Miquel A Torres Riera ha tenido tres descendentes: Ana (1968), Mireia (1969)y Miquel (1974), que junto con su prima Cristina y los hijos de Joan Maria (Marta, Pau y Arnau) forman la quinta generación.
Miquel Torres Maczassek, mientras hacía el MBA en Esade, fue el último curso a los EE.UU. donde conoció a la que sería su mujer Sarah; periodista, corresponsal de Associated Press en España y a punto de publicar su primera novela, que no va ni del vino ni de familias empresarias. Hizo las prácticas universitarias en el departamento de marketing de Danone. Quería dedicarse al vino, pero el apellido Torres era un impedimento al sector, así que se decidió por un producto similar: el perfume y el vino son productos emocionales. Iba a entrar en L'Oreal, pero recibió una oferta de Puig para entrar al departamento de marketing de CarolinaHerrera (Mariano todavía no estaba en el consejo). En Puig aprendió que se tiene que estar muy encima del negocio, en el día a día; y a entender mejor a su misma familia, al ver que no es tan diferente. Y es que la experiencia previa fuera de la empresa familiar ayuda a demostrar la propia valía, y abre la mente.
"Dejar volar" para demostrar la capacidad es fundamental en la empresa familiar
En 1994 se hizo cargo de la bodega JeanLeon y en 2009 se trasladó a Chile. El terremoto de 2010 despertó su conciencia social de comercio justo; se dedicaron a construir viviendas prefabricadas antes de rehacer las instalaciones. Estar a 12.000 km de distancia de la matriz estuvo muy bien, "te permite hacer lo que quieres". Y es que "dejar volar" para demostrar la capacidad es fundamental. Vuelve en 2012 y es nombrado director general. Vive en una masía a 500 metros de la de sus padres y de su hermana Mireia.
Alguien podría pensar que se ha aplicado la ley sálica (exclusión de las mujeres) en el hecho de que Miquel sea el director general; pero es que Mireia es mucho más científica que empresarial. "Es fantástica en investigación, y es donde más puede aportar". "Una ventaja de la empresa familiar es poder aportar talento desde el ámbito que más te gusta", dice su hermano. Es ingeniera química, la responsable de innovación, lleva Jean Leon con mejores resultados que su hermano, se encarga de inversiones en start-ups relacionadas (adobos con insectos...), de la ruta vitivinícola con carsharing eléctrico y de los proyectos de digitales del vino y restauración. Y es que es muy importante estar en el lugar más adecuado a las capacidades y, en la medida de lo posible, a la voluntad. Los familiares que trabajan e la empresa pueden llevar a los ojos ajenos la etiqueta del nepotismo; muchas veces de forma injusta, porque ser familiar no impide ser un profesional adecuado.
En el cajón de cosas pendientes de hacer porque el padre no le deja hacer Miquel tiene muchas menos de las que tenía su predecesor. Algunas, pero en global está contento de lo que están haciendo. "Tienes que hacer lo que crees, aunque te digan que no. A veces me dice que no de entrada, y después cuando ve que ha funcionado dice: ya te decía yo que iría bien. Los hijos nos miramos mucho en los padres, pero es muy importante no hacer el que ya está hecho; hay que adaptarse a los tiempos". Y es que es natural que los predecesores sean unos de los referentes. Una cuestión que puede ser difícil es crecer bajo la sombra de un gran carácter.
Cada generación ha contribuido al desarrollo de la empresa. El abuelo embotelló e internacionalizó, vendió vino catalán en Francia. El padre calidad, tecnología y tierra propia. "Nuestro epitafio lo tendrá que poner la siguiente generación. Estamos centrados en el hecho que la empresa continúe siendo familiar, la singularidad de los vinos, la expansión geográfica por España y la viticultura regenerativa, que es más que respetuosa (adaptarse y combatir el cambio climático), en la empresa familiar se respeta mucho la tradición pero tenemos que saber innovar y avanzar", dice Miquel. Y es que uno de los requisitos para la continuidad de la empresa familiar generación tras generación es la capacidad de reinventarse, es decir de dejar atrás lo necesario para adaptar el negocio a los inevitables cambios del mercado.
Los familiares que trabajan en la empresa pueden llevar a los ojos ajenos la etiqueta del nepotismo; muchas veces de forma injusta
Con Mireia hacen un buen tándem. Además de dirigir la bodega Jean Leon y la FundaciónFamilia Torres, Mireia lidera el área de Innovación y conocimiento de la bodega, con proyectos de investigación en los ámbitos de la viticultura y la enología, muchos de ellos centrados en la adaptación al cambio climático y la reducción de las emisiones. Es un equipo transversal que trabaja en proyectos como la recuperación de variedades de uva ancestrales, la selección de levaduras indígenas de viñas emblemáticas y en proyectos basados en nuevas tecnologías para optimizar la gestión de viña, por ejemplo. Las tecnologías también se implementan en todas las áreas de la empresa para mejorar la capacidad de innovación y se fomentan proyectos de innovación abierta a través de la colaboración con startups, empresas y centros de investigación.
Miquel dice que sabe poco de qué hablaron la cuarta generación con el abuelo respecto a propiedad. Cree que dio mayoría al padre por gobernabilidad. Y es que en toda familia pueden haber temas tabú, con lo que se puede estar perdiendo una parte de la historia que podría ser importante para comprender situaciones posteriores o para evitar repetir errores.
La distribución de la propiedad no les preocupa, es una responsabilidad de la cuarta generación. Les preocupa hacer bien su trabajo. No se imagina al padre no relacionado con la empresa. "No es tan fácil el cambio generacional cuando el predecesor ha estado toda la vida tomando las decisiones; pero mi padre por la experiencia con mi abuelo ha sido más inteligente y ha dejado que yo empezara a llevar más departamentos; combinamos la experiencia y las ganas de cambiar. Intentamos no pisarnos demasiado; cuando pide información a los directivos procura no darles instrucciones. Se aguanta y espera a la reunión semanal que tenemos. Y saca un montón de papelitos. Es muy importante que se sepa que hay unidad de dirección". Y es que la capacidad del predecesor para mantenerse al margen, sin sacar autoridad al continuador es un elemento esencial para conseguir una convivencia adecuada durante el proceso de relevo. Tiene que prestar mucha atención a no curtcircuitar la línea de mando.
El consejo de administración actual está formado por Miquel Agustí, Mari Mar, Marta, Cristina, Mireia, Ana y Miquel hijo; todos ellos con retribución. Tienen tres asesores externos no consejeros, que se cree que han sido de gran ayuda. Antes se escogían por rama, ahora por consenso. El funcionamiento dicen que es cada vez más profesional: documentación previa, orden del día, actas. Se espera que los asesores hagan preguntas previas a las reuniones. En cada reunión hay dos o tres temas de debate, del que se empieza con una ronda de opiniones obligatorias. Las decisiones se toman con elevado un grado de consenso aunque el padre tiene la mayoría. Dicen que no es un consejo jarrón, "nos da mucha trabajo". Y es que para disponer de un consejo de administración que sea fuente de ventaja competitiva hacen falta unos integrantes adecuados y de un funcionamiento profesional. No es lo mismo ser consejero que ser asesor, los primeros son responsables de las decisiones que toman, y también pueden serlo por omisión en su deber de vigilancia cómo un ordenado empresario.
Es muy recomendable que la familia establezca qué normas tienen que regir sus relaciones con la empresa, y cada generación las actualice
La cuarta generación hizo un protocolo familiar, que está revisando la quinta. Hay previsiones para que los familiares trabajen en la empresa, con requisitos en cuanto a formación, experiencia previa y existencia de vacante. También tienen prevista la valoración de acciones por salida de socios. Se considera que la salida de ramas de la familia de la empresa "tendría que ser parte del proceso natural; en la empresa tienen que estar las personas que verdaderamente creen; puede ser más rentable invertir en otros sectores". Los añadidos de la quinta y posteriores generaciones no pueden trabajar en la empresa familiar; pero pueden ser accionistas si los familiares no ejercen derecho de adquisición preferente. El tema "más divertido" es el de la edad de jubilación a los 72 años, que nadie ha cumplido. Y es que es muy recomendable que la familia establezca qué normas tienen que regir sus relaciones con la empresa, y cada generación las actualice; teniendo muy claro que puede ser más importante la forma de llegar a acuerdos que el acuerdo mismo.
Se considera que el próximo CEO si es de la familia, estando preparado profesionalmente, mejor porque el sector del vino mira muy a largo plazo; y requiere un alto grado de compromiso más allá del dinero. "Es muy importante que alguien esté velando por la calidad de vino". Operar financieramente no funciona en el sector del vino, porque "se pierde el alma de la empresa". Y es que externalizar la dirección del día a día de la empresa familiar es una de las cuestiones más difíciles. Hacerlo no quiere decir abdicar del poder que la propiedad tiene en el gobierno de esta.
Miquel considera que los añadidos "pueden contribuir de muchas formas, aunque no sean visibles". Conocen, pueden aconsejar y dar equilibrio familiar "si la familia falla es un grave problema". Aconseja a las familias empresarias tener claro por qué se quiere ser empresa familiar; "si solo es por dinero hay poco futuro, hay que tener espíritu". Se tiene que profesionalizar toda la empresa, "hacen falta muchos buenos músicos". Si hay familiares capacitados es positivo que estén en la empresa para mantener viva el alma. Y es que profesionalizar la empresa familiar no quiere decir necesariamente que la familia no pueda estar en ella, sino que los sistemas, las estructuras y los procesos de decisión y evaluación sean profesionales.
Miquel Agustí y sus hijos no siempre están de acuerdo, pero comparten la visión de la empresa (producto de alta gama), su misión y sus valores (pagar bien a los labriegos). Y es que la misión, la visión y los valores pueden sonar a teoría, pero son lo que hace que la familia empresaria continúe unida cuando hay dificultades.
El demonio de la desafección puede atacar con más facilidad a los que están más alejados del negocio; a aquellos a los que en la sobremesa no se habla de la empresa
El consejo de familia de los Torres es el responsable de que los continuadores conozcan y estimen la empresa familiar. La existencia de lotería genética se demuestra en el hecho de que los nuevo integrantes de la sexta generación son urbanitas o rurales, con independencia de donde viven. Son muy jóvenes, "que sean felices y hagan lo que quieran; pero se les tiene que enseñar lo que es la empresa familiar, para que puedan tomar una decisión racional ("trabajar en la empresa familiar es más que hacerlo en una no familiar"); podrán elegir libremente solo si la conocen". Los hijos de Mireia han hecho prácticas de verano en las bodegas. Miquel cada año hace un vino con sus hijos (hacer vino es más que hacer la vendimia y pisar uva; tienes que estar cada día pendiente de cómo fermenta), y proponerà participar a los sobrinos para evitar "discriminación". Cada año toda la familia hace un encuentro fuera de las propiedades. Pertenecen a Primumfamiliae vini, una asociación exclusiva de familias viticultoras en la que cada año se reúnen todas las generaciones para facilitar el traspaso generacional; y hay una bolsa de trabajo. Y es que igual que la empresa necesita una estructura de gobierno adecuada, también la necesita la familia. Igual que tiene que haber un plan de acción para lograr los objetivos empresariales, se tiene que tener uno para los de familia empresaria, entre los que está la continuidad.
Anna, formada en Alemania y los Estados Unidos, es doctora en cirugía plástica a la clínica Teknon; vive en Barcelona. No se ha incorporado a la empresa familiar a pesar de que su padre reconoce que insistió por activa y por pasiva. Existe el peligro de que sus dos hijos se desconecten más de la empresa familiar; lo que también puede pasar con los dos de su prima Marta. Forma parte del consejo de familia. Y es que el demonio de la desafección puede atacar con más facilidad a los que están más alejados del negocio; a aquellos a los que en la sobremesa no se habla de la empresa.
La familia Torres tiene (2021) 1.300 hectáreas de viñas en Catalunya, factura 255 millones de euros, con un 70% de exportación, gracias a sus 1.200 colaboradores.
En cursiva, las reflexiones subjetivas del autor.