El trabajo se enfrenta a los estragos de la emergencia climática

Los sindicatos critican el desentendimiento empresarial hacia la protección de los empleados más afectados por las oleadas de calor y otros fenómenos meteorológicos

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Las oleadas de calor de los meses de julio y el que va de agosto ya han dejado tres muertos durante su actividad laboral, los tres a Madrid, enmarcados en tareas que se desarrollan al exterior y en horarios de especial exposición a las altas temperaturas. Varios estudios recientes, desde la academia, institutos de investigación y otras entidades del sector de la salud, dejan claro que la siniestralidad laboral y el riesgo de accidentes al puesto de trabajo aumenta en hasta un 10% con las altas temperaturas –así como con aquellas extremadamente bajas–. Desde el mundo del trabajo, dada esta tensión provocada por el elevado estrés térmico fruto de la emergencia climática, denuncian un "incumplimiento por parte de empresas y administraciones públicas en cuanto a sus obligaciones de protección de los trabajadores". "Tenemos que dar herramientas legales en los centros de trabajos porque estos incumplimientos no se den", razona la secretaria de acción sindical de Comisiones Obreras en Catalunya Cristina Torre.

Torre lamenta que si bien los legisladores son conscientes de los efectos de los periodos de alta tensión térmica hacia la ciudadanía en general, como se puede comprobar por las recomendaciones que se hacen al público en medio de fenómenos como las recientes olas de calor, "no se hace lo suficiente para adaptar las condiciones de seguridad laboral al cambio climático". La ausencia de unas regulaciones sólidas en relación con los efectos de la meteorología sobre la salud de los trabajadores provoca que la obligada protección de la fuerza de trabajo dependa enteramente de la voluntad de las empresas. "Una empresa que cumpla la ley de riesgos laborales y quiera proteger sus empleados tiene herramientas para hacerlo, pero cuando esto no se cumple, el trabajador es la parte más débil del contrato".

Torre: "La mayoría de empresarios hacen una prevención documental, tienen los papeles en regla, pero no nos los acabamos de creer"

Desde la UGT comparten las críticas de la federación sindical catalana, subrayando que el riesgo para la salud de los trabajadores por estrés térmico ha incrementado con la agravación de la emergencia climática. Si bien el secretario de Políticas Sociales y Transición Justa de la central sindical José Antonio Pasadas reconoce que el que provoca estos nuevos riesgos es "una situación sobrevenida", esto "no exime las empresas de tomar medidas". "Exigimos que se haga una evaluación, un plan para poder hacer frente a la situación" causada por las altas temperaturas. Tanto Torre como Pasadas conceden, así, en que la normativa en prevención de riesgos laborales cuenta con herramientas para facilitar la seguridad de los trabajadores en condiciones meteorológicas adversas, a pesar de que detectan que muchas empresas todavía "se desentienden" de los problemas que generan las altas temperaturas especialmente sobre trabajadores que llevan a cabo su actualidad fuera del centro de trabajo.

"Normalmente las empresas se defienden con que sus entornos laborales son muy cambiantes", expone el secretario de Transición Justa de la UGT, si bien la obligación de la prevención de riesgos laborales también se aplica. Torre, en este sentido denuncia "el fracaso de los sistemas preventivos a las empresas", la maquinaria que tendría que velar por el cumplimiento de las normas de protección laboral. Según los sindicatos, además, los requerimientos legales dejan mucho margen a que las firmas no sean del todo exhaustivas con la prevención de riesgos. "La mayoría de empresarios hacen una prevención documental, tienen los papeles en regla, pero no nos los acabamos de creer", avisa Torre, que recuerda que en el Estado español hay "una clara infradeclaració de enfermedades profesionales" –un fenómeno que se aplica al estrés térmico y el sufrimiento general por las condiciones meteorológicas, con elevado potencial, según recogen varios informes sindicales y papeles académicos, de generar nuevas dolencias o empeorar condiciones preexistentes.

