Hoy hace exactamente 11 años, Jack Dorsey, un emprendedor de 29 años, escribió las palabras "justo setting up my twttr" en una página web que acababa de inaugurar. Poco glamurós, quizás sí, pero así fue el inicio de Twttr, que todavía tardaría unos seis meses al conseguir un par de vocales y pasar a decirse Twitter.
La experiencia en emprendeduría de su creador no apuntaba a ninguna garantía de éxito: Dorsey había fundado un servicio de gestión de taxis y ambulancia por Internet, y un sistema de interconexión de dispositivos médicos. Pero ya lo dicen que en los Estados Unidos el fracaso tiene un valor muy positivo. Tanto, que unos años después, el servicio de microblogging –si es que se le puede decir así– ya ha pasado a ser una parte indispensable de la manera como mucha gente se comunica, se informa y se relaciona.
Actualmente, a pesar de que dispone de muchos menos usuarios activos que Facebook o Instagram, un gran número de empresas, medios de comunicación y celebrities lo usan como canal oficial, hecho que le confiere un peso específico muy superior al de su competencia a escala de reputación.
Y no sólo esto. Históricamente, Twitter ha servido para dar voz a grandes acontecimientos y movimientos sociales: desde las elecciones presidenciales de Obama o Trump , hasta las revueltas del 2011 en Londres o la Primavera Árabe.
Aun así, el futuro de la red social es más bien incierto. Con innumerables rumores de compra que no se acaban de concretar, la situación económica de la compañía es delicada. Cerró el 2016 con unos ingresos de 2.520 millones de dólares y, aún así, generó pérdidas por valor de 456 millones de dólares.
De sus dos empresas subsidiarias –Ven, de publicación de micro-contenidos en vídeo y Periscope, de vídeo en directo– la primera cerró sus puertas el mes de enero de este mismo año; y la segunda, a pesar de ser bastante exitosa, tendrá que esforzarse para resistir competidores como Facebook Live o Instagram Live Stories.
Así pues, este será un año decisivo en la historia de una red social que, para muchos, se ha convertido en un bien de utilidad pública. Mientras tanto, por muchos años Twitter!
La experiencia en emprendeduría de su creador no apuntaba a ninguna garantía de éxito: Dorsey había fundado un servicio de gestión de taxis y ambulancia por Internet, y un sistema de interconexión de dispositivos médicos. Pero ya lo dicen que en los Estados Unidos el fracaso tiene un valor muy positivo. Tanto, que unos años después, el servicio de microblogging –si es que se le puede decir así– ya ha pasado a ser una parte indispensable de la manera como mucha gente se comunica, se informa y se relaciona.
Actualmente, a pesar de que dispone de muchos menos usuarios activos que Facebook o Instagram, un gran número de empresas, medios de comunicación y celebrities lo usan como canal oficial, hecho que le confiere un peso específico muy superior al de su competencia a escala de reputación.
Y no sólo esto. Históricamente, Twitter ha servido para dar voz a grandes acontecimientos y movimientos sociales: desde las elecciones presidenciales de Obama o Trump , hasta las revueltas del 2011 en Londres o la Primavera Árabe.
Aun así, el futuro de la red social es más bien incierto. Con innumerables rumores de compra que no se acaban de concretar, la situación económica de la compañía es delicada. Cerró el 2016 con unos ingresos de 2.520 millones de dólares y, aún así, generó pérdidas por valor de 456 millones de dólares.
De sus dos empresas subsidiarias –Ven, de publicación de micro-contenidos en vídeo y Periscope, de vídeo en directo– la primera cerró sus puertas el mes de enero de este mismo año; y la segunda, a pesar de ser bastante exitosa, tendrá que esforzarse para resistir competidores como Facebook Live o Instagram Live Stories.
Así pues, este será un año decisivo en la historia de una red social que, para muchos, se ha convertido en un bien de utilidad pública. Mientras tanto, por muchos años Twitter!
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