Profesor de Esade y decano asociado del programa Executive MBA

Competir en innovación o en bajos salarios

11 de Noviembre de 2013
Xavier Ferràs
Parece que estamos saliendo de la crisis, y que despacio se va reavivando la actividad económica. Efectivamente, la dolorosa "devaluación interna" posiblemente está teniendo éxito. Las estructuras de costes de las empresas se han comprimido, en una maniobra gigantesca que ha significado el exterminio de centenares de miles de pequeñas empresas, la expulsión de seis millones de personas del mercado de trabajo, la impermeabilitat de este mercado a la entrada de los jóvenes, unos salarios cada vez más bajos, y un consumo que tardará a despertar en estas condiciones.

Somos más competitivos? En una opción competitiva, sí: la opción low-coste. Volvemos a competir en costes. Como los países emergentes. El despertar de la pesadilla de la crisis nos sitúa en otra pesadilla: tenemos que competir reduciendo márgenes, tensant nervios y tendones de nuestras empresas, estrangulando salarios. Esto, efectivamente, nos traerá a vender más barato y a exportar mejor nuestros productos. Pero, cuenta!: el talento marcha de las organizaciones y de los países low-coste. Después, seva la calidad . Y cuando hablamos de competitividad en sentido amplio (o, mejor dicho, moderno), midiendo un conjunto holístic de indicadores como, por ejemplo la eficiencia de las instituciones, la estabilidad macroeconómica, las infraestructuras, la educación, la penetración de las TIC, la sofisticación de la industria o el grado d'innovación, Cataluña está perdiendo posiciones de forma acelerada. Concretamente, ha caído 47 posiciones en el reciente publicado Regional Competitiveness Index de la UE, siendo una de las regiones de Europa que más retrocede en el último periodo medido (2010-2012).

Las razones son múltiples. El mercado, este ente abstracto del cual tan sehabla, seguramente ha sido una de las grandes innovaciones del ser humano. Un sistema autoorganitzat, casi perfecto, de presiones e incentivos que ajusta oferta a demanda . Pero es sólo casi perfecto. No es perfecto. No lo es porque tiende a generar incentivos que a menudo son excesivamente corto-terministes. Los incentivos que genera el mercado no necesariamente están alineados con la competitividad (y el bienestar) de las naciones en el largo plazo. Si dejamos liberadas las fuerzas del mercado puede ser que se generen incentivos de corto plazo, por, por ejemplo, vender productos financieros sofisticados a ancianos. O por inflacionar sectores improductivos o especulativos, como la construcción en los últimos años. El mercado tiende a asignar recursos a proyectos rápidos y de regreso elevado y, por el contrario, tiende a no asignarlos a proyectos que pueden generar efectos externos positivos (como la creación de ocupación estable y de calidad) en el medio plazo. Este es el caso de la R D: el mercado (especialmente en estructuras de Pymes , como Cataluña, no asigna suficientes recursos a la R D como para generar una industria competitiva en el medio plazo), básicamente porque la PYME percibe el regreso de la R D demasiado lejano en el tiempo y demasiado incierto. Por eso es tan crítico que las administraciones generen incentivos adicionales, que aligeren el riesgo de la R D por la PYME.

Cataluña no ha tenido estrategia industrial en los últimos 15 años. Esto explica en parte l'paro terrorífico que sufrimos. Hemos asistido a una serie de políticas de corta duración, algunas benintencionades, otras insensatas. Normalmente, situadas en las últimas prioridades de los sucesivos gobiernos y, por lo tanto, sin dotaciones relevantes. Se han superpuesto iniciativas en todas direcciones (la suma de n vectores aleatorios tiene resultando nula), sin garantía de continuidad de cabeza de ellas y, con honroses (pero efímeras) excepciones, sin consenso con la sociedad civil (que tampoco ha tenido criterio definido al respeto). Necesitamos urgentemente pactar, entre todos, una propuesta estratégica de competitividad de largo plazo, una firme propuesta de sistema nacional de innovación con instrumentos públicos que ayuden a compartir el riesgo empresarial en actividades d'R D, a cambio de crear ocupación de calidad. Hay que transformar la energía potencial científica y tecnológica del país en energía cinética exportadora de productos sofisticados y competitivos. Y por eso, harán falta recursos. Cuando menos, hay un motivo inquietante para hacerlo: nuestros competidores internacionales consideran la creación de sistemas nacionales de innovación una prioridad estratégica.