El arte de ser millonario en verano

Recuerdo un empresario de los años 90 de Barcelona que hizo dinero vendiendo plazas de aparcamiento en la Barcelona Olímpica. Más tarde abrió una inmobiliaria que intermediaba en la compraventa de viviendas por encima de la Diagonal y de segundas residencias de lujo. Todavía me parece que he visto algún anuncio últimamente. Un especulador con todas las letras. Pues bien, en aquellos tiempos en los que nos tocaba ir a empresas e instituciones a explicar que "internet era el futuro" él se jactaba de no tener correo electrónico. No os equivoquéis, no era un señor con barriga y con un Porsche en la puerta, debía de tener unos 30 o 35 años, como nosotros entonces. La diferencia era que él era millonario y tenía una secretaria que le respondía los correos. Hoy, ya tiene correo electrónico y responde él solito los correos. El tocho ya no debe de dar tanto como antes.

Siempre me acuerdo de él cuando me encuentro con gente que se puede permitir el lujo de vivir desconectada. Del mismo modo que tradicionalmente hemos sabido cómo de millonario es alguien por el tiempo que puede dedicar al almuerzo un día de cada día, hoy lo sabemos por el tiempo que puede estar desconectado de la red sin que se hunda el mundo a su alrededor. No tener que responder los correos de trabajo cada día, el grupo de Telegram de los compañeros, el Slack corporativo, los WhatsApps de los contactos, escuchar los mensajes de voz o interactuar en la red social de turno es un lujo que muy pocos se pueden permitir.

Més info: Del tiempo y las preguntas

El gran acierto de Steve Jobs fue darse cuenta que los dispositivos móviles no solo servían para trabajar sino que los usábamos también en las horas de nuestro ocio. Un gran acierto que fue nuestra perdición: hoy el ocio entra dentro del trabajo y el trabajo lo llevamos siempre encima en un tipo de continuo espacio-tiempo imposible de delimitar. Los problemas de la introducción del móvil en las escuelas vienen de aquí; no hay separación entre ocio y aprendizaje. A la plebe nos toca esto.

"Hoy el ocio entra dentro del trabajo y el trabajo lo llevamos siempre encima en un tipo de continuo espacio-tiempo imposible de delimitar"

Pero no os preocupéis porque el capitalismo que nos vigila también vela por nosotros, especialmente porque seamos más productivos. Por eso nos ha dado graciosamente la semana de 40 horas, los fines de semana libres y las vacaciones pagadas del verano: pequeñas píldoras de aristocracia para que no nos vengan malos pensamientos revolucionarios. En esta categoría entran comuniones y bodas o cómo sentirse de la realeza durante un día.

Pues bien, puestos a hacer, hagámoslo bien. Como que llegado el agosto todos seremos aristócratas unos días y todos podremos dedicar un buen rato a almorzar, más tarde que de costumbre, os propongo hacer el ejercicio de jugar a ser ricos: os dejo una serie de trucos para ser (más) millonarios este verano.

  1. No respondáis los WhatsApps al momento. Acostumbrad a vuestros contactos que mandáis vosotros y no ellos, que si no respondéis al momento no quiere decir que os hayáis muerto.
  2. Agrupad las notificaciones. Configurad el móvil para que las notificaciones lleguen en grupos y a una hora determinada. La recepción de notificaciones de manera aleatoria convierte la comunicación en un tipo de juego de lotería que la convierte en adictiva. Agrupando las notificaciones y recibiéndolas todas en horarios determinados elimina la necesidad de mirar el móvil cada pocos minutos. Sencillo pero definitivo.
  3. Desactivad las notificaciones. Todavía más definitivo que el punto anterior. Tal como tenéis todos los grupos silenciados de las aplicaciones de mensajería (si no lo hacéis es que vivís al límite) también podéis tener todas las notificaciones. De este modo controláis vosotros cuando queréis interactuar con vuestros contactos y no al revés.
  4. Desactivad el indicador de mensajes que tenéis para leer. Aquel número que hay sobre el icono del correo o del WhatsApp que te dice cuántos mensajes no has leído. No tengáis piedad. Id a la configuración del móvil y decidle que no os los muestre. Al desactivar este indicador la presión que sentimos cada vez que miramos la pantalla del móvil desaparece.
  5. Poned las aplicaciones de redes sociales dentro de una carpeta. Haciendo que las aplicaciones de redes sociales sean menos accesibles, reduciréis la tentación de utilizarlas. La pereza, aunque solo sea para hacer un toque más a la pantalla, es un gran recurso. Recordad que es el gran motor de innovación de la humanidad.
  6. Borrad aplicaciones. Para evitar la dispersión borrad las aplicaciones que no uséis. El criterio es muy fácil: si las aplicaciones ya las ha borrado el sistema y solo os ha conservado el acceso es que hace demasiado tiempo que no las usáis. ¡Si hacéis arqueología por el móvil encontraréis aplicaciones que no sabéis ni qué hacen! Otro truco es lo del 2x1: no podéis instalar ninguna nueva aplicación si antes no habéis borrado dos. Os aseguro que se puede hacer.
  7. Complicad el Desbloqueo del Móvil. En lugar de utilizar la huella digital o el reconocimiento facial, utilizad un código largo, el más largo que permita vuestro móvil. Puede parecer una obviedad pero otra vez la pereza, que hace milagros.
  8. Haced una lista mental de lo que queréis hacer con el móvil. Antes de coger el móvil pensad qué queréis hacer y centraos. Abrir el móvil sin un objetivo concreto equivale a dos horas perdidas entre tweets (Xs?) y vídeos de gatitos.
  9. Daos un tiempo. No eres tú, es él. Probad de ir a la playa sin el móvil o de dejarlo lejos del sofá de la siesta. Veréis que hay vida más allá del móvil.
  10. Y finalmente un truco Pro: configurad la pantalla del móvil en Blanco y Negro. Cambiar la pantalla a blanco y negro hace el móvil menos atractivo visualmente, reduciendo así nuestra inclinación a cogerlo rutinariamente. La evolución programó en nuestro cerebro el interés por los colores para que encontráramos la glucosa que lleva fruta, fruta que tendríais que comer en abundancia con este calor.
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