• 'Expats', campanas de cristal y hacedores de Barcelona: se acabó lo que se daba

'Expats', campanas de cristal y hacedores de Barcelona: se acabó lo que se daba

MOB es un ejemplo claro de lo importante que puede llegar a ser el lugar de trabajo como vía de integración en una sociedad

Uno de los tres espacios de cotrabajo de MOB en Barcelona | Cedida
Uno de los tres espacios de cotrabajo de MOB en Barcelona | Cedida
Redacción VIA Empresa
08 de Octubre de 2025 - 02:20

En 1988, el siciliano Franco Battiato lanzaba el disco Fisiognomica, donde incluía Nomadi, una canción maravillosa que enseguida se convirtió en un clásico. Para él, los nómadas eran aquellos que buscaban una “dimensión insondable” que solo encontrarían “fuera de la ciudad”. Pero hace años que los nómadas (digitales) llegan a Barcelona contradiciendo al cantautor. Él, que abandonaba la ciudad como “un extranjero” que no siente “los lazos del sentimiento”...

 

Quizás son los vínculos sentimentales y emocionales con la ciudad lo que MOB (Makers of Barcelona) quiere tejer entre la comunidad expat de la capital catalana. Dirigida por Albert Tisaire, MOB es una empresa de origen familiar que ofrece espacios de cotrabajo, trabajo compartido o coworking desde 2011, lo que la convierte seguramente en la primera o, cuando menos, una de las primeras en buscar soluciones de trabajo en Barcelona para un nicho de población –según el Idescat, el 28,4% de la población de la ciudad es extranjera, y el nicho bebe de este segmento– que antes ya había llegado a otras metrópolis globales. 

A través de sus tres espacios de Barcelona –MOB Bailèn, MOB Santa Caterina y MOB Sants–, la empresa se ha propuesto romper la campana de cristal invisible que aísla a los nómadas digitales de la gente y la cultura locales. Con la ayuda de una subvención para el impulso del catalán en las empresas otorgada por el Departamento de Política Lingüística, MOB ha podido incorporar la lengua catalana en todas las comunicaciones de la empresa con los clientes y en el boletín que reciben, además de en las redes sociales. En una serie de publicaciones en redes llamada Speak like a local, en la que se invita a la comunidad de clientes a aprender expresiones típicas de la lengua, el giro lingüístico con más interacciones y que ha generado más compromiso digital ha sido, curiosamente, “s’ha acabat el bròquil” (se acabó lo que se daba en castellano). 

 

MOB se ha propuesto romper la campana de cristal invisible que aísla a los nómadas digitales de la gente y la cultura locales

Aunque los clientes son mayoritariamente extranjeros, Albert Tisaire no ve ninguna contradicción entre el origen de los usuarios de los espacios con el hecho de incluir la lengua propia de la ciudad: “Queríamos que los expats se abrieran a la cultura local y, lógicamente, esto pasa también porque nosotros hacemos visible y utilizamos el catalán para que vean que es una herramienta útil. Además, no nos limitamos a traducir contenidos, sino que creamos contenidos directamente en catalán”. 

En los tres espacios se anuncian los servicios de aprendizaje de la lengua de que dispone el Consorci per a la Normalització Lingüística. Desde MOB también son conscientes de que la mejor manera de no sentirse extranjero en tierra extraña es tejer los “lazos del sentimiento” de que hablaba Battiato. Tejer relaciones con la lengua catalana es forjar relaciones con las personas que la hablan. Por eso han promocionado el programa Voluntariado por la Lengua, impulsado por el Departamento de Política Lingüística, gracias al cual se han formado unas cuantas parejas lingüísticas que conversan en catalán. 

Tejer relaciones con la lengua catalana es forjar relaciones con las personas que la hablan

Pero todo el mundo sabe que el recurso más eficaz para hacer contactos son los espacios de ocio y las fiestas, de ahí que se hayan organizado celebraciones en torno a la Castanyada, la Mercè, los calçots y Sant Jordi, por ejemplo. Otro lugar de conversación es el Bar Bailèn adyacente a uno de sus espacios de cotrabajo, abierto tanto a los migrantes internacionales de MOB como a los barceloneses. Este “nuevo bar de siempre” quiere ser una alternativa al brunch nuestro de cada día: lo que se sirve es coherente con la propuesta de porosidad con la cultura local, y la carta –naturalmente, también en catalán– se basa en bocadillos y platillos de proveedores de proximidad también locales. Conscientes de que también son embajadores de marca, sus camareros y otros empleados –muchos de ellos de origen italiano y argentino– aprenden catalán para hacer efectivo el derecho a ser atendido oralmente en la lengua propia y oficial de Catalunya. 

MOB es un ejemplo claro, pues, sobre lo importante que llega a ser el lugar de trabajo como vía de integración en una sociedad y, a la vez, sobre cómo combinar la integración de la lengua catalana y su aprendizaje en el ámbito laboral.

Para los desconfiados, MOB tendrá muy pronto la web en versión catalana, como no podría ser de otro modo...