Si pensamos en residuos plásticos, seguramente el primero que nos viene a la mente y que tenemos más presente es el consumo masivo que hacemos de envases, embalajes o bolsas de la compra. Muy probablemente, pero, no somos todavía bastante conscientes de otra tipología de residuos que se deriva y que en forma de pequeñas partículas inferiores a cinco milímetros de diámetro van hacia las cloacas.
Son los llamados microplàstics, que se clasifican según la procedencia en microplàstics primarios (que se fabrican para el uso directo en productos y aplicaciones industriales, como por ejemplo aditivos en cosmética, pintura o pèl·lets de la industria plástica) y microplàstics secundarios (debidos a la fragmentación de objetos plásticos más grandes).
Algunos tienen unas dimensiones tan minúsculas que son imperceptibles hasta todo a los filtros de las depuradoras y acaban, desgraciadamente y en última instancia, al mar y océanos.
Los microplàstics suponen un problema sanitario y medioambiental. Sanitario porque todo el que nos aplicamos a la piel es absorbido y acaba al riego sanguíneo. En cuanto al medio ambiente, pescados y pájaros, por ejemplo, son víctimas. Un agravio añadido es que cuando consumimos pescado con microplàstics ingerimos también las toxinas que los impregnan.
Tal como pasa con las denominaciones formadas por prefijos de origen culto, en catalán escribiremos microplàstic, sin espacio ni guion. En este caso, micro- corresponde a la forma prefijada de la palabra griega mikrós, "pequeño".
Encontraréis este y otras termas relacionados con el ámbito de los residuos en particular y el medio ambiente en general en el Diccionario de gestión ambiental.