La industria no necesita 45 millones

El primer capítulo del libro Les Hores, de Josep Pla, se titula Any nou, vida la de sempre. Me ha venido a la cabeza este capítulo porque volvemos a estar en la semana de la Purísima Constitución y nada cambia. Ya hace un año que publiqué un artículo, aquí mismo, titulado La Purísima Constitución y la ética del trabajo. Si ustedes hablan con cualquier persona sensata, les dirá que esta semana, con dos fiestas no consecutivas, es una aberración. ¿Alguien hace algo? Yo conozco el caso de una hipoteca que no se firmará esta semana porque, según el banco, "es una semana perdida".

Una de las características de los malos políticos es hacer ver que se hacen cosas cuándo, de hecho, la suma de las cosas que hacen es exactamente cero. Quiero decir que con una mano hacen ver que te ayudan y con la otra te perjudican. En una de estas fiebres publicitarias de autobombo que periódicamente salen en los medios -hay muchas, de recurrentes: el Corredor Mediterráneo, el aeropuerto de Barcelona o el "turismo de calidad"- el Govern anunció, una vez más, que la industria catalana va mal. ¡Mira qué gran descubrimiento! El caso es charlar. Esta vez, pero, han decidido gastar dinero del contribuyente: 45 millones. Y yo me pregunto: ¿Seguro que la industria catalana necesita estas ayudas que, después, quedan en nada?

"Una de las características de los malos políticos es hacer ver que se hacen cosas cuándo, de hecho, la suma de las cosas que hacen es exactamente cero"

En el origen de esta barbaridad que es el puente de la Purísima Constitución, hay unos responsables y un principal perjudicado. Los responsables son los políticos que no solo son los que la instauraron, sino que no hacen nada, ni tuitean, para enmendar la pifia. También hay actores colaboradores cómo son los sindicatos. En definitiva, hay un triunfador: el populismo. Y el perjudicado es el mundo productivo, el principal actor del cual es la industria. Durante esta maldita semana se rompe la cadena productiva que tanto cuesta de mantener. Yo solo pregunto: ¿Y si las pérdidas que esta semana provoca al sector industrial fueran, aproximadamente, de 45 millones?

La no desaparición de esta maldita semana tiene un triunfador: el sector turístico. Y el lobby que parece que gobierne el país. No sorprende. Cojan, por ejemplo, Turisme de Barcelona. Es una entidad pública: Ayuntamiento de Barcelona y Cambra de Comerç. ¿Presidente? Un hotelero de la ciudad. Está bien el tema. El zorro vigilando el gallinero. Estamos tan estupidizados que, eso sí, nos escandalizaríamos si al frente del ministerio de industria italiano colocaran alguien de la familia Agnelli (los amos de FIAT). O al Roig (Mercadona) como ministro de comercio de España. ¿No?

"Lo que necesita la industria es que no la molesten y que los políticos hagan su trabajo"

La industria no necesita que la ayuden. Ni menos, aunque la ayuden a mejorar su cuenta de resultados con ayudas ridículas (45 millones repartidos entre la industria catalana, no solucionan nada). Lo que necesita la industria es que no la molesten y que los políticos hagan su trabajo: evitar estúpidas semanas laborales cómo la que sufrimos hoy mismo, construir grandes infraestructuras necesarias (no se hace ninguna desde que terminó el presidente Pujol), dejar de subvencionar sectores de baja productividad (como por ejemplo bajar impuestos a las terrazas de bar), mejorar la formación profesional, estimular la inmigración con formación industrial en lugar de importar camareros y mujeres de la limpieza.

En realidad, la industria catalana necesita lo que necesitamos todos: una clase política que no derroche el país. Al menos que no molesten con calendarios de país tercermundista.

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