Horas y organización

Parte de las exigencias de los representantes de los trabajadores en cuanto a la adaptación a la emergencia climática pasa para igualar las exigencias a los empresarios a las recomendaciones que se hace a la ciudadanía en episodios de calor extremo. "Algunas de las medidas que se proponen a la población general no se pueden cumplir en los centros de trabajo –espeta Torre– porque el trabajador no tiene ningún tipo de control". Sin una regulación o un acuerdo previo, un empleado no puede modular su jornada para evitar las horas de mayor incidencia térmica; cambiar su vestimenta o la localización de su actividad cómo sí puede hacer –y hace falta que haga– cualquier otra persona a la vía pública.

"El empresario es quien tiene la obligación de tomar medidas organizativas y ante un accidente grave o mortal puede tener consecuencias penales"

Desde los sindicatos, de este modo, se pide una mayor calidad organizativa para adaptarse a los riesgos generados por la emergencia climática. "Tendría que haber mecanismos que establecieran las nuevas obligaciones de las empresas", reclaman desde Comisiones Obreras –ya sea al estatuto de los trabajadores, a la ley de prevención de riesgos laborales o a los convenios sectoriales–. Pasadas reconoce que "la normativa en prevención de riesgos laborales todavía es válida", si bien los nuevos peligros a los que se exponen muchos de los empleados piden "actualizar algunas cosas por solidificar las reivindicaciones del convenio colectivo".

Torre encuentra un paralelo entre la adaptación climática y la gestión de la seguridad al puesto de trabajo durante los meses más agudos de la pandemia. Talmente cómo en la defensa contra las condiciones meteorológicas extremas, "ya había normas de seguridad, pero se hicieron pautas más exigentes ante una situación de crisis sanitaria". Así, cuestiones cómo una planificación horaria que excluya de las actividades más pesadas horas de gran exposición solar, o incluso la cancelación de la jornada laboral –con sus condiciones correctamente establecidas– en caso de que la temperatura u otro fenómeno ambiental no deje llevarla a cabo, tendrían que recogerse tanto a la normativa laboral cómo reclamarse a la negociación colectiva de los convenios de empresa y de sector. El trabajador, así, necesita una cobertura estructural y común que equilibre la balanza y dé cuenta de su protección cuando el entorno así lo requiere.

No es sensibilidad, es temperatura

Si bien los sindicatos encuentran un interlocutor más activo entre los patrones y las administraciones a la hora de considerar la adaptación al cambio climático cómo una prioridad en materia de riesgos laborales, Posadas no cree que estén necesariamente ante una tabla de negociación más sensible. "No es que los empresarios estén más receptivos, es que hay un riesgo mucho más evidente que hasta ahora no se había percibido tanto", aclara el representante de UGT. La amenaza creciente hacia la salud y el bienestar de los trabajadores también comporta la posibilidad de importantes sanciones ante incumplimientos de las medidas reguladoras que hayan acontecido en un siniestro laboral. "El empresario es quien tiene la obligación de tomar medidas organizativas –recuerda Torre– y ante un accidente grave o mortal puede tener consecuencias penales".

El constante aumento de las temperaturas durante el verano ha ampliado, de hecho, las zonas de riesgo hacia aquellos puestos de trabajo en interiores climatitzables que no cuentan con la infraestructura para refrigerarse correctamente. Recientemente, ambas centrales sindicales han denunciado una oficina de Correos a Barcelona para registrar temperaturas interiores de 33 grados, hasta seis por encima de los 27 donde se encuentra el máximo permitido por la ley. Los mismos representantes de los trabajadores también han tomado medidas para facilitar la adaptación climática no solo a sus afiliados, sino al conjunto de la población, con la apertura de las sedes de Comisiones Obreras como refugios climáticos. En este sentido, Torre considera que, si bien no es la principal razón para hacerlo, la mejora de las condiciones laborales de los trabajadores y la reducción del riesgo que sufren a su lugar de trabajo correlacionan con un incremento de ingresos y una mejora de resultados sibstancial.

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