Dicen que siempre debe hacerse cola para ir a la Costa Daurada, sobre todo si es de abril a noviembre porque es la temporada alta de PortAventura, el corazón del negocio turístico que ha transformado radicalmente la zona costera. Un adiós al "turismo de sol y playa" que se inició en 1995, cuando la Generalitat tenía un objetivo ambicioso: realizar un gran parque temático en Catalunya. Y, parece que no le ha ido mal, con cifras récord gracias a una facturación de 277 millones de euros y un beneficio de 31 millones. Una historia que empezó con "las calabazas de Disney" cuando escogió a Francia para construir Disneyland y rechazó el litoral catalán. Ahora bien, un plan 'B' -algunos dicen improvisado y otros planificado- salió adelante y, y con el inicio de este otoño la sorpresa: estudian la venta de PortAventura por 1.000 millones de euros.
En estos momentos el sector hotelero de la Costa Daurada se muestra eufórico con la recuperación del turismo después de años complicados debido a la pandemia de la covid-19 y la ocupación hotelera de ciudades como Salou rozó el 100% este agosto. Y es que Salou es la tercera ciudad catalana por número de turistas, por detrás sólo de Barcelona y Lloret de Mar. Pero la ciudad de la Costa Daurada "no vende solo sol y playa" y ha contado con numerosas sorpresas este verano: desde el esplendor del turismo irlandés, que vienen en masa gracias a una buena conectividad aérea y que les encanta el estilo mediterráneo, hasta turistas locales, nacionales e internacionales enamorados de la actividad y la adrenalina de un parque ubicado a pocos kilómetros.
"Muchos turistas conocen la zona a través de PortAventura y muchos de ellos repiten gracias a las novedades que presentó cada año el parque", detalla en VIA Empresa Alejandro Giménez, director de Playa Montroig Camping Resort, galardonado como el mejor camping de España. Los visitantes vienen en avión a Barcelona -que queda a tan solo una hora en coche- o en Reus y se trata de un turismo familiar que destina entre uno y dos días a visitar el complejo. Ahora bien, para Giménez más que la inauguración del parque, notaron el gran cambio con la inauguración de Ferrari Land en 2017, que comportó una inversión de 100 millones y se convirtió en único en el mundo, después de Abu Dhabi. Sin embargo, para comprender el presente hay que echar un vistazo al pasado.
1995: comienza la transformación definitiva de la Costa Daurada
Hay pocas estadísticas sobre los movimientos del turismo interno en los años setenta, pero se tiene constancia de que la Costa Daurada era ya uno de los destinos preferidos de los españoles a la hora de tener una segunda residencia en verano. En el exterior, como apunta el periodista Ramon Aymerich en el libro La fábrica de turistas, Salou se vendía como "La Playa de Europa" y llenaba las playas de británicos y alemanes, pero también de turistas locales: leridanos, navarros y vascos y, sobre todo aragoneses.
La economía de Tarragona giraba en torno a dos ejes: el turismo y la industria petroquímica, que siempre tuvo claro que la instalación del parque era un riesgo para su futura expansión
Sin embargo, todo cambió el 1 de mayo de 1995, el día en que abrió PortAventura. Desde la Generalitat se habían hecho cargo de las competencias turísticas y se habían encontrado con un expediente difícil de resolver, como "dotar al turismo catalán de nuevos atractivos". Aymerich detalla que se había hablado de tres localizaciones: Torroella de Montgrí, Altafulla y Vila-seca y Salou. Al final se optó por esta última, puesto que "el terreno de la Costa Brava era muy irregular" y no ayudaba. Con una decepción inicial como fueron las "carabazas" de Disney que apostaron por París, tenían claro que los parques temáticos -originarios de Estados Unidos- requerían grandes inversiones de capital, no sólo en la inversión inicial, sino porque las atracciones se deben ir actualizando y renovando para mantener vivo el interés de los clientes. También, no puede obviarse la sincronización de las administraciones para adaptar leyes y replantear las infraestructuras de acceso y de urbanismo local.
