Viena: de pequeño frankfurt a cadena internacional

La cadena de restauración ha logrado una expansión por todo Cataluña, Andorra y Aragón

La cadena de establecimientos Viena ha conseguido en poco menos de medio siglo de vida expandirse por todo el territorio catalán, no sólo con presencia si no también ofreciendo un producto que se asume como propio y cercano . La diferenciación de unos bocadillos con marcado sello catalán es uno de los disparos diferenciales que los ha permitido crecer desde Sabadell y expandirse con 43 establecimientos por Cataluña, Andorra y Aragón .

Fundado en 1969 en el centro de Sabadell, Viena nació como un pequeño restaurante de bocadillos de las manos de dos industriales del textil, Silvestre Siscart y Pere Llorens. La idea surgió después de visitar diferentes ciudades europeas por trabajo, donde detectaron el auge de una restauración informal que a casa nuestra no se veía.

Calidad en el producto
El proyecto nació con la premisa de ofrecer un producto tan autóctono como los bocadillos con ingredientes de calidad . Esto hizo que bien pronto decidieran abandonar el mundo del textil y centrarse en el restaurante, pero no sólo en los establecimientos, también en la producción propia, controlando todo el tratamiento desde la llegada de la materia primera hasta su venta al público.

"Nuestro secreto es querer hacer las cosas bien, cuidando la calidad del producto, mimant el cliente en el servicio, con humildad y aprendiendo de los clientes y de los competidores para adaptarnos a la realidad, los gustos y las tendencias", señala el director general de Viena, Marc Siscart.

Conservación e innovación en la carta
Esta adaptación a los paladares ha llevado la empresa a modificar una carta que durante años ha ofrecido a sus clientes productos que ya forman parte del lenguaje propio, como el Alpino o el Cevapcice, rebautizado popularmente como Zipi Zape por su complicada pronunciación. Las modificaciones se han hecho de manera progresiva, incorporando primer bocadillos y más tarde otros productos por temporada, algunos de los cuales se han acabado quedando a la carta estable.

"Viajamos por Europa para captar los platos típicos y tradicionales de diferentes zonas del continente y poder-mas adaptar de una manera u otra al modelo Viena, y además seleccionamos los productos de origen para garantizar la calidad", explica Carles Miralles, responsable de producto de la firma.

Platos de temporada

Los viajes de Miralles por el viejo continente han dado a la creación de cartas de temporada , como las de verano, invierno o Nadal. Actualmente a los restaurantes se puede encontrar conviviendo con la carta de temporada las de invierno y Nadal, con innovaciones como la Carbonada Flamanda, un estofado tradicional de Bélgica que se ha adaptado para servirlo dentro de un panecillo redondo, o el café bombón, con base de caramelo, leche condensada y café espresso.

"Son platos que apetecen en invierno, cuando hace frío, y por eso también contamos con una sopa de galets, que durante el año no está disponible, o las patatas de Flandes, con una crema de dos pimientas bastante picando", explica Miralles.

Ambientación del local
Los restaurantes de la cadena de toda la vida se caracterizan por el estilo tirolès, las barandillas de madera e incluso el piano que en locales como el de plaza Santo Roc, al corazón de Sabadell, gobernó majestuoso en centro del salón principal durante años. La nueva línea que ya ha empezado a adaptar desde comienzos de año en los nuevos locales adopta un tono más cercano a los cafés europeos.

El pasado jueves la cadena abría su último restaurante, el número 43, en el centro comercial Grande Vía 2, en L'Hospitalet de Llobregat, con novedades destacadas. El local se divide en comedor, terraza al aire libre y terraza cubierta, emulando las clásicas terrazas europeas con sillas de mimbre que recuerdan el estilo parisí y butacas de cuero como las de los clubes ingleses.

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