Etnógrafo digital

El doble dilema de Google al MWC

22 de Febrero de 2024
Josep Maria Ganyet | VIA Empresa

La próxima semana se celebra en Barcelona  el MWC. Siempre me ha interesado más aquello que no se ve, que todas aquellas tecnologías de cara la galería que se presentan a bombo y platillo. A pesar de que muchos medios hacen noticias larguísimas gracias a ChatGPT a partir de un tweet con un rumor, la semana antes siempre nos movemos en el terreno de los rumores.

 

Uno de los que espero que se hagan realidad se el que dice que T-Mobile presentará un concepto de móvil que acabará con las aplicaciones. Creado en colaboración con Qualcomm y la empresa Brain.ai, el móvil podría ser el primer teléfono inteligente de verdad, superando los teléfonos avispados (smartphones) actuales. El móvil en cuestión sería aparentemente un asistente de voz inteligente portátil al que podríamos encargar cualquier tarea de alto nivel solo con instrucciones de voz. Una instrucción como "búscame billetes a Marraqués por tres días, haz una reserva en el centro y ponme una ruta en Google Maps para cada día, con un presupuesto total de 1.500 euros" podría sustituir horas interminables de búsqueda en Booking.com, Kayak.com y en blogs de viajeros con recomendaciones a lugares y hoteles con sus correspondientes enlaces de afiliado.

No creo que veamos esto todavía en el MWC de este año, veremos un concepto, pero la tendencia parece esta. Lo refuerza el hecho de que Samsung haya presentando su Galaxy S24 con funcionalidades de IA y sobre todo que Apple esté trabajando con un modelo de lenguaje que puede correr en un móvil de manera eficiente. ¿Y Android de Google?

 

Quedémonos en Google pero saltemos por un momento a su monopolio, el de la búsqueda. Desde hace semanas que antes de ir a Google paso por Perplexity.ai, un servicio basado en IA que además de devolver enlaces a webs relevantes por la búsqueda, prueba de responder a la pregunta o de añadir contexto a la búsqueda generando un texto en prosa. Por ejemplo, Perplexity me permite buscar dentro en vídeos de YouTube, en la web, foros, etc. y me saca textos estructurados citando siempre las fuentes.

En este sentido Perplexity es más transparente que OpenAI —ofrece enlaces visibles de los sitios web de donde ha extraído el contenido— y más amigable que un Google en el que los resultados son cada vez menos relevantes. En definitiva, Perplexity compite a la vez con el líder absoluto, Google, y con el recién llegado ChatGPT en una categoría que no es muy ni la de uno ni la del otro. Su caso se asemeja mucho al del iPhone del 2007, que competía a la vez con los Nokia y las Blackberry pero en una categoría que era totalmente nueva.

"Perplexity compite a la vez con el líder absoluto, Google, y con el recién llegado ChatGPT en una categoría que no es muy bien ni la de uno ni la del otro"

Google por su parte ha sacado Gemini, la evolución de aquel limitado Bard que había tenido que publicar deprisa y a salto de mata para competir con ChatGPT. Me ha sorprendido muy gratamente cómo de bien funciona la versión gratuita (lo podéis probar en gemini.google.com ). El hecho de que detrás tenga toda la potencia del contenido indexado por Google, le permite acceder a contenidos de la web de manera muy eficiente. En este sentido supera a ChatGPT, que para acceder a contenidos web usa Bing de Microsoft.

Pero todo esto que son buenas noticias para Google, paradójicamente también son malas noticias, y no solo para el gigante de Mountain View. Google se enfrenta ahora a un doble dilema del innovador. Por un lado con su buscador: cualquier cosa que haga para mejorar Gemini para competir con servicios como ChatGPT o, muy especialmente, Perplexity.ai canibalizará su lucrativo negocio de publicidad. Introducir publicidad en los resultados generados por un modelo de lenguaje parece, a estas alturas una entelequia; sesgar la generación de contenidos favoreciendo quién paga más haría la herramienta inútil, y nadie hará click a los enlaces si el contenido generado es suficientemente bueno; los productores de contenidos se quedarán sin la fuente más importante de tráfico. El dilema está servido: si Google no innova lo avanzarán por la derecha, si innova demasiado matará la gallina de los huevos de oro.

"Si Google no innova lo avanzarán por la derecha, pero si innova demasiado matará la gallina de los huevos de oro"

La segunda parte del dilema tiene que ver con Android. Si los móviles acaban siendo verdaderamente inteligentes —el lunes veremos una cata con el concepto de T-Mobile, Qualcom y Brain.ai— la monetización que empresas como Google y Apple hacen de las aplicaciones que se distribuyen en sus tiendas puede desaparecer de un día para el otro, tal y como le pasó a la industria musical con Napster. Recordemos que entre la App Store de Apple y Google Play de Google nos gastamos 3.620 millones de dólares en 2023.

Hace solo un año parecía impensable que un gigante como Google viese amenazada su posición predominante (lo escribí en mi libro y alguien ya me lo ha reprochado). Pero hoy el escenario no es tan disparatado. La situación recuerda mucho a Kodak —que inventó la fotografía digital en 1975 y la dejó en un cajón hasta cuando ya fue demasiado tarde— y a a Nokia y Blackberry en los 2000, que no vieron, o miraron hacia otro lado, cuando Apple estaba trabajando en un móvil diferente. Añade sal a la herida el hecho de que Google desarrollara antes que nadie la tecnología de los Transformers, la que utilizan los sistemas de IA generativa de la competencia.

Por todos estos motivos, pero sobre todo por el papanatismo mediático que rodea todo lo que sea IA, este concepto de teléfono inteligente sin aplicaciones generará muchos artículos sobre el MWC de estos días. Artículos que estarán generados con la ayuda de ChatGPT, Gemini y Perplexity, y que después Google indexará y servirán para entrenar nuevos modelos de lenguaje.