Etnógrafo digital

La IA no es nada sin las personas

22 de Noviembre de 2023
Josep Maria Ganyet | VIA Empresa

No lo digo yo, lo dicen los centenares de trabajadores de OpenAI en Twitter , que desde el viernes están muy activos en esta red.

 

Recapitulemos. Viernes 17 de noviembre del 2023 por la tarde, hora nuestra, nos enteramos que Sam Altman, director ejecutivo y fundador de OpenAI había sido despedido por el consejo. El despido fue por videoconferencia y la noticia se la dio Ilya Sutskever, miembro del consejo, amigo y también fundador. Acto seguido la empresa publicaba en un breve apunte en el blog donde explicaba que el consejo, después de una revisión exhaustiva, había concluido que Altman no era bastante sincero en sus comunicaciones, hecho que había llevado a una pérdida de confianza en su liderazgo. La directora de tecnología Mira Murati asumía las funciones de directora ejecutiva de manera interina. Horas después, el presidente Greg Brockman comunicaba en Twitter su renuncia al cargo en solidaridad con Altman.

A partir de aquí la red enloqueció. En Silicon Valley los ceses de altos directivos siempre se pactan y acaban en una baja voluntaria para "pasar más tiempo con la familia". No era el caso. OpenAI está valorada entre los 80 y 90 mil millones de dólares, tiene 100 millones de usuarios activos semanales y Altman ha levantado 13.000 millones de dólares de inversión de Microsoft, entre otros.

 

La tenía que haber hecho muy gorda. Con estos precedentes y sin más información que la oficial —el sucinto apunte en el blog— la situación pasó inevitablemente al terreno de la especulación y de ahí a la conspiranoia. ¿Se aprovechaba de su posición en OpenAI para sus negocios personales? ¿Había puesto la mano a la caja? ¿Un escándalo sexual? Incluso alguien sacó el fantasma de su hermana, que lo acusa de abusos sexuales en las redes día sí y día también. La diferencia horaria con Silicon Valley hizo que el viernes fuéramos a dormir demasiado tarde.

Para entender qué pasó realmente y porqué, tenemos que ir más atrás, hasta el 2015, el año de creación de OpenAI. Sam Altman, Greg Brockman, Elon Musk y otros inversores se habían dado cuenta de que el trabajo que estaba haciendo Geoffrey Hinton con dos de sus estudiantes, Ilya Sutskever y Elman Mansimov, en la Universidad de Toronto podía abrir una nueva primavera de la IA con un impacto global. Ante el riesgo que las cinco grandes tecnológicas privaticen los beneficios deciden fundar OpenAI, una organización sin ánimo de lucro que tiene la misión de hacer llegar la IA a todo el mundo. OpenAI tendría un comité ético que velaría para qué todo lo que se hiciera fuera en beneficio de todo el mundo. Geoffrey Hinton fue a parar a Google, Elman Mansimov a Amazon e Ilya Sutskever, costó, a OpenAI.

El talento y la visión de Altman dieron sus frutos. Fiel a su misión, en el 2019 abría a todo el mundo el LLM GPT-2 a quién siguieron el Dall-E 2, el GPT-3, el ChatGPT 3.5. Y no sólo eran abiertos a todo el mundo; de todos se publicaban los datos de entrenamiento, los parámetros de las redes neuronales y cualquier tipo de información que ayudara a la comunidad de IA. Pero, ay las, para entrenar una red neuronal de la medida del ChatGPT 4 hacen falta unos 100 millones de dólares. Para poder continuar con su misión, OpenAI necesitaba unos recursos computacionales que solo están al alcance de las grandes tecnológicas. Altman se sacó de la manga un acuerdo con Microsoft que incluía una inversión de mil millones de dólares y, más importante, el acceso a sus recursos de computación en la nube. Para poderlo hacer, y aquí hay el quid de la cuestión, OpenAI creó OpenAI Global LLC, una empresa con ánimo de lucro de la cual Microsoft tenía el 49%. OpenAI se beneficiaría de los adelantos de Open AY Inc que pondría a disposición de todo el mundo. Microsoft invertiría todavía 12 mil millones más. Estas dos almas de OpenAI parece que están en el centro de la polémica.

Si bien la razón oficial del cese de Altman apunta a problemas de comunicación con el consejo, de manera no oficial se ve cómo la culminación de un conflicto entre las partes con ánimo de lucro y sin ánimo de lucro de OpenAI. Altman, conocido por su enfoque dinámico y rápido, habría chocado con la ética de prevención del consejo o por el hecho que su hoja de ruta para OpenAI beneficiaba demasiado a Microsoft y demasiado poco a la humanidad. Recordemos que Altman era un firme defensor de la misión de OpenAI y de los poderes del consejo. Para que nadie pensara que se interesaba solo a su lucro personal había renunciado a tener acciones de OpenAI.

"El cese de Altman se ve como la culminación de un conflicto entre las partes con ánimo de lucro y sin ánimo de lucro de OpenAI"

¿Es esta discrepancia entre las dos almas de OpenAI el motivo del sarao? ¿Altman que quiere correr demasiado y beneficiar unos cuántos, y Sutskever que es más conservador y quiere beneficiar a todo el mundo? No lo sabemos del cierto pero hay algunas pistas en la corta historia de OpenAI que nos pueden ayudar a entenderlo.

La primera la tenemos en la salida de Musk en el 2018. No sabemos tampoco del cierto qué pasó, pero la versión oficial de Musk es que salió de OpenAI porque su posición en Tesla, que también compite en IA, le provocaba un conflicto de intereses. La versión no oficial dice que hubo una pugna por el control de la empresa y Altman ganó. Los dardos que periódicamente se lanzan en Twitter parecen apoyar esta tesis.

También podemos encontrar pistas fuera, en la competidora Anthropic. Anthropic fue fundada en el 2021 por ex-trabajadores de OpenAI desencantados con el poca cuidado de Altman con el impacto social de la IA, de aquí su nombre. Anthropic parte de una "IA constitucional", es decir, alineada con los derechos humanos. Tampoco sabemos la letra pequeña de porqué algunos trabajadores de OpenAI salieron desencantados, pero lo que sí que es cierto es que su chatbot Claude tiene más salvaguardas y está más limitado que el ChatGPT.

También sabemos que, a diferencia de las versiones anteriores, este año, al liberar el ChatGPT 4, OpenAI no publicó ninguna información relevante; ni el conjunto de entrenamiento, ni los parámetros, ni ninguna documentación detallada. La justificación fue que "el cada vez más competitivo panorama de la IA" no aconsejaba hacerlas públicas. Google se había visto obligada a entrar en la carrera y no era cuestión de facilitarle la vida. Una anécdota: en Google no se denominaba nunca el ChatGPT por su nombre sino como "el prototipo". El open del nombre le había durado 7 años.

¿Y todo esto a quién beneficia? La reacción de Microsoft al cese de Altman ha sido reveladora. Satya Nadella, el director ejecutivo de Microsoft, muy enfadado porque no sabía nada del cese (si pones 13.000 millones en una empresa lo mínimo es preguntar) ha reaccionado de manera brillante. Si la crisis se desató el viernes cuando cerraban las bolsas, antes no volvieran a abrir el lunes, ya había cerrado toda especulación: Altman y Brockman tenían un cheque en blanco para crear un equipo de investigación avanzada en IA a Microsoft. En palabras suyas: "esté donde esté Sam, continuaremos trabajando con él y su equipo". Si Altman decide volver a OpenAI, el contrato que tienen sigue intacto, si decide montar un equipo en Microsoft, el 49% de OpenAI GlobalLLC les permite acceder a toda la tecnología desarrollada en OpenAI. Altman, Brockman y los 700 trabajadores que han firmado una carta diciendo que si no vuelven ellos también marcharán, sólo tienen que pedir la palabra clave del WiFi de Microsoft a Redmond, Washington, y como si no hubiera pasado nada.

"Altman y Brockman tenían un cheque en blanco para crear un equipo de investigación avanzada en IA a Microsoft"

Pero Redmond no es San Francisco, el estado de Washington no es California y sobre todo, Microsoft no es OpenAI. No creo que a Altman le guste demasiado ser cola de león en Microsoft y no poderse poner en problemas como demuestran los hechos. OpenAI tiene el espíritu de empresa emergente que le gusta a Altman, que solo tiene 38 años, está en San Francisco, que es donde pasan las cosas y no es en Washington donde hace frío. Con su popularidad y lo que ha demostrado, no le costaría volver a levantar una pasta similar a la de Microsoft y crear un nuevo proyecto que, sin duda, atraería sus antiguos compañeros de OpenAI, pero esto le supondría tener que empezar de nuevo y por muy rápido que vayan, ponerse al nivel actual de OpenAI les llevaría años.

La poca solidez de OpenAI sin Altman y Brockman, la puerta abierta que ha dejado Satya Nadella, la presión de los trabajadores, la posición débil del consejo, los muchos millones que hay en juego, el poder que hay detrás y el sol de California me llevan a pensar que Altman volverá a OpenAI, pero esta vez como emperador y sin consejo que le coarte ninguna decisión. Altman es el ejemplo de aquello que tanto predica de que la IA te puede quitar el trabajo y a la vez también de que lo más importante en inteligencia artificial es la inteligencia natural.