La política industrial no es política de innovación

Estos días ha salido el Regional Innovation Scoreboard 2023 en el cual Catalunya ha recuperado la categoría de Strong Innovator que había perdido. Catalunya se sitúa detrás del País Vasco y Madrid, y es la tercera región de España por delante de Navarra. En general, las regiones líderes en España avanzan posiciones, en buena parte debido a las inversiones postpandemia, los fondos Next Generation y a la repatriación de la industria a escala mundial.

Progresamos adecuadamente y hay que felicitarse, pero ni de lejos estamos donde tendríamos que estar si lo comparamos con nuestra contribución científica.

Se ha producido un giro en las políticas y nos tenemos que congratular. Es un fenómeno no sólo europeo, sino en general de todo Occidente. La pandemia, los graves problemas de suministro de chips, la guerra de Ucrania y la transformación geopolítica hacia un mundo que en vez de competir busca la confrontación, han cambiado las políticas y han provocado que ahora se vuelva a hablar de política industrial y de soberanía sin tapujos.

Los mercados no son instrumentos mágicos capaces de leer las mentes de los ciudadanos y alinearse con sus aspiraciones. Nunca ha sido así. Los mercados proporcionan una solución a la oferta y demanda existente. Que sea la solución dependerá de la correlación de fuerzas de los actores del mercado, de la legislación... y del azar.

El trabajo de los gobiernos es diseñar estos mercados de forma que se alineen con los intereses de una sociedad concreta. Esto se hace con la legislación, pero también con la participación directa, inyectando capacidades –como por ejemplo talento y capital– en sectores específicos del mercado y proporcionando protección legal y recursos reales, que permitan que toda la sociedad, y no solo una parte, se beneficie. Esta es la tarea de los gobiernos.

Obviamente, nada es gratis, y las intervenciones del mercado por parte de los gobiernos tampoco lo son. Son caras y tienen efectos secundarios: captan la atención de startups, de investigadores... Pero no ha habido ninguna de estas medidas en las propuestas del gobierno.

Ahora bien, lo que sí que estamos viendo es el resurgimiento de las políticas industriales. La industria es ciertamente importante para un país, especialmente si es una industria exportadora, porque esto quiere decir que compite y este es el elemento clave.

Hoy en día, las organizaciones, países y sociedades compiten y esta competición la hacen, en buena parte, innovando. Por eso hoy en día las políticas de innovación son tan importantes.

Las sociedades ganadoras disponen de recursos para decidir su futuro, para hacer políticas sociales y de vivienda, y para crecer y repartir de manera más equitativa este crecimiento. Las sociedades que pierden, que decrecen, también tienen que repartir, pero los recortes, y finalmente repartir la pobreza. En un mundo global donde todo el mundo quiere progresar y en el cual naciones como China, India o EE.UU. están embarcadas en una carrera de crecimiento global, la única opción de futuro es competir y crecer.

"La política industrial nos aboca a menudo a una visión limitada y sectorial de la innovación"

Ahora bien, se puede crecer e innovar de muchas maneras. ¿Cuál es el motor que más interesa?

La innovación se define por tres coordenadas. En primer lugar, la novedad: si no es nada nuevo, no es innovación. En segundo lugar, la adopción: si la propuesta no se ha adoptado, si la gente no lo ha comprado, si las organizaciones no la usan, entonces tampoco es una innovación. Y en tercer lugar, el impacto: hay propuestas que cambian el mundo y hay propuestas que son nuevas, todo el mundo las adopta, pero no mueven la aguja de nada, no cambian prácticamente nada. Estas últimas propuestas que cambian poco o nada, se las llama innovación incremental, y algunos de mis compañeros discuten abiertamente que esto sea innovación.

Es útil pensar que ninguno de estos tres elementos -novedad, adopción e impacto- es blanco o negro, más bien un gradiente. Entenderlo como un gradiente, con todos sus grises, nos permite comparar innovaciones.

Pero, ¿cómo son las innovaciones de la política industrial? Lo primero que hay que entender en política industrial es la dimensión del tiempo. Todo tarda muchos años y, además, hace falta que el sistema tenga estabilidad, dirección y seguridad jurídica. Es cierto que todo se está digitalizando y esto está incrementando la velocidad del sistema, pero no tiene nada que ver con el mundo digital, donde todo va más rápido. "Move fast and break things", el paradigma del mundo digital que Elon Musk ha llevado a la industria raramente funciona y, en todo caso, no es representativo de lo que sucede en el mundo industrial.

"El paradigma del mundo digital que Elon Musk ha llevado a la industria raramente funciona y, en todo caso, no es representativo de lo que sucede en el mundo industrial"

En la industria, buena parte de la innovación tiene como objetivo mejorar la eficiencia causando el mínimo ajetreo posible. Son innovaciones que sí que aportan novedad y son ampliamente adoptadas, pero tienen un impacto limitado. Es decir, te permiten continuar en la carrera, mantener una posición nicho, pero raramente ganar o por lo menos conseguir una ventaja significativa. Buena parte del problema nace de intentar minimizar el ajetreo o que los cambios organitzacionales sean mínimos.

La política industrial nos aboca a menudo a una visión limitada y sectorial de la innovación. Probablemente, no sea la visión que puede hacer mover la aguja de un país. Es por eso que, ahora más que nunca, hay que hacer política industrial, pero sobre todo, hay que mirar más allá y hacer políticas de innovación que muevan la aguja del país y aporten resultados tangibles a la sociedad.

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