Covid-19, recesión y cambio climático

Las organizaciones que quieran sobrevivir en el momento actual tendrán que acelerar el cambio en los procesos de transformación digital, sociológica y en el modelo de negocio, construyendo una nueva cultura de empresa.

Con el confinamiento provocado por la pandemia, pasamos de un día para otro a tener millones de personas trabajando desde casa. Casi el 40% de los ocupados a la Unión Europea empezó a teletrabajar a consecuencia de la pandemia, y buena parte ya tenían alguna experiencia previa. En contraposición, en España y antes del Covid-19, sólo un 4,8% de los empleados trabajaban a distancia.

En el siglo XX, Europa era el referente de las telecomunicaciones con grandes industrias localizadas en cada país. A partir del 2000 se pasó a un nuevo orden mundial en el cual los Estados Unidos lideró la generación de empresas digitales con el nacimiento de compañías que, como Google, se aprovechan de las redes de los operadores para dar servicio a los usuarios sin invertir en las infraestructuras necesarias para prestar el mismo. Desde China, por su parte, copiaron los mismos conceptos y crearon su Google, su Facebook, su Amazon, o herramientas propias de mensajería. Esta situación posiciona a los dos países como líderes de los contenidos, el negocio de los datos, la Inteligencia Artificial y de los servicios innovadores.

Europa, que carece de una política industrial digital adecuada, se ha quedado atrás y la realidad digital avanza mucho más rápido que sus leyes y legisladores. Por este motivo estamos en la cola en materias de teletrabajo e innovación tecnológica.

"Europa carece de una política industrial digital adecuada y se ha quedado atrás"

Ahora sería un buen momento para que se estudiara la implementación de una directiva europea de Trabajo a Distancia coherente y con pautas, que tuviera en cuenta la promoción del teletrabajo en todas las empresas y en los hogares, intentando también liderar el 5G con soluciones tecnológicas, que se puedan utilizar en todo el mundo.

La crisis del Covid-19 ha hecho que en España pasemos de un teletrabajo escaso a uno masivo sin dar tiempo a muchas organizaciones a planificar, y sin haberse realizado un cambio de cultura empresarial y organizativo. Esta falta de planificación hace que muchas empresas apliquen modelos basados en la presencialidad, que en muchas ocasiones obliga los empleados a demostrar que están conectados las 24 horas del día. Una intensificación del trabajo y extensión de la jornada laboral que puede causar situaciones de estrés laboral. Además, miles de personas se enfrentan también en muchos casos al reto de trabajar en remoto compaginando su atención a los hijos.

"Sería un buen momento para que se estudiara la implementación de una directiva europea de Trabajo a Distancia coherente y con pautas"

En definitiva, el trabajo a distancia tiene que constituir una alternativa al trabajo presencial y tiene que considerarse desde el plan estratégico de las compañías, con un equilibrio entre la empresa y sus empleados en el cual los dos salgan beneficiados. De todas maneras, a medida que se levanten las restricciones del confinamiento no parece que vaya a haber un aumento significativo del teletrabajo salvo que cambiemos nuestras dinámicas organizativas y es aquí donde tenemos que reflexionar sobre la idoneidad de esta práctica, que genera oportunidades como la disminución de los costes de estructura.

Las empresas tienen que ser muy inteligentes para encontrar nuevos equilibrios entre las ventas actuales y sus gastos fijos. En concreto, tienen que evitar acabar con patrimonios limpios negativos, es decir, que las pérdidas generadas no superen los valores de los capitales sociales y las reservas. Más, teniendo en consideración las últimas previsiones del FMI que estiman caídas muy importantes del PIB durante este 2020; para España con un declive del 8%, para la eurozona del 8% y para el mundo, del 3%. La recesión parece que está servida y cuanto mejor se preparen las compañías más fácilmente podrán aguantar la tormenta, adecuándose así para el previsto crecimiento económico en 2021.

"Las empresas tienen que ser muy inteligentes para encontrar nuevos equilibrios entre las ventas actuales y sus gastos fijos"

Cabe añadir reflexiones para el futuro inmediato. Por un lado, la transformación digital de nuestro modelo educativo es prioritaria creando procesos en linea con mayor calidad, enfrentándonos a la brecha digital fundamentada en la falta de conectividad de algunas regiones, donde tanto estudiantes como profesores no tienen acceso a equipos y la calidad de la red es baja. Por otro lado, si un mayor número de personas empiezan a trabajar desde su casa, la cantidad de automóviles en la carretera disminuirá significativamente, lo cual produciría que las emisiones de gases de efecto de invernadero se redujeran drásticamente. Es necesario establecer objetivos ambiciosos de reducción de emisiones, priorizando una transición ecológica más rápida y equitativa.

Afrontamos una emergencia climática global con impactos irreversibles para las personas y los sistemas naturales que nos sustentan, y que será más devastadora para la humanidad que el Covid-19. Todavía estamos a tiempo de pararlo y, además, los beneficios de cambiar a una economía baja en carbono podrían crear una oportunidad de crecimiento global de 26 billones de dólares y 65 millones de nuevas ocupaciones para 2030, según el último informe de la Comisión Mundial sobre la Economía y el Clima.

Hagamos posible entre todos que la lucha contra el cambio climático sea la palanca de recuperación económica después de la crisis del coronavirus.

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