Los medicamentos más preciados se hacen en las Balears

Las empresas biotecnológicas del archipiélago reivindican su papel durante la pandemia para ganar reconocimiento e inversión

Las empresas biotecnològiques de las Islas Baleares preparan los medicamentos més preciados | iStock Las empresas biotecnològiques de las Islas Baleares preparan los medicamentos més preciados | iStock

Ocho meses han sido suficientes para crear varias vacunas para frenar la covid-19. La lucha contra la pandemia habría sido muy diferente y más larga si no hubiera sido por el esfuerzo de investigación que han hecho las empresas biotecnológicas durante todos estos meses. El sector se volcó hacia la búsqueda de una solución ante un virus desconocido que avanzaba por todo el mundo y obligaba a tomar medidas nunca vistas durante el último siglo. Todo el mundo es consciente -en mayor o menor medida- de la importancia de esta actividad para el bienestar social y la salud, pero es poco conocido que las Illes Balears cuentan con varias empresas pioneras en biotecnología y que algunos de los medicamentos más prometedores se están creando en el archipiélago.

Sanifit es seguramente el ejemplo más claro de empresa biotech mallorquina con éxito, pero también destacan Circe, Numat Medtech, y Syntax, entre otras. A la primera hornada de empresas biotecnológicas, creadas cuando el ecosistema era casi inexistente, se añaden otras nuevas cada año. En 2020, marcado por la pandemia, el Clúster Biotecnològic i Biomèdic de les Illes Balears (BIOIB) sumó dos compañías de nueva creación. Pero el camino que tienen por delante no es fácil, y es que este tipo de empresa requiere financiación continuada y es complicado encontrarla. Además de la lucha de las inversiones, el sector reclama reconocimiento y un esfuerzo económico mayor por parte de las administraciones públicas.

"Es un sector con mucho potencial: es intensivo en I+D, genera empleo de alta calidad y es clave en la transición hacia una economía del conocimiento", asegura Tanit Mir, gerente de BIOIB. Según datos del clúster, las empresas biotech representan solo un 0,4% del total en las Balears, pero son responsables de un 50% de la inversión privada en investigación. Es por eso que las 16 organizaciones que forman parte de la asociación reclaman un aumento de la inversión pública en I+D. De hecho, comparado con el resto de comunidades autónomas, las islas son de las que menos parte del PIB destinan a la investigación y desarrollo: solo un 0,4%. Las reclamaciones del sector pasan por aumentar esta cifra hasta el 1% de cara a 2026 y llegar al 2% en 2040 para igualarse al resto de países de la Unión Europea.

Dos medicamentos en el horno

Sanifit fue creada como una spin-off de la Universitat de les Illes Balears (UIB) en 2004 y hace dos años cerraron la mayor ronda de financiación de España del sector por valor de 72 millones de euros. El récord se lo tomaron a ellos mismos, que poco antes ya habían logrado este hito. Su cofundador y CEO, Joan Perelló, explica que Sanifit también recibió la primera inversión que hizo Caixa Capital Riesc en ciencias de la vida y que algunos de los fondos que han apostado por la empresa son internacionales. De momento, llevan 150 milions d'euros de financiación y todavía se encuentran en la fase tres del desarrollo de su fármaco.

Las empresas 'biotech' representan solo un 0,4% del total en las Balears, pero son responsables de un 50% de la inversión privada en investigación

Se trata de un medicamento para enfermedades relacionadas con las calcificaciones vasculares, que pueden causar problemas graves de circulación de la sangre y dolencias en los riñones. Hace 11 años que empezaron a desarrollar una molécula que, en un año y medio o dos, "si tenemos suerte", no sabrán si pueden convertir en un medicamento. Entonces, será el momento de decidir en qué territorios se lanzará y de buscar partners para hacerlo. Como explica Perelló, "siempre estamos buscando financiación, cada vez que acabamos una fase necesitamos dinero para la siguiente". En el año 2018, Sanifit empezó a desarrollar dos moléculas nuevas, que ahora ya están preparadas para empezar las fases preclínicas.

Una empresa de creación más reciente es Circe, que se dedica a la creación de cocristales. Explicado por su cofundador y CEO, Fernando Barrera, "modificamos la estructura sólida de compuestos -como las vitaminas- para solucionar los problemas de solubilidad que presentan". A través de una tecnología innovadora, combinan diferentes cristales. El objetivo es aplicar estas mezclas a los fármacos para que el cuerpo los pueda absorber mejor. La compañía se constituyó en 2012 y en 2017 presentaron su catálogo de moléculas, de las que ya han patentado cuatro. "El reto es llegar a poner el producto al mercado: es la parte más cara por las exigencias regulatorias y de calidad", añade Barrera.

Fernando Barrera (Circe): "La administración pública tiene ahora una percepción más positiva del sector, pero la gente se olvida rápidamente"

Poca memoria

Y es que tanto Joan Perelló como Tanit Mir recuerdan que la biotecnología tiene unos tiempos de retorno muy largos. La reivindicación de un reconocimiento por parte de las administraciones públicas -y una mayor financiación- es histórica. "La covid-19 ha mejorado la percepción de la ciudadanía hacia las biotech, y esto también se nota un poco en las inversiones privadas", afirma Mir. La gerente del clúster explica que uno de los objetivos de BIOIB es precisamente que la población conozca el nivel del sector en las Balears y visibilizar las innovaciones.

El CEO de Circe considera que "la administración pública tiene ahora una percepción más positiva del sector, pero la gente se olvida rápidamente". Perelló cree que es el momento idóneo para hacer un cambio de chip: "Ahora que todavía tenemos memoria y vemos claro que el sector nos ha hecho salir de la pandemia, tenemos que aprovechar para aumentar la inversión pública y privada". De hecho, el Gobierno español ha establecido que un 7% de los fondos europeos Next Generation se destinarán a proyectos de I+D. El BIOIB presenta una iniciativa común con empresas de la agroalimentació para acceder a ellos, con un presupuesto de entre 25 y 30 millones de euros que todavía puede aumentar. "No solo tienen que ser estos fondos, necesitamos apuestas a largo plazo", avisa Perelló.

Estar ubicadas en las Illes Balears juega en contra de las biotech, coinciden todos. Una tierra dominada por el turismo es complicado que apueste por otras actividades económicas. Aún así, valoran positivamente el trabajo del director general de Innovació i Recerca entre 2015 y 2019 y de Política Universitària i Recerca desde entonces, Pep Lluís Pons, que llegó al cargo con la presidenta de las Illes Balears socialista, Francina Armengol. "Conoce el sector y sus necesidades, ha hecho un plan de ciencia; antes, era todo turismo y no se había identificado a la biotecnología como un sector clave y con potencial", según Tanit Mir. El CEO de Sanifit añade que "tiene ideas nuevas, una aproximación pragmática y, como proviene del mundo de la comunicación, habla de divulgar la investigación, que es muy importante".

Joan Perelló (Sanifit): "Las empresas biotecnológicas siempre buscamos financiación; cada vez que acabamos una fase necesitamos dinero para la siguiente; y en las Balears no es fácil encontrar"

Esto se nota en las cifras de inversión. A pesar de que todavía es la tercera comunidad por la cola del Estado -solo destinan menos dinero La Rioja y Cantabria-, en 2018 protagonizó el aumento del presupuesto más elevado. El archipiélago destinó 134,2 millones de euros a investigación en 2019, los últimos datos disponibles. "Vamos por detrás, pero el mensaje que enviamos a la administración tiene buen recibimiento", según Perelló.

El sector biotecnológico, como destaca Mir, es intensivo en generar empleo de calidad. Perelló destaca no solo los trabajadores directos, sino también los indirectos: "En Sanifit somos 25 empleados -la mitad en Palma y la otra mitad en San Diego, en Estados Unidos-, pero hay entre 150 y 200 personas que trabajan con subcontrataciones en nuestros proyectos". En el caso de Circe, pasa lo mismo: son seis trabajadores, pero tienen contratos con varias universidades que suman empleo gracias a su actividad. "No es fácil encontrar talento en las Illes Balears ni en el Estado español, porque lo que hacemos es muy especializado", asegura Fernando Barrera. Así pues, a menudo tienen que buscar profesionales en el extranjero, sobre todo en India y el Reino Unido.

Al fin y al cabo, el sector reivindica que su modelo económico es más sostenible que el actual. "Las empresas biotecnológicas han sufrido menos que las de otros sectores con la covid-19, porque somos más resilientes", asegura Barrera. Esta resistencia que ha mostrado durante la pandemia se puede repetir en el futuro cuando vengan crisis económicas de otras naturalezas. Sobre todo, si hay conciencia que en las Illes Balears se hacen algunos de los medicamentos más preciados.

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