Blanco y negro

A principios de noviembre un grupo de empresarios y directivos de Femcat viajamos a Estonia. Nuestro objetivo, como en cada uno de los viajes que hacemos, es aprender de los países que hacen mejor un tema concreto: así hemos ido a Finlandia, a Boston, Hong Kong, Silicon Valley, Dinamarca, etc. El objetivo del viaje a Estonia era ver cómo funciona la e-gobierno, del que se ha convertido en referente mundial. Bien es verdad que a pesar de que ya íbamos muy documentados, por un lado nos ha encantado, por la otra nos ha dado casi rabia cuando comparamos con cómo funciona nuestro país.

Més info: "En Estonia, en 18 horas teníamos la empresa montada y funcionando"

El blanco, un Estado real en la nube, una visión, "la only one"; al ciudadano hay que darle un dato personal tan sólo una vez, nunca más te lo volverán a pedir. El negro, nuestra "telaraña burocrática" que tiene pillado tanto al ciudadano como a la misma Administración.

El blanco, la colaboración público-privada, basada siempre en la confianza; el e-gobierno ha sido posible porque han ido de la mano los técnicos que tenían que desarrollar el proyecto, la sociedad civil, la Administración. El negro, nuestra imposibilidad durante años y años de hacer, por ejemplo en materia de vivienda, sociedades mixtas público-privadas, sobre todo por la desconfianza.

El blanco, la eficiencia, la reducción de la burocracia, todos se puede hacer desde casa, menos casarse, divorciarse y hacer una operación inmobiliaria. El negro, nuestras colas en los organismos oficiales, el turno que no te cita cuando no hay nadie a quién tengan que atender.

"En Estonia, todos se puede hacer desde casa, menos casarse, divorciarse y hacer una operación inmobiliaria"

El blanco, la transparencia absoluta de la información, todo centralizado y muy coordinado. El negro, el hecho de tener que buscar datos en 10 lugares diferentes para intentar averiguar un tema, ¡sobre todo si es urbanístico!

Leyes y más leyes, normas, ordenanzas... ¡Y podríamos continuar una lista inacabable! ¡Qué envidia! ¡Qué ganas de tener un país tan avanzado como Estonia! ¡Qué ganas de conseguir la identidad digital como primer paso!

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