El autor Roger Jiménez lo analiza a fondo en Las desventuras de PortAventura y destaca que "fue una historia de obstáculos" porque la economía de Tarragona giraba en torno a dos ejes: el turismo y la industria petroquímica, que siempre tuvo claro que la instalación del parque era un riesgo para su expansión futura. Y es que en los años 90 el turismo "era una fuente de dinero fácil y una vía rápida para la creación de empleo". Por último, una multinacional estadounidense se hizo atrás y la Generalitat encontró un recambio en el accionariado del parque: se llamaba Javier de la Rosa y procedía del sector bancario del tardofranquismo. La Generalitat también pidió que entraran La Caixa, el grupo Pearson y Fecas. Tras muchas discrepancias con Rosa - sobre todo por desviar a otros negocios parte de la precaria tesorería del parque- quien asumió el peso del liderazgo fue La Caixa. En consecuencia, La Caixa, a través de Criteria, llegó a tener el control casi absoluto del accionariado del parque.
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Durante 1992 - año Olímpico en Barcelona- el entonces presidente Jordi Pujol puso la primera piedra y en 1995 se inauguró el parque con 2,7 millones de visitantes. Las expectativas se cumplieron y no ha parado de crecer año tras año, a excepción del período comprendido de la covid-19. Una sacudida del sector en profundidad y con hoteleros de la Costa Brava, Maresme, Barcelona y Andorra que se adentraron en la zona para invertir en la parte inmobiliaria cerca del parque. E incluso algunos empresarios catalanes después de probarlo en la Costa Daurada, se animaron y abrieron complejos hoteleros en el Caribe.
¿La filtración (interesada) de los 1.000 millones?
A principios de septiembre, Cinco Días avanzó en exclusiva que la propiedad de PortAventura estudiaba la venta del parque por 1.000 millones de euros, tras "dos años oscuros de pandemia". De hecho, durante los últimos diez años, KKR e Investindustrial (inversores que entraron hace unos años) habían incrementado las atracciones del parque principal y del parque acuático, habían inaugurado Ferrari Land y habían abierto nuevos hoteles.
PortAventura ha ganado 31 millones de euros y ha facturado 277 millones el 2022
Rápidamente, el parque de atracciones hizo público los resultados, que califican de "números de récord", ganando 31 millones y facturando 277 millones. Un 260% más que en la pandemia. El resort superó los cinco millones de visitas durante el año pasado, frente a los 3,4 millones del 2021, y la ocupación de los hoteles también superó a la del año anterior. Este año esperan alcanzar los 5,3 millones de visitantes. Entre las inversiones destacadas está la construcción de la nueva atracción Uncharted, con un coste de 25 millones y el lanzamiento de una línea de negocio para gestionar hoteles.
¿Cuáles son los motivos de la venta? Cabe destacar que PortAventura contó con una inversión inicial en 1995 de 48.000 pesetas (288,5 millones de euros en el cambio actual). Se ha ampliado con el parque de atracciones, un parque acuático, Ferrari Land, tres campos de golf, un beach club y seis hoteles. Varios analistas apuntan a que uno de los posibles motivos tiene que ver con el rol de los inversores. "Habitualmente los fondos optan por invertir y venderlo al cabo de un tiempo cuando se ha cumplido un ciclo de negocio". Y parece que después de décadas de capital podrían amortizar un crédito de unos 700 millones de euros con el que pagaron la compra de este y conseguir importantes beneficios. Y, después de la “mala racha” de facturación durante la pandemia, por fin han vuelto con buen ritmo.
Soplan vientos de cambio en el motor económico de la Costa Daurada y, si se lleva a cabo la compra millonaria de PortAventura, se abrirán nuevos capítulos para los más de 1.700 trabajadores del parque y empresas indirectas, hoteleros de la zona y habitantes que dependen del complejo. Y, quién sabe, para agrandar aún más, la historia del país que cambió la industria por el turismo.