “Una familia que ha hecho del cultivo y la elaboración de aceites de oliva un arte transmitido de generación en generación”, reivindican.