Permanentemente hablamos de las desgracias que ha provocado, y provoca todavía, la profunda crisis económica y de valores , enl que estamos instalados desde hace siete años. Traemos ya un septenio de hambre y desnortament que, si nos creemos el que indica el Libro del Génesis, en el apartado del sueño del Faraón, es la puerta de otros siete años de crecimiento.
Por otro lado, gracias a la crisis, hemos vuelto a ponernos al lugar donde teníamos que estar. Adecuando el gasto al ingreso, no estirando más el brazo que la manga; evitando caprichos innecesarios; empezando, de nuevo, a ahorrar; valorando la posibilidad de tener un trabajo, con el que significa de esfuerzo diario, entrega a la misma y satisfacción para su desarrollo. Un estudio sobre la presencia en España del trabajador al trabajo, más allá del horario laboral, nos indica que pasó del 45% el 2010 al 85% el 2012.
Por otro lado, hemos vuelto a ser solidarios y a pensar en los otros. Una de las causas que han evitado, hasta ahora, el estallido social a las calles, ha sido el comportamiento de las familias, guareciendo y financiando con todos sus recursos, a los miembros sin trabajo o con ingresos precarios.
Los ciudadanos, a la vez, nos hemos dado cuenta que, quizás, habíamos delegado en exceso en los políticos, sin pedir ninguna explicación de cómo se administraba el poder delegado, y nos empezamos a cuestionar si se ha hecho un buen uso del mismo, volviendo a plantearse la reducción de confianza, y el incremento del control. El barómetro del CIS del mes de abril nos indica que la política, los políticos y los partidos, son el cuarto problema para los ciudadanos, después del paro, corrupción y situación económica.
Las empresas, al desaparecer, o cuando menos, menguar la capacidad adquisitiva del mercado interior, han tenido que salir a vender al mercado internacional. En cuanto a Cataluña , con muy buenos resultados. El 2012, teniendo el 16% de la población del Estado, generó el 19% del PIB, el 26% de las exportaciones y recibió el 25% del turismo.
Cómo decía Albert Einstein, "la crisis es la mejor bendición para las personas y los países, espabila la gente, hace aflorar el mejor de cada uno y puerta progres. La verdadera crisis es la de la incompetencia Trabajamos de lo lindo. Acabamos con la única crisis que es la tragedia de no luchar para superarla". Buena crisis.