"Más que una empresa, entendemos Verkami como un proyecto social"

Los impulsores de la plataforma de micromecenatge del momento han redefinido el consumo cultural

La historia de Verkami , la plataforma de micromecenatge  en linea, parece el sueño de todo emprendedor. Una idea original que llena una rendija existente en el mercado y que no tan sólo da respuesta a las necesidades de un sector, en este caso el cultural, sino que redefine muchos de sus patrones y normas

En poco más de dos años de vida, sus responsables han conseguido que la marca empresarial identifique directamente todo un proceso. "Hacer un Verkami" ya es una expresión común, fruto del número creciente de proyectos culturales que han optado para financiarse a través del sistema de crowdfunding (aportaciones económicas individuales) que proponen.

Acumulan más de 1200 proyectos, que han recibido un total 5,49 millones de euros provenientes de 141.000 contribuciones. A pesar de que son un ejemplo perfecto de empresa de éxito, los hermanos Jonàs y Adrià Sala, gestores de Verkami junto con su padre Joan, no se sienten mucho cómodas hablante de su proyecto en estos términos.

Los cuesta identificar Verkami como una empresa.
Jonàs Sala:
 Más que una empresa, lo entendemos como un proyecto social. Como una herramienta al servicio de artistas y públicos, como una nueva manera de consumir cultura.

Tenían experiencia en gestión empresarial cuando arrancaron el proyecto?
Adrià Sala:
Ninguno ni una. Sort tuvimos de la ayuda del Ayuntamiento de Mataró y del TecnoCampus para establecer elementos básicos como el plan de empresa o las vías de crecimiento. Había que pasar por todo esto. Pero el más importante ha sido tener intuición y hacer el trabajo muy hecho.
J. S. Hemos tenido que aprender muchas cosas sobre la marcha, que otra gente ya debe de tener muy claras cuando se pone. Teníamos una idea y montamos la empresa para salirla adelante, no del revés. No somos emprendedores en serie, de aquellos que promueven a empresas tan sólo pensante al venderlas.

No he recibido ninguna oferta de compra de algún gigante informático?
A. S
. No! De momento ninguno (ríen).

Cuál es la clave del triunfo de la idea del micromecenatge?
J. S.
Huir de la idea de beneficencia cultural y plantearlo como un intercambio donde todo el mundo sale ganando. El creador consigue dinero para salir adelante su proyecto y los mecenas consume cultura de otro modo. Todo ello hace más sostenible el modelo de financiación cultural.

Y el principal punto de inflexión de Verkami durante estos dos años y medio?
J. S. Sin duda, el documental El día siguiente de Isona Passola. Pretendía conseguir 150.000 euros y recaudó 300.000, la mitad del presupuesto global del proyecto, provenientes de 8.000 mecenas diferentes. Demostró que éramos una propuesta consolidada, pero habría sido imposible que se produjera sin todo el trabajo previo para dar a conocer nuestro proyecto y modelo.
A. S. El día siguiente es un ejemplo de comunicación muy hecha, de identificación de un público objetivo, de buen uso de las redes sociales para hacer difusión... Tenía que funcionar.

Verkami ha inventado la rueda, pero cómo pensáis hacerla seguir girando?
J. S.
Un golpe pasada la fal·lera de la novedad, vemos que los responsables de proyectos que han funcionado vuelven a acudir a nosotros, y otros de nuevos que se suman, así que entendemos que es un modelo que se puede mantener más allá de modas.

Qué modificaciones y mejoras habéis ido introduciendo?
A. S.
Sobre todo a nivel técnico e interno, con nuevas herramientas que optimicen la gestión de los mecenas y la experiencia de los autores. Actualmente tenemos unos 200 proyectos activos, muchos más que hace un año, y hay días que se publican seis o siete de nuevos a la vegada. También crece mucho nuestra comunidad de usuarios. Ahora trabajamos en nuevas herramientas porque se puedan explorar todos los proyectos de una manera más dinámica, en base a los intereses de cada usuario. El reto es poder seguir gestionando todo ello de manera cercana y personalizada, como siempre nos ha gustado hacerlo.

También se ha ampliado el abanico de proyectos?
A. S.
Los periodísticos están teniendo bastante salida, a raíz del éxito de iniciativas como el Anuario Media.cat. Y también destacaría los de alimentación artesanal, ecológica y de proximidad, que están funcionando muchísimo. Tenemos casos de productores de cerveza, vino, harina o aceite, que no sólo buscan mecenas para conseguir dinero, sino que aprovechan nuestra plataforma para hacer crowdsourcing, es decir, tomar la opinión de los usuarios como base para desarrollar el producto.
J. S. De este modo el productor sale beneficiado, porque aprende qué buscan sus clientes potenciales, y los mecenas sienten el producto como propio, porque no tan sólo invierten dinero, sino que participan directamente en su creación.

Siempre habéis establecido filtros, pero os veis obligados a rechazar más proyectos que antes?
A. S.
La gente es cada día más consciente de qué tipo de proyectos pueden tener ensambladura y de qué no. Las experiencias de éxito que se acumulan también sirven de espejo para ver qué ha funcionado y porqué. El que sí que mantenemos es el porcentaje de éxito en la investigación de la financiación: los proyectos que logran sus objetivos siguen siendo cerca de un 70%.

A raíz de vuestro éxito, os debe de haber surgido mucha competencia.
J. S. El Estado español es ahora mismo uno de los países con más plataformas de este tipo. Quizás las más interesantes son aquellas que exploran otros campos, como son la inversión en empresas start-up o en ONG. El micromecenatge se está abriendo a otros sectores. A pesar de todo, invertir en un proyecto empresarial tiene muy poco a ver a hacerlo en uno de cultural. Y es bastante más arriesgado.

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