Entre el adamismo y las tecnologías del futuro

Nos pensamos que somos los únicos, pero "la reflexión humanista y ética nunca ha podido avanzar al ritmo de la evolución"

El adamismo es una creencia que promulga que algo no lo ha hecho o pensado nunca nadie antes | iStock El adamismo es una creencia que promulga que algo no lo ha hecho o pensado nunca nadie antes | iStock

El metaverso, la inteligencia artificial, el uso masivo de datos y la llegada de los cíborgs. La evolución de la tecnología parece que ha cogido un ritmo frenético, pero en verdad, no es un hecho único de nuestra época. Aquellos que nacieron a principios del siglo XX son la generación que vio llegar el agua corriente a casa, el agua caliente y también la electricidad. Son la generación que puso un pie en la Luna y que consiguió tener un ordenador personal en su hogar. "Ninguna generación vivirá lo que ha vivido la mía". Es un pensamiento propio del adamismo, de los que piensan que son como Adam, los primeros en encontrarse en una situación en concreto. En este caso, la primera generación en la que la tecnología crece desbocadamente.

Pero se trata de una percepción. "La reflexión humanista y ética nunca ha podido avanzar al ritmo de la evolución", reflexiona Pep Martorell, director asociado del Barcelona Supercomputing Center, en el desayuno-coloquio La próxima década de la Era digital organizado por Font Advocats con motivo del décimo cumpleaños del despacho de abogados especializado en derecho digital y tecnológico. Ante este ritmo inalcanzable, Martorell aboga por "un enfoque pragmático: controlémoslo para que, como mínimo, toda esta evolución no quede en manos de unos pocos con intereses muy concretos". Tener cierta governanza sobre estos desarrollos y, por lo tanto, sobre la década próxima.

Y a pesar de que sea casi imposible acertar en predicciones sobre cómo acontecerán las actuales y futuras tecnologías en la década próxima, Josep M. Ganyet, etnógrafo digital y CEO de Mortensen, acompaña a Martorell en el coloquio de Font Advocats y se atreve a hacer ciencia-ficción, dibujando posibles líneas de desarrollo. "Es bueno imaginarse futuros para saber hacia donde queremos ir y hacia donde no queremos ir", indica.

Ganyet: "Es bueno imaginarse futuros para saber hacia donde queremos ir y hacia donde no queremos ir"

Encontrar las pistas en el pasado

Desde la presentación de EINAC (1945) -considerado el primer ordenador programable, electrónico y totalmente digital- han pasado casi 80 años. Estos ordenadores ocupaban habitaciones enteras, las personas practicamente "vivían y trabajaban dentro", explica Ganyet, y añade: "entrar en el centro de cálculo, era entrar en el templo".

En estos 80 años de historia han pasado de ocupar una sala a tener la medida de un asiento (años 60), de un trozo de mesa (años 80) e incluso a ocupar tan solo una mano: en 2007 llega el primer iphone. "Nos equivocaríamos si decimos que esto es la evolución de los móviles; el iphone es la evolución de los ordenadores", razona Ganyet. De hecho, su potencia de cálculo es mayor a la de todos los ordenadores de la NASA que llevaron al hombre a la luna. Los teléfonos inteligentes -evolución de los ordenadores- permiten hacer tareas muy complejas sólamente tocando con un dedo, y esto nos puede "dar pistas sobre lo que puede suceder en los próximos años", avanza Ganyet.

En esta evolución no solo lo hemos hecho cada vez más pequeño y portátil, también "más humano" y personal. Cada vez más cerca del cuerpo: colgado del cuello o actualmente en la muñeca. De hecho, casi ya lo llevamos dentro: el apple watch calcula las constantes de quienes lo llevan.

La evolución de su capacidad de potencia, además, permite lograr la supresión de la latencia. El 5G aporta inmediatez, eficiencia y, en cierto modo, "telepresencia": en el Mobile World Congress del 2019, se realizó la primera cirugía a distancia.

Cuando las máquinas dominen el mundo llegarán los superhéroes

"Si os preocupa que las máquinas inteligentes dominen el mundo, tranquilos, ya lo hacen. Y no les ha hecho falta ser muy inteligentes", bromea Ganyet. La metáfora de Hans Moravec funciona muy bien para ilustrar la evolución -y casi invasión- de la tecnología y, concretamente, la inteligencia artificial, en diferentes sectores. El nivel del agua va ganando territorio y, cada vez, quedan menos áreas que no estén inundadas de IA. En el pico de la montaña, el más difícil de lograr, están el diseño, la poesía, el arte y la cinematografía. En la parte más inundada, donde la tecnología está asumida e integrada, se encuentran la visión, la automoción y la inversión.

Ganyet enumera las cuatro principales líneas tecnológicas de los próximos diez años: la inteligencia artificial, la física cuántica, el metaverso y los cíborgs. De la física cuántica, Ganyet señala "aquellos escenarios donde la computación cuántica forme parte de nuestras vidas y tengamos acceso de manera transparente a todos los ordenadores invisibles".

Los cíborgs representan la realización de llevar dentro el ordenador, y, además, han hecho reales los superhéroes. De hecho, así lo cree Openbionics, empresa que desde el 2014 convierte las discapacidades en superpoderes. Los cíborgs son personas que han implantado un aparato electrónico en una parte del organismo humano. Actualmente hay ejemplos reales de aparatos que vibran en el pecho si la persona está orientada al norte, o que reproducen una nota musical ante cierto color. "Son propotipos de lo que será, una versión beta", señala Ganyet. Una tecnología con mucho recorrido por desarrollar.

La última tendencia destacada de Ganyet es la del metaverso, donde de alguna manera, asegura, ya " vivimos todos" a través de las pantallas planas. No hacen falta experiencias inmersivas para estar en el metaverso: "el metaverso ya existía": a través de podcasts, de juegos de ordenador, de videollamadas e incluso en Spotify.

Los propietarios de la tecnología

¿Quién hay detrás? Estas cuatro principales evoluciones tecnológicas están basadas "en hierro y software ", explica Martorell, y añade: "Detrás de esta tecnología hay un propietario y alguien programando, en algún lugar del mundo en concreto. Y nada de esto es neutro a cómo nos afectará a nuestra vida".

En la actualidad, hay tres tecnologías que están convergiendo "como nunca había pasado en la humanidad", explica Martorell. Son la capacidad masiva de computación, los datos y la inteligencia artificial. "Tenemos mucha capacidad computacional, somos capaces de desarrollar algoritmos que hacen cada vez más cosas" y somos una fábrica inagotable de datos. La convergencia de estos tres pilares hace que se estén retroalimentando los unos a los otros: los datos entrenan a los algoritmos de IA, que ganan inmediatez con la computación.

Martorell: "La manera en la que el mundo hace ciencia está cambiando. Estamos reventando el método científico"

A consecuencia, la ciencia está cambiando porque los ordenadores permiten llegar a fronteras donde la experimentación física no ha llegado nunca. Según Martorell, "la manera en la que el mundo hace ciencia está cambiando. Estamos reventando el método científico". De hecho, la mayoría de los retos actuales de la sociedad (envejecimiento, seguridad, cambio climático, alimentación...) requerirán de soluciones tecnológicas y científicas basadas en estas tres tecnologías: computación, datos masivos e IA. Por lo tanto, quien tenga el control de estas tecnologías y de las personas que las sepan liderar y gestionar, podrá tener una respuesta mucho más eficiente a estos retos.

La tecnología, por lo tanto, está en medio de una batalla geopolítica y Europa ha empezado a luchar para conseguir una posición en la fabricación de estas tecnologías. "Europa tiene un ecosistema con una investigación de primerísimo nivel europeo, pero hasta ahora ha comprado la tecnología a proveedores de otros países", denuncia Martorell. En este sentido, en el cambio de estrategia europeo hay dos principales líneas de actuación: "comprar los ordenadores conjuntamente, para conseguir estar al nivel de inversión que requiere esta tecnología, y mirar que lo que haya dentro de los ordenadores sea tan europeo como sea posible".

Según Martorell, estas dos líneas "se están implementando muy bien". De hecho, Barcelona SuperComputing Center acogerá el Marenostrum 5, una de las tres primeras supercomputadoras europeas, con una inversión de más de 200 millones de euros.

La seguridad es uno de los principales motivos por los cuales a Europa le interesa producir tecnología. De este modo no dependerá, por ejemplo, de los chips americanos para los aviones europeos eurofighters. También la competitividad empresarial: "¿Qué pasa ti tú no puedes acceder a la tecnología más puntera del mundo a un precio competitivo?" pregunta Martorell. Pierdes tecnología y pierdes poder, y eso lo arrastras hoy y durante las próximas décadas. 

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