Simon, el apellido de los interruptores

La compañía catalana celebra su centenario con una nueva colección que incluye la Internet de las Cosas en el material eléctrico

Antes de que estuviéramos enganchados al móvil, seguramente el último que tocábamos antes de ir a dormir eran los productos de Simon. Un apellido que podemos encontrar en buena parte de los interruptores del país gracias a una trayectoria centenaria que ha situado el grupo como un referente de innovación del sector. Con más de 5.500 referencias al mercado, una facturación que supera los 300 millones de euros y 3.800 trabajadores (800 de los cuales están en España), hoy en día el grupo Simon es un hòlding formado por 25 empresas con presencia además de 90 países.

Simon es el único grupo de propiedad familiar del sector que queda en España. La cuarta generación de la familia, pero, a pesar de seguir de cerca el día a día del grupo, no participa en una gestión que desde el 2014 tiene en lo alto en Luis Lopezbarrena. Con más de 20 años a la casa, el actual CEO explica que el origen de la compañía hay que buscarlo el 1916 en Olot. El fundador, Arturo Simón Vibet, era un instalador eléctrico que sufría "la carencia de materiales que provocó la 1a Guerra Mundial". Cómo que no tenía material, "empezó a hacerse, de forma artesana, unos portalàmpades por su uso. hizo varios y un viajante le compró algunos... y volvió".

La rápida aceptación de sus primeras creaciones de material eléctrico permitieron ir ampliando el catálogo de productos que empezó a hacer de Simon uno de los apellidos del sector. "Entra en la porcelana y los interruptores rotativos, hasta que en 50 incorpora unos productos de material de empotrar, los que van de primera instalación en vivienda nueva". Por Lopezbarrena, "este es el momento en que se entra a la primera división". Una liga donde siempre ha querido jugar con una premisa clara: "La calidad es lo más importante".

Hacia Barcelona...
El 1951 Simon trasladó su fábrica principal en Barcelona, en un espacio que ahora es de exposición pero que ha sido activo hasta el 2011. "Un motivo de base para instalar una fábrica en Barcelona es que en Olot carecía mano de obra", evidencia Lopezbarrena. A los años 50, la industria del material eléctrico era mucho más intensiva en mano de obra del que es hoy, y la compra de una pequeña empresa, PME, los ayudó a la implantación. "Esto también abrió la facilidad de comunicación, porque Olot es una zona maravillosa, pero está un poco lejos de la accesibilidad, sobre todo en 50", dice el actual directivo. Estar en Barcelona facilitaba el acceso a los diferentes mercados, pero, aún así, Lopezbarrena insiste que "la fábrica de Olot sigue siendo una de las referentes, de las más grandes y emblemáticas del grupo".

Una muestra de la nueva colección Simon100. Cedida


La expansión había empezado, y en 60 se diversifica el negocio con la compra de una empresa que hacía alumbrado exterior, IEP, a partir de la cual nació esta otra línea, que junto con la del bricolaje, complementan la actividad del material eléctrico.

...y hacia el mundo
Si, actualmente, Simon es un hòlding con 25 empresas es gracias a la internacionalización. "A los 80 se empieza a exportar tímidamente hacia Europa", recuerda su CEO. Enseguida, pero, a Simon se dan cuenta que no será un viaje fácil. "La exportación es difícil porque Europa es un mercado muy maduro y porque vivimos de un material que cambia mucho de un país a otro", dice Lopezbarrena. No sólo cambian los enchufes, también lo hace la forma de instalación.

Así pues, Simon centra su estrategia en la implantación exterior. "Esto quiere decir escoger muy bien los países donde queremos ir e implantar fábricas para producir el material que pide aquel mercado". Con esta idea se dirigen a los mercados emergentes, con más buenas perspectivas que una Europa con fabricantes muy importantes ya consolidados. " poníamos una fábrica, a menudo con un socio si era posible. La primera fue el 1998 en el Marruecos. Después en la China y diferentes países en una dinámica que ya no se pararía hasta la reciente crisis económica", enumera Lopezbarrena. Argentina, el Brasil, México, Rusia o el India son algunos ejemplos de como el apellido Simon ha ido tirando-se popular en todo el planeta.

Una vuelta en el mundo que los permite generar un 60% de ventas al exterior. "Uno de nuestros mercados principales es la China, que supone una tercera parte de la facturación", reconoce Lopezbarrena.

Hacer el que no hace nadie
Comprometidos con el producto de calidad, el CEO de Simon revela que "enseguida la empresa tuvo claro que no podía hacer sólo el que ya había al mercado". Con una generación de técnicos que "impulsó una cultura de la innovación muy importante", el grupo se ha acostumbrado a dedicar un 10% de los ingresos a diseño y R D. "Es un mundo internacional, con empresas muy grandes, y la innovación es crítica para poder avanzar. Nos ha permitido, a pesar de ser más pequeños, aportar novedades que nos hacen ser un referente", celebra Lopezbarrena.

Unas novedades que ahora traen el nombre de Simon100 . "Hace cinco años nos planteamos una serie para lanzar con motivo del centenario de la empresa. Teníamos la opción de hacer una serie más, con un diseño nuevo; o hacer una que empezara el segundo centenario dando un paso adelante". Y esto se ha traducido con la introducción de la Internet de las Cosas. Esta serie pretende facilitar la interacción de las personas con los espacios y facilita una accesibilidad exterior que permite, por ejemplo, tener un simulador de presencia a casa a través de luces que se encienden y se apagan.

Foto: Lali Álvarez

"El primero que hacía falta era imaginársela, porque es una serie completamente nueva en mecanismo, estética y prestaciones. Hoy sentimos a hablar mucho la Internet de las Cosas, pero hace cinco años no era así", defiende Lopezbarrena poniendo en valor el trabajo de todo el equipo técnico para "definir una cosa mucho antes que la viera el mercado".

Y todo ello, además, con la ventaja que "puedes tener una instalación tradicional y la puedes convertir cambiando sólo algunos componentes. Puedes automatizar varias funciones sin necesidad de cambiar instalación ni hilos. Con radiofrecuencia y salidas Wi-Fin se puede hacer", explica.

A manos de los instaladores
El principal reto de Simon100, pero, es que "nos obliga a explicarla muy bien a quienes tradicionalmente ha sido nuestro prescriptor: el instalador y el arquitecto". Lopezbarrena diferencia que al primero "le tenemos que explicar que es un nuevo concepto donde la simplicidad está por encima de todo. Y al arquitecto, como esto lo puede ayudar a mejorar la experiencia del usuario. De una forma muy simple puede hacer que su cliente acceda a una comodidad que antes no se habría podido imaginar, por ejemplo en una rehabilitación".

Al fin y al cabo, el modelo de Simon es un clásico B2B. "Ser el preferido de los instaladores empieza para tener un buen producto. Hace falta una política de comercialización correcta, coherente y que piense no sólo en tú, sino en todo el sector", defiende el CEO del grupo. "Hemos mirado de cuidar todos los actores: el distribuidor, el instalador, el prescriptor (que puede ser un decorador o un arquitecto). Siempre nos hemos dirigido a todos ellos. Si miras y piensas en todo el mundo, las cosas salen bien a la larga", concluye.
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