El análisis de la estructura financiera de la empresa familiar no difiere en gran medida de la empresa no familiar, es decir, las fuentes a que una empresa puede recorrer para poder financiar sus necesidades son las mismas y, debido a la carencia de recursos económicos de estas fuentes, tendríamos que suponer que las dificultades para acceder son prácticamente las mismas.
Pero si analizamos sobre el terreno, podremos observar que una empresa no familiar que se enfrenta a un proceso de negociación financiera utiliza la información presente, pasada y futura, y cierta información sobre el sector y los mercados, para poder argumentar un posible crecimiento o unas previsiones de mejora, que es el que considera que un financiador querrá sentir.
Por otro lado, en el mismo proceso de busca y negociación para garantizar el acceso a la financiación, la empresa familiar, al margen de aportar la documentación anterior, tendrá que demostrar que la persona o equipo directivo que gestiona la financiación tiene una experiencia contrastable y que la familia está implicada en el proyecto empresarial. Esto sólo se puede demostrar de una forma exitosa si la empresa familiar ha llevado a cabo un proceso de profesionalización, y ha pasado de ser una familia trayendo un negocio a un equipo directivo gestionando una empresa. Por eso las entidades financieras valoran positivamente, entre otros, que en el proceso de sucesión, la familia se decante para escoger un buen gestor al frente de la empresa, sin tener en cuenta enlaces parentescos.