
07
de Diciembre
de
2015
En el ámbito profesional está más que demostrada la utilidad de las impresoras 3D, pero uno de las dudas recurrentes entre el público más general y que desconoce esta tecnología es qué uso pueden tener las impresoras 3D en el día a día.
Es evidente que uno de las grandes ventajas de la impresión 3D es poder personalizar un objeto y fabricarlo según la conveniencia de cada usuario, sin necesidad de hacer moldes ni tiradas largas.
Un ejemplo de los posibles usos de la impresión 3D en la vida cotidiana podría ser la creación de unas ojeras personalizadas. A través de esta tecnología se pueden crear modelos únicos y adaptados a las necesidades y gustos de cada usuario en unos sencillos pasos.
El primero de todos es ponerse en contacto con un diseñador con el cual trabajar el modelado de las nuevas ojeras. Es este el momento de definir qué características tendrá el nuevo par de ojeras en función de los gustos personales, e incluso tomando como base las proporciones faciales del usuario. De este modo, las ojeras se adaptarán perfectamente a las medidas de cada cual, evitando patillas cortas o monturas demasiado grandes que sobresalen de la cara. También pueden personalizarse otros aspectos más técnicos, como el cambio de las bisagras que tienden a romperse fácilmente sustituyéndolas por otros elementos como los imanes de neodimio.
Una de las calidades de la impresión 3D es que pueden imprimirse tantos prototipos como sea necesario hasta acertar el modelo perfecto. Y todo ello por un precio que en el caso de las ojeras puede rondar los 20 céntimos en material por cada prueba efectuada.
Una vez elegido el diseño, el siguiente paso es imprimirlas con una impresora 3D como la de entresD UP Plus2. Las ojeras impresas pueden pasar por un proceso de pintado con una resina epoxi; aunque si los resultados no son los esperados, siempre puede procederse a una nueva impresión y probar de nuevo con otro color. O sencillamente dejarlas tal como salen de la impresora.
Con las ojeras personalizadas en la mano el paso final es traer la montura a la óptica donde colocarán los cristales. Los materiales utilizados en la impresión 3D se pueden calentar igual que cualquiera otro material utilizado en la fabricación de ojeras. Por lo tanto, no hay ningún problema a la hora de afrontar este proceso.
Un par de días y unas pocas horas de pruebas después, las ojeras personalizadas imprimidas en 3D están listas para ser usadas.
Es evidente que uno de las grandes ventajas de la impresión 3D es poder personalizar un objeto y fabricarlo según la conveniencia de cada usuario, sin necesidad de hacer moldes ni tiradas largas.
Un ejemplo de los posibles usos de la impresión 3D en la vida cotidiana podría ser la creación de unas ojeras personalizadas. A través de esta tecnología se pueden crear modelos únicos y adaptados a las necesidades y gustos de cada usuario en unos sencillos pasos.
El primero de todos es ponerse en contacto con un diseñador con el cual trabajar el modelado de las nuevas ojeras. Es este el momento de definir qué características tendrá el nuevo par de ojeras en función de los gustos personales, e incluso tomando como base las proporciones faciales del usuario. De este modo, las ojeras se adaptarán perfectamente a las medidas de cada cual, evitando patillas cortas o monturas demasiado grandes que sobresalen de la cara. También pueden personalizarse otros aspectos más técnicos, como el cambio de las bisagras que tienden a romperse fácilmente sustituyéndolas por otros elementos como los imanes de neodimio.
Una de las calidades de la impresión 3D es que pueden imprimirse tantos prototipos como sea necesario hasta acertar el modelo perfecto. Y todo ello por un precio que en el caso de las ojeras puede rondar los 20 céntimos en material por cada prueba efectuada.
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Con esta impresora 3D las ojeras se ajustan a cada cara. Cedida |
Una vez elegido el diseño, el siguiente paso es imprimirlas con una impresora 3D como la de entresD UP Plus2. Las ojeras impresas pueden pasar por un proceso de pintado con una resina epoxi; aunque si los resultados no son los esperados, siempre puede procederse a una nueva impresión y probar de nuevo con otro color. O sencillamente dejarlas tal como salen de la impresora.
Con las ojeras personalizadas en la mano el paso final es traer la montura a la óptica donde colocarán los cristales. Los materiales utilizados en la impresión 3D se pueden calentar igual que cualquiera otro material utilizado en la fabricación de ojeras. Por lo tanto, no hay ningún problema a la hora de afrontar este proceso.
Un par de días y unas pocas horas de pruebas después, las ojeras personalizadas imprimidas en 3D están listas para ser usadas.