La lengua hace la nación

Esta semana ha sido noticia un hecho que en ningún caso tendríamos que despreciar y muchos menos tildar de irrelevante. Porque a menudo son actuaciones como estas las que actúan como catalizador de un fuego devastador y de consecuencias irreparables.

El nuevo regidor de Cultura en el Ayuntamiento de Borriana, en el País Valencià, ha anulado la suscripción del consistorio a las revistas Camacuc, Cavall Fort y El Temps, así como a Enderrock y Llengua Nacional porque, señala en Twitter, "no seguiremos promoviendo el separatismo catalán con el dinero de los burrianos. No somos catalanes de segunda, somos valencianos y españoles de primera".

Yo me he hecho con el Cavall Fort. Y tengo que decir que me invade una dulce añoranza cuando evoco las historias y aventuras de Jan i Trencapins, de los barrufets, de Jep i Fiel, de Ot el Bruixot, de Felip Marlot, de l'avi Quim...

"La lengua, cualquier lengua, es cultura. Y la cultura, cualquier cultura, es un factor determinante del grado de civilización del país"

En casa vivíamos aquellos contenidos con emoción, los rostros invadidos por un sonreír goloso y agradablemente encomanadís. Ningún trasfondo político, ningún adoctrinamiento. La sola voluntad de los padres de hacernos disfrutar y estimular nuestra imaginación con el uso de la lectura en la propia lengua.

La lengua, cualquier lengua, es cultura. Y la cultura, cualquier cultura, es un factor determinante del grado de civilización del país. En este sentido, considerando la realidad lingüística del Estado español, lejos de empequeñecerlo tendríamos que hacer un esfuerzo colectivo para preservar y empoderar de manera equitativa las siete lenguas que hoy lo conforman: el catalán, el castellano, el vasco, el gallego, el aragonés, el aranés y el asturiano.

Vetar diferentes revistas y publicaciones con el argumento, lamentable, de que se expresan en lengua catalana, es un ataque directo a la democracia y al esfuerzo diario y constante de muchas y muchos.

Tenemos que dar la oportunidad a las generaciones futuras de conocer mejor su lengua, su cultura y sus raíces. Y esto pasa para normalizar el uso, protegerlo de las agresiones, quererlo, hacerlo amable y parte necesaria de nuestra identidad.

"¿Por qué toleramos que la cultura se intoxique del sectarismo y la irracionalidad?"

Me enorgullece decir abiertamente que hoy hablo con fluidez catalán, castellano y francés. Que estudio diariamente inglés para lograr este mismo nivel. Y que, en mi imaginario, anhelo algún día poder también expresarme en italiano y en portugués y en alemán y en japonés..., y en las tantísimas lenguas que vehiculan las relaciones humanas de todas partes.

¿Por qué permitimos que la política supedite determinadas esferas de nuestra vida? ¿Por qué toleramos que la cultura se intoxique del sectarismo y la irracionalidad?

La lengua y la cultura no tienen que ser nunca herramientas de enfrentamiento, sino de concordia.

Quiero formar parte de un país plural, respetuoso y tolerante con la diversidad, un país que proteja las lenguas minoritarias y minorizadas, un país que refuerce el aprendizaje inclusivo y promueva el uso activo en todas y cada una de las esferas de nuestra vida en sociedad.

Més info: El catalán no está patentado

El catalán es una lengua pequeña pero con una destacada presencia global. Según el último barómetro de las lenguas en el mundo que publica cada cinco años el Ministerio de Cultura francés, entre las más de seis mil lenguas que hay hoy en el mundo, el catalán es la doceava más influyente. Lo hablamos alrededor de 10 millones de personas y tiene presencia en un total de 4 estados: en los territorios de la Catalunya Norte, Andorra, Catalunya, la Franja de Ponente, el País Valencià, la comarca murciana del Carxe, las islas Baleares y Pitiüses, y la ciudad sarda de la Alguer. Y a pesar de esto, la situación de la lengua catalana en el marco europeo se puede considerar una auténtica anomalía. No tan solo no hay ninguna lengua de características similares al catalán en términos demográficos y de dinamismo sociocultural que no sea oficial en la Unión Europea —es la 13ª lengua en número de hablantes—, sino que hay once lenguas demográficamente menores que son oficiales: el búlgaro, el croata, el danés, el eslovaco, el esloveno, el estoniano, el finés, el letón, el lituano, el irlandés y el maltés.

"El catalán es la duodécima lengua más influyente del mundo. Lo hablamos alrededor de 10 millones de personas y tiene presencia en un total de 4 estados"

Tenemos todavía un largo camino a recorrer, y ni será leve ni nos lo pondrán fácil. Pasemos de las lamentaciones a los hechos, de las piadas a las acciones. Es el momento de poner el catalán en las luchas compartidas. Blindemos nuestras escuelas e instituciones, dotemos a nuestros maestros de los mejores recursos para llegar a los jóvenes, impulsemos el catalán en el mundo empoderando nuestro talento, exportemos nuestros productos y nuestras tradiciones por todas partes, hagamos fuertes alianzas de país que nos hagan imparables, seamos referentes en liderazgo y seducimos, construyamos marcas primeras que hablen y se comuniquen en catalán, dotemos nuestra lengua de prestigio, disfrutémosla y vivámosla con naturalidad.

Y ya para acabar, artículo 3.3 de la Constitución española: "La riqueza de las diferentes modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección".

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