Etnógrafo digital

Tuits que parecen años

03 de Noviembre de 2022
Act. 03 de Noviembre de 2022
Josep Maria Ganyet | VIA Empresa

El reinado de Elon Musk en Twitter es una continuación de su estrambótico proceso de compra. Tuitero incontinente, autollamado absolutista de la libertad de expresión fue él mismo quien con sus tuits nos narró el proceso de compra y al mismo tiempo influyó en él. Lo mismo parece estar pasando con su gestión como “Tuitero jefe”, el título que se puso en la bio al comprar la red y que ahora ha cambiado por “Operador telefónico de quejas de Twitter”. Ha pasado sólo una semana, una eternidad en Twitter.

 

Por eso, hablar de la última salida de tono de Elon Musk es una contradicción en sus propios términos. Para él, Twitter es a su vez su agencia de relaciones públicas y una extensión de sus pensamientos: lo que piensa lo publica en Twitter y lo que publica en Twitter es lo que piensa. Aunque a veces parezca que no piensa lo que publica. Estos días hemos visto algunos ejemplos.

 

Al hacerse dueño del pajarito, Musk proclamaba al mundo en un tuit que “El pájaro ha sido liberado” y en otro que “El humor es ahora legal en Twitter” (“Comedy is legal on Twitter”). El tuit, que en estos momentos tiene más de 206.000 retuits, cerca de 40.000 citas y más de 2.300.000 me gusta, fue visto por muchos como la prueba de que a partir de ese momento había barra libre otra vez para la difusión de discursos negacionistas, homófobos, racistas y, en general, de cualquier otro discurso de odio. Al fin y al cabo, había manifestado reiteradamente que lo que haría sólo al tomar el control de Twitter sería readmitir a Trump y su caterva. Para los republicanos estadounidenses, la ultraderecha global y los Lord Sith del universo, Musk había restaurado el lado oscuro de la fuerza.

La manera de celebrarlo de esta gentuza —no podía ser otra— consistió en llenar Twitter de cruces gammadas, memes nazis, insultos racistas, antisemitas, homófobos y otras delicatessen en un ataque perfectamente coordinado desde foros como 4chan. El Network Contagion Research Institute registró un crecimiento del 500% de la palabra “nigger” las 12 horas posteriores al simpático tuit de Musk. El nuevo propietario tuvo que salir al paso diciendo que todavía no había tomado ninguna medida y que en todo caso las tomará un consejo asesor con miembros de todo el espectro ideológico, un órgano similar al que Mark Zuckerberg ya creó por Facebook. Los tuits de “celebración” fueron borrados y las cuentas de sus autores canceladas.

Y es que Twitter, a pesar de tener sólo 400 millones de usuarios -Facebook pese a sus dificultades tiene casi 3.000- tiene una influencia desproporcionada en la sociedad. Al ser la red preferida de políticos, periodistas