Pronto constataremos como el año 2014 ha sido un exceso en el modus de hacer política y economía en Cataluña. Me gustaría poder decir el contrario pues, siempre tuve al Presidente Artur Mas por un hombre prudente, quien durante años estuvo medido y cautelós en la governança de sus cargos ejecutivos a los gobiernos de CiU. Al nuevo, y sorprendiendo Mas, este del acelerado proceso histórico, muchos de sus antiguos seguidores casi no lo reconocerían, y me temo que no por culpa suya, sino por las influences, creo que perniciosas, que ha tenido que soportar.
Plantear la independencia de Cataluña a partir de una supuesta "presión social" –que según las encuestas nunca superó el 45% de la población- resulta osado; todavía más creer que la resultante de un agitprop sin precedentes, alimentada con dinero oficial, a partir de dos instituciones civiles como Omnium Cultural y la ANC, era la expresión de la voluntad ciudadana, tenía algo de auto engaño o, inclús, se podía valorar como un exceso de riesgo. Elevar ideas y recogerlas como llegadas del pueblo es una manera poco inteligente de suicidarse a la política. Sería más prudente auscultar la voz y el eco de la calle por, después, ajustar la cordura a las pretensiones de una mayoría ponderada.
Con todo, no se procedió así, ni tampoco se valoró la capacidad de resistencia del adversario o gobernando del Estado; menos todavía si el ecosistema económico-político no era el adecuado por la siembra política y la recolta de resultados. Toda inversión requiere un análisis previo de viabilidad, de idoneidad, y de sostenibilidad según los cambios del entorno. Las consecuencias aparecen más tarde, si la inversión fracasa; y, en todo caso, la sabiduría del inversor se tiene que expresar minimizando los riesgos.
El año 2014, económicamente, ha sido debajo demasiado presión política; la acción del Gobierno nos muestra un balance con demasiados déficits y recortes, por otra banda no siempre justificados, dado que el presupuesto se mide, no sólo por la dotación de partidas, sino por la eticitat de las prioridades. No es el mismo recortar en Sanidad que en policía. No es el mismo derivar recursos a la propaganda soberanista que a la apertura de mercados por empresas catalanas, o la cobertura de emergencias a las clases sociales más desatendidas. Cada opción tiene un fundamento ético según el reparto del Bienestar, o de implementación del Bien común.
El balance de inversión en Cataluña el 2014 no estimula, precisamente, el optimismo: las inversiones externas se han frenado considerablemente en casa nostra (un 11,3% del total que ha recibido España); por el contrario, Madrid –suyo del Estado y lejos de cualquier tentación soberanista- recibió 5.091 millones de euros entre enero y noviembre (4,7 veces más que Cataluña), mientras que el País Vasco con suficiente trabajo captaba el 7% del capital exterior.
Todos los balances demuestran que Madrid es la más beneficiada por las preferencias de los inversos internacionales, privilegio que años atrás tenía Cataluña. Todo ello, no es este lo peor síntoma de estos datos: empresas multinacionales instaladas en casa nuestra se cuestionan permanecer en el país. De enero en noviembre del año pasado en la Comunitat de Madrid nacieron 2.506 empresas más que en Cataluña, según los datos de esta Comunidad, consecuencia, sin duda, de una oferta en el marco jurídico y político de superior garantía y de una propuesta fiscal más atractiva que la nuestra. Un dato que no me placetiene que ver, pero, con la optimización de la oferta por el inversor, más todavía cuando en la Comunitat de Madrid están pensando ya en otra rebaja impositiva, que bien seguro agravará el gap con Cataluña.
Es legítima esta competencia fiscal en una coyuntura tan débil como la de la salida de una terrorífica crisis? Los estímulos para invertir tienen siempre relación directa con los costes industriales y de la energía, la estabilidad política y el estímulo fiscal. Consiguientemente, además inconvenientes, menos probabilidad de inversión, y más dificultosa la creación de puestos de trabajo.
Precisamente el Presidente Mas admite que este factor es el "principal objetivo colectivo" en Cataluña. A menudo las consecuencias, a medio plazo, de los excesos se perciben, empíricamente, tarde. Este conjunto de elementos plegados serían la respuesta a la emigración hacia Madrid de casi 500 empresas catalanas a lo largo del 2014, sin olvidar aquellas que ya han caído en la tentación valenciana o aragonesa.
Quién puede dudar a la hora de establecer prioridades de inversión que el factor de estabilidad política tiene un peso considerable? El año que se ha acabado, a pesar de las prometidas, ha sido más bien frustrante, y no sólo por el sobiranisme.