¿'Quo vadis', Europa?

Hay una guerra abierta entre China y Estados Unidos para ver quien domina el mundo, y como ha pasado siempre en todas las guerras importantes, se está jugando en el campo militar, económico, tecnológico y científico. Es una guerra estructural de largo recorrido que ya estaba activa con Obama, siguió con Trump, continúa con Biden y todo indica que durará mucho más tiempo.

Ya hace mucho tiempo que China decidió plantar cara de manera decidida en telecomunicaciones, microprocesadores, supercomputación, inteligencia artificial o biotecnología, y a una velocidad vertiginosa no solo recuperó el retraso que tenía, sino que incluso ha superado en muchos aspectos a su rival norteamericano. Trump tuvo que reaccionar y vetar a Huawei ante el riesgo de que la tecnología 5G del enemigo acabase formando parte de las infraestructuras básicas de su país, y China contestó prohibiendo que ningún servicio público de su país utilizase ninguna tecnología extranjera. Justo esta semana, Estados Unidos ha liberado a la directora financiera de Huawei, a quien detuvo en Canadá y ha mantenido prisionera durante casi tres años. China contestó inmediatamente deteniendo a dos ciudadanos canadienses que curiosamente también han sido liberados esta semana. Recuerda mucho a los tiempos de la Guerra Fría.

Mientras aquí todo el mundo habla de la americana Amazon, la china Alibaba factura seis veces más; mientras hablamos de Twitter, la china TikTok ya tiene 1.000 millones de usuarios mensuales en todo el mundo

Este mes de septiembre también hemos visto como Estados Unidos le ha birlado a Francia el contrato para entregar a Australia 12 submarinos nucleares. Más allá de los temas económicos, hay que leer esta decisión en el contexto de la nueva alianza militar AUKUS, formada por Australia, Reino Unido y Estados Unidos. Y no perder de vista otra nueva alianza, QUAD, formada por Estados Unidos, Japón, India y Australia, que todos aseguran que no es militar pero justo estos cuatro países han hecho maniobras militares conjuntas este agosto en el este de China, en el mar de Filipinas. Se trata de plantar cara a China en el Pacífico, un espacio estratégico en el que cada vez se habla más de un posible ataque chino a Taiwan. Si eso pasa, la primera línea será Australia, y quizá por aquí viene la necesidad de tener submarinos. Y si justo ahora los están encargando, quizá se pueda interpretar como la prueba de que el tema va para largo.

Mientras aquí todo el mundo habla de la americana Amazon, la china Alibaba factura seis veces más. Mientras hablamos de Twitter, la china TikTok ya tiene mil millones de usuarios mensuales en todo el mundo. Mientras aquí seguimos a Zara, en China va creciendo Shein que ya vende en línea en todo el mundo más que Inditex y saca más de 500 nuevos productos cada día. Cada día. Y así todo. Hay dos modelos, el chino y el norteamericano, o también podríamos decir el oriental y el occidental, que en el fondo son lo mismo: la propuesta de un nuevo modelo económico y social basado en el control de los flujos de datos, y mientras uno lo propone desde el Estado el otro lo propone desde el mercado. Esto ya lo escribíamos hace dos años.

Es la primera vez en los últimos 3.000 años que los europeos no somos determinantes en el diseño del mundo

Lo sorprendente es el papel de Europa en todo este asunto. Se está discutiendo el nuevo orden mundial y ni Berlín, ni París ni Bruselas están invitadas. Es la primera vez en los últimos 3.000 años que los europeos no son determinantes en el diseño del mundo. Dos se pelean y poco más podemos hacer que mirárnoslo. Continuamos pensando que nuestra opinión es relevante, pero una y otra vez nos demuestran que esto es cada vez menos cierto. Francia se ha enfadado por el tema de los submarinos australianos, pero ya no los fabricará. No fabricamos microprocesadores, y sin ellos se para buena parte de nuestra industria y de nuestro progreso. Queremos dar lecciones morales, pero tenemos vergüenzas humanitarias, fiscales, jurídicas, políticas, ecológicas…

Dicen que el duelo tiene cinco fases: negación, ira, negociación, depresión y aceptación, pero no nos las podemos permitir. No podemos negar los hechos, ni enfadarnos con China o Estados Unidos, y aún menos ponernos depresivos o limitarnos a aceptarlo. Deberíamos intentar resolverlo de una manera más madura y ojalá más ágil: aceptación, coordinación, planificación y acción. Ellos estarán los próximos 10 años fabricando los submarinos nucleares de Australia, nosotros también deberíamos intentar dedicar este tiempo a construir alguna cosa, como cuál ha de ser el papel de Europa en el mundo. Se lo encargamos a los políticos hace más de 70 años y parece que ahora ya no hay los liderazgos necesarios para continuar empujando. Se dijo que en lugar de los Estados tomarían el relevo las ciudades, pero al frente hay la misma lógica de política de partidos que tanto daño nos está haciendo. Quizás ahora lo que toca es intentarlo desde otras lógicas, como la sociedad civil, los centros de investigación y el mundo científico. No es imposible, solo difícil.

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