La silla

La Navidad es una época de contrastes. Durante los días previos reinan las prisas para cerrarlo todo para llegar a tiempo: las compras, la comida, los adornos... Después ya sí: se paran los relojes y las prisas y nos sentamos con nuestros seres queridos alrededor de la chimenea o de la mesa y, por fin, tenemos tiempo para querer.

A algunos familiares los veo a menudo, pero a otros, desgraciadamente, una o dos veces al año. Y adoro sentarnos estos días en la mesa, disfrutarnos y observarlos con cierta retrospectiva: algunos están como siempre, a otros les empiezan a pesar los años, otros te explican novedades profesionales o amorosas, otros han sumado un nuevo miembro a la familia... Y sé que en algún momento del día unos u otros pensaremos en aquellas sillas vacías. Bien, que quizás ya no están vacías y las ha ocupado un nuevo miembro en la familia -¡y bienvenido sea!-, pero el vacío de quien se sentaba en aquella silla ya no lo llenará nadie.

Cada Navidad pienso en los que estaban en la mesa con nosotros y ahora no están. Supongo que todos lo hacemos, ¿no? Por eso hay gente que detesta estos días, por la carga nostálgica.

Pero yo pienso en aquellas sillas, en aquellas personas, y agradezco la suerte de estar un año más. Me paro y agradezco el año vivido, y estar aquí para ver cómo los más pequeños han crecido, pero nosotros también, para escuchar y explicar las batallitas de los últimos meses, un año más. Y ya durante los postres hablaremos de política y diremos que cada vez los políticos lo hacen peor. Y nos calentaremos con el debate político hasta que algún sensato de la sala decida acabar la conversación con una anécdota de cuando éramos pequeños. Y los que no están, un año más, se lo habrán perdido.

"Pienso en aquellas sillas, en aquellas personas, y agradezco la suerte de estar un año más"

Una de las personas que dejó su silla vacía en casa, en su última Navidad escribió a sus amigos y familiares una felicitación que, desde hace 16 años, llevo grabada como filosofía de vida: "Cultiva buenos sentimientos y recogerás una inmensa felicidad. Agradecido de celebrar una Navidad más con vosotros". Pues un año más, los continuaré cultivando porque, tenía razón, lo recoges de muchas maneras.

No hay que estar enfermos para agradecer el presente; para agradecer tener, un año más, una silla en la mesa de Navidad. "Agradecida de celebrar una Navidad más con vosotros".

¡Felices fiestas!

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