Hay un póster muy famoso donde a un galgo se le van sumando y añadiendo elementos hasta convertirlo en un camello. Esta imagen sirve para ilustrar una vieja frase del mundo de la publicidad: "Un dromedario es un galgo diseñado por un comité". Porque esto es el que acostumbra a suceder cuando muchas personas, no especialistas, opinan e intervienen en un determinado trabajo creativo. Y esto es el que pasa a las campañas políticas. Todo el mundo opina, pero nadiesabe.
Casi todos los que hemos trabajado en publicidad hemos participado en campañas políticas. Yo incluso lo he hecho para tres partidos diferentes, y en los tres ha pasado el mismo: todo el mundo opina y todo el mundo quiere aportar su punto de vista. Es cómo si en una cirugía cardiovascular opinara la enfermera, el director del hospital, los padres del paciente y su pareja.
Es una sensación extraña pero muy común porque en el fondo vender a un político o a un partido político es relativamente sencillo. El público al cual se tiene que convencer está muy definido; el mensaje, también; el espacio de tiempo de la campaña es muy corto y los medios son claros. Pero a pesar de todo, son muy pocas las campañas políticas que destacan por su creatividad. La mayoría son soses, aburridas y, el más importante, carecidas de eficacia. Una oportunidad perdida para diferenciarse de la competencia.
Obama ganó las elecciones a la presidencia de los Estados Unidos con una de las mejores campañas políticas de los últimos tiempos y con un eslogan memorable: "We can".
Los propongo un ejercicio en estas elecciones municipales: escojan diferentes anuncios electorales, intercambien eslóganes y logotipos, descubrirán que, independientemente de la incoherencia del candidato con el logotipo del partido, los anuncios siguen funcionando exactamente igual.