Jobs era importando principalmente por su capacidad de convertir en realidad una visión de un mundo mejor. Y esta visión era la de una empresa que hacía productos útiles, fáciles de utilizar y agradables tanto para la mano como para los ojos. En muchas ocasiones, mucho más que agradables.
Para ejecutar esta visión, Jobs luchó para mantener un balance que la gran mayoría otras grandes empresas no se toman bastante seriamente: el balance entre tecnología y arte.
Podríamos considerar la tecnología como la parte racional de muchas empresas: chips, fórmulas, laboratorios, patentes, etc. Y, de hecho, es una parte muy importante. No obstante, para otras empresas de fuera del mundo tecnológico, todavía hay una parte más importante que radica en la creatividad, la imaginación y la comunicación .
El grande —muy grande— reto es encontrar empresas de cualquier sector y dimensión, que saben integrar la tecnología como gran ventaja competitiva y que mantienen un alto nivel de innovación, en la manera creativa de encarar los problemas. En definitiva, como algunas empresas se reinventan y replantean todo el que hacen.
Steve Jobs era importante para llevar hasta el límite este balance, poniendo la relación entre tecnología y arte al límite. De hecho, esta fue una de sus grandes aportaciones.