El diálogo entre formación y ocupación

La cuarta revolución industrial ha generado una situación muy similar a la que ya se vivió a partir de los años 70, cuando -según el informe Dell Technologies del Institute for the Future (IFTF)- la irrupción masiva de los ordenadores en las empresas comportó -sólo en los Estados Unidos- la destrucción de 3,5 millones de trabajo, pero contribuyó a la generación de cerca de 19,5 millones de nuevos.

"A partir de los 70, la irrupción masiva de los ordenadores a las empresas comportó -sólo en los Estados Unidos- la destrucción de 3,5 millones de trabajo, pero contribuyó a la generación de 19,5 millones de nuevos"

Esta revolución, como las otras, es fuente de amenazas y oportunidades. Sin duda transformará nuestras organizaciones, destruirá puestos de trabajo, pero creará de nuevos y transformará muchos tal y como los conocemos hoy.

En este nuevo entorno de competitividad, donde el talento ha acontecido un diferenciador para las empresas, la tecnología (digitalización, automatización, robotització, IoT, Big Data, Inteligencia artificial, realidad virtual, impresión 3D...) presenta incógnitas importantes respecto a qué perfiles profesionales -qué talento- se necesita en estos momentos y en el futuro más inmediato. Ahora y aquí hay que incorporar profesionales con nuevas capacidades, con habilidades vinculadas a la creatividad, la capacidad de seguir formándose de forma permanente y de afrontar los cambios y el expertise tecnológico.

Son perfiles que nos tienen que venir de las universidad que imparten ingenierías y otras carreras técnicas. Lo que entendemos por carreras STEM (de sus siglas en inglés Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). Y aquí nos encontramos con dos malas noticias: el descenso progresivo de los estudiantes matriculados en estas ramas en los últimos años, que no cubre la demanda creciente de las empresas; y la dificultad de los centros de formación para ajustar su formación a las necesidades de un mercado que se mueve rápidamente en un entorno incierto y cambiante. Es decir un problema de cantidad y de calificación.

Y esto incide directamente en las empresas -las de aquí y las que quieren establecer aquí sus sedes-, que cada vez tienen más dificultades para encontrar en el mercado perfiles profesionales para cubrir sus necesidades actuales y futuras. Un gran reto si queremos ser un país industrial. Si las empresas no encuentran el talento que necesitan aquí, lo buscarán fuera o -todavía peor- se implantarán donde haya el talento.

"Malas noticias: el descenso progresivo de los estudiantes en ramas STEM en los últimos años, que no cubre la demanda creciente de las empresas; y la dificultad de los centros de formación para ajustar su formación a las necesidades del mercado"

En este nuevo escenario, ¿cómo seremos capaces de incrementar las vocaciones para atraer los jóvenes -y en particular las chicas- hacia una formación y una carrera profesional tecnológica? Cómo podremos equilibrar las balanzas de talento entre Catalunya y el mundo? Qué mecanismos pueden facilitar el regreso de ingenieros e ingenieras catalanes desde el extranjero? Cómo podemos conciliar los conocimientos que necesita la industria con la que se imparte a los universitarios? Hoy más que nunca, hay que establecer una relación muy estrecha, un imprescindible diálogo entre estos dos vectores –formación y ocupación- si queremos que los centros donde se forman los profesionales del futuro conozcan en profundidad las necesidades reales de las empresas y las tendencias de ocupabilidad del futuro.

Creemos que además, es imprescindible que las empresas se impliquen en la formación en aquellas habilidades que precisarán sus actuales y futuros trabajadores, como mecanismo para su inserción laboral.

Con esta vocación, Enginyers Industrials de Catalunya ha constituido su Consejo de Formación y Ocupación, un ente que cuenta con la presencia de una treintena de directores de recursos humanos de las principales compañías industriales catalanas, que aportan la visión de los principales sectores que contratan profesionales de la ingeniería y permiten conocer en todo momento qué son las demandas del mercado laboral y las competencias requeridas por las empresas a corto y medio plazo.

A través de este Consejo, la Associació y el Col·legi d'Enginyers Industrials de Catalunya, asumiendo una responsabilidad que le corresponde, y con una actitud pro-positiva, queremos impulsar y desarrollar proyectos concretos que fomenten la vocación por la ingeniería, contribuyan a que los ingenieros tengan el perfil que pide la industria, y que las empresas encuentren los profesionales con la calificación que necesitan.

Por eso, construiremos una red de relaciones y de intercambio de información entre las empresas y los principales agentes de la formación y de la ocupación de los sectores de la ingeniería, en un espacio de colaboración publico-privada. Con esta iniciativa contribuiremos a uno de los objetivos de nuestras instituciones: acompañar los ingenieros e ingenieras en toda su carrera profesional, velando en todo momento por su ocupabilidad.

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