Por un lado, los ejercicios de cooperación entre los agentes públicos y los promotores privados pueden llegar a ser un paradigma de simbiosis, en que la compartición de esfuerzos y recursos da como resultado un sumatorio; es decir, el proyecto conjunto consigue un determinado hito que hubiera sido poco alcanzable sin una praxis codo a codo. En este modelo ambas partes detectan complementariedades y se avienen a coproduir un proyecto y, juntos, su ejecución. El catálogo de casuísticas no es muy extenso y los ejemplos quepodríamos inscribir son casi siempre de ejecución caduca; difícilmente podríamos apuntar otros que hayan tenido continuidad. Todavía es más difícil encontrar un paradigma en que la parte privadahaga una evaluación final positiva y valore favorablemente el regreso de la inversión.
No nos sirven las relaciones entre una empresa concesionaria y la administración, como en el caso de las autopistas u otros tipos de infraestructuras, porque no tienen nada que ver con la semántica de la cooperación; no dejan de ser un concurso público o una subasta de derechos de ejecución.
El segundo modelo sí que es muy habitual. Consiste, no tanto en la conjugación de objetivos sino en la convergencia de necesidades. Esto hoy está en auge. Ambas partes están dispuestas a cooperar porque no tienen más remedio, por mucho que se repelan o, cuando menos, se desagraden. No hace falta que se produzca una buena química porque sólo interesa la física de los resultados. Se genera un escenario de interdependencia; los unos porque no tienen dinero y los otros, que tampocotienen, porque requieren el escalf de los primeros, quizás para obtener ciertos favores o para prorrogar su pervivencia. El caso es que se conjuran para aprovecharse.
Puedo aportar una retahíla de casos de cooperación publicoprivada que han funcionado sólo a partir del momento en que los interlocutores privados han subordinado la manera de proceder y el tempo al estilo de los interlocutores públicos. No conozco ningún caso en qué esto se haya producido al revés.
El privado y el público son dos mundos opuestos porque el primero es contribuyente del segundo y el segundo no ha aprendido a ser contributivo con el primero. Nopuede haber una relación prometedora cuando uno de los dos impone las normas del juego y prescribe la táctica del otro.