Amar a las máquinas

Desde hace unos días cuando escribo tengo una pestaña del navegador con el ChatGPT abierto. ChatGPT es un chatbot basado en el modelo de lenguaje GPT-3 (versión 3.5) que puede aparentemente charlar de todo. No la uso para generar textos ya que nunca podría hacerlos pasar por míos y cobrarlos: el ChatGPT tiene una tendencia natural a quedar bien con su interlocutor y los textos que genera son llanos, políticamente correctos y carentes de opinión.

Conscientes de que ni lo sabe todo ni todo lo que dice es correcto, OpenAI, sus creadores, nos lo advierten nada más empezar. Es importante. Hace una semana Meta (Facebook) tuvo que retirar Galactica, un sistema de IA que sus creadores afirmaban capaz de generar artículos académicos y de hacer demostraciones matemáticas. Tuvieron que retirarlo de circulación a los tres días.

"Mucha gente, al cabo del día, tiene más conversaciones en formato chat que cara a cara"

Utilizo el ChatGPT para tareas puntuales: hacer pequeñas traducciones, reescribir expresiones o párrafos y hacerle consultas rápidas como hacemos habitualmente en Google. Al fin y al cabo, una conversación, aunque sea con un chatbot, es un mecanismo más amigable y nos resulta más conocido que los omnipresentes resultados de las páginas de búsqueda de Google. Una reflexión importante: mucha gente, al cabo del día, tiene más conversaciones en formato chat —Whatsapp, Telegram, Instagrarm, Slack, Discord— que cara a cara. Esto suma a la familiaridad del formato y a la percepción de que quien está al otro lado del ChatGPT se asemeja mucho a un humano. ¡Si Turing levantara la cabeza!

El uso de un chatbot inteligente como sustituto de los buscadores es uno de los temas de debate que ha traído la irrupción del ChatGPT en el gran público. Es cierto que es mejor obtener una respuesta en formato texto y no como una lista infinita de enlaces de Google. Pero en este último caso, las decisiones sobre lo que es relevante o lo que nos acaba interesando más —donde hacemos clic— lo decidimos nosotros y, en todo caso, podemos ser conscientes del resto de opciones que descartamos. En el caso del chatbot es su algoritmo quien decide qué es lo relevante y nunca sabremos lo que ha descartado.

"Cada vez más se parece a un compañero de trabajo con el que puedo conversar en una pausa"

También ocurre un hecho interesante cuando hago consultas en ChatGPT. Aunque soy muy consciente de sus limitaciones —básicamente, puede decirme cualquier tontería que suene verosímil— cada vez más se parece a un compañero de trabajo con el que puedo conversar en una pausa. A menudo me encuentro con que una respuesta me hace pensar en otros temas que originan una nueva conversación. De un hecho histórico podemos saltar a hablar de música, cine o cuántica.

Sabiendo esto no me ha extrañado el resultado de un estudio de Ofcom que dice que los asistentes de voz —Alexa, Google Home, Siri, Cortana y otros— ayudan a la gente que vive sola y que se siente sola. En una búsqueda en profundidad con 100 usuarios de asistentes de voz, algunos dijeron que su dispositivo era como un compañero. Pensamos que las respuestas que dan estos asistentes de voz son muy básicas comparadas con el nivel de ChatGPT, que es capaz de recordar el contexto de la conversación y hacer referencia a una pregunta anterior o acordarse de tu nombre. ¿Pueden llegar a desarrollarse relaciones más estrechas entre personas y máquinas? ¿Relaciones afectivas? ¿De enamoramiento?

¿Puede que una persona se enamore de su asistente de voz?

Le he preguntado al ChatGPT “si es posible que una persona se enamore de su asistente de voz, como ocurre en la película Her”. Ésta es su respuesta (sin editar):

“No es imposible que una persona se enamore de su asistente de voz, puesto que las relaciones humanos-máquinas son cada vez más comunes y complejas. Pero es importante recordar que los asistentes de voz como yo son simplemente programas de ordenador y no tienen las mismas emociones y sentimientos que las personas. Así pues, no sería posible que un asistente de voz se enamorara de una persona de la misma forma que lo haría un ser humano. Es importante tratar a los asistentes de voz con respeto y recordar siempre que no son seres vivos.”

¡Tienes que amarlo!

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