Una opinión sobre el metaverso

El metaverso es una obviedad que acabará sucediendo, pero que por diferentes necesidades de Facebook y los intereses especulativos de unos cuantos ha saltado demasiado pronto a la agenda pública. Era y es una muy razonable línea de trabajo sobre la que vale la pena estar muy atento y hablar de ello, pero es un error de precipitación intentar convencer a la ciudadanía y al grueso de las empresas que ahora es el momento de subirse a este carro.

El metaverso es un mundo virtual en el que podremos interactuar con interfaces inmersivas. Si eres una empresa o una organización, una cosa es tener una web con un e-commerce y un carrito de la compra, o una app con un menú y diferentes opciones, o un perfil en redes sociales donde publicas fotos y pones corazones, y otra es tener un entorno 3D por el que la gente debe poder moverse, pasear e interactuar en tiempo real. Es un desarrollo nuevo, una interfaz nueva que pide una reflexión sobre porqué, para hacer qué, de qué manera, y cómo debes organizarte para atenderlo correctamente. Y al usuario le comporta utilizar unos dispositivos que ahora mismo casi nadie tiene, como unas gafas, unos guantes, o nada desdeñable, una habitación libre de estorbos para moverse sin ir tropezando con los muebles. Y suponiendo que todo esto se produzca, hace falta una altísima calidad y potencia en las telecomunicaciones y en los procesadores de nuestros dispositivos para intentar que la experiencia sea satisfactoria, pues lo normal será que todo ello tenga una gráfica muy básica y que cuando una persona se gire para mirar a la izquierda su avatar tarde demasiado en reproducir el movimiento. Imaginad un espacio con decenas de personas cada una moviéndose a su libre albedrío en tiempo real pretendiendo interactuar. Ahora mismo las propuestas en el metaverso acostumbran a ser curiosas pero muy deficientes en calidad gráfica y de tiempo de respuesta. Muy probablemente el metaverso no será razonable hasta la llegada del 6G, y ahora mismo el 5G está lejos de ser de uso habitual.

Decir que haces cosas en el metaverso te puede posicionar como una marca pionera, atrevida, exploradora, valiente, moderna, contemporánea y un montón de cosas más, pero difícilmente te dará hoy un retorno económico o un nuevo modelo de negocio

Muchas marcas están gesticulando en el metaverso pensando más con una lógica reputacional y de construcción de atributos de marca, que no con una lógica de cuenta de explotación y expectativa de servicio. Decir que haces cosas en el metaverso te puede posicionar como una marca pionera, atrevida, exploradora, valiente, moderna, contemporánea y un montón de cosas más, pero difícilmente te dará hoy un retorno económico o un nuevo modelo de negocio. Para entendernos, aquí la mayoría de marcas que están haciendo acciones relacionadas con el metaverso las están impulsando desde el área de marketing, y no desde el área de negocio. Otra cosa es lo que están haciendo Facebook y otros monstruos de escala global, pero Facebook ya ha hablado de un mínimo de 10 años antes de tener resultados. Y este es el problema, que estamos poniendo de moda una propuesta que quien pretende liderarla dice que es para la próxima década. Los motivos de Facebook son claros, como que el modelo de negocio del presente da síntomas de fatiga, quieren convencer a los accionistas de que tienen un plan para liderar el futuro. El otro día leí “Si buscas un lugar tranquilo sin demasiada gente, te recomiendo Facebook”. Cuando ésta es la coña, alguna cosa han de hacer.

La otra dimensión del tema es una operación de “real state”, al estilo de los antiguos portales que fueron populares al inicio de Internet. ¿Recordáis AOL, Geocities, Olé, Terra…? Al principio Internet tuvo la misma lógica que los centros comerciales que ahora tenemos en nuestras ciudades, como La Maquinista o Glorias en Barcelona, o Espai Gironés en Girona. En vez de abrir una tiende vete tú a saber en qué calle, la abres en un centro comercial porque esto te garantiza que habrá un flujo de público, una captación de audiencia. Tu abres tienda en La Maquinista y toda la gente que ahora ya tiene costumbre de ir te verá y quizás te comprará. En cambio, si abres la tienda en una calle normal, será tarea tuya darla a conocer y convencer a la gente de que se acerque. Los portales del inicio de Internet tenían esta lógica, y las marcas pagaban para tener su espacio digital dentro del portal con la promesa de que ahí había mucha audiencia. Con el tiempo esto fue perdiendo fuerza y las marcas fueron abriendo su propia web independiente. La evolución de esta idea de intentar aglutinar audiencias han sido las redes sociales, y ha funcionado bastante bien: las marcas han tenido que desarrollar presencia en Twitter, Tik Tok, Facebook, Instagram, Linkedin… como todavía hay marcas de cosmética o colonia que pagan por tener un espacio en la planta baja de El Corte Inglés. Es la lógica de “real state”: paga por estar aquí, que es donde está la gente. Y el metaverso vuelve a tener mucho de esta lógica: las marcas deberán pagar a Facebook para tener un espacio en su metaverso, y veremos aparecer otros operadores ofreciendo espacio en otros metaversos que responderán a lógicas sectoriales, territoriales o vete tú a saber.

Ahora mismo hay estas tres tendencias entre los profetas del metaverso: los que quieren ayudarte a parecer pionero, moderno e innovador (valor para la marca); los que quieren convencer a alguien sobre una apuesta de futuro (valor para el accionista); y los que aspiran a vender parcelas digitales de un espacio que esperan acabe teniendo mucho tráfico (real state). La primera, atributos de marca, es la única activable a corto, las otras dos son apuestas de futuro.

Més informació
Tenemos una responsabilidad generacional
Hay que llevar la iniciativa
Hoy Destacamos
Lo más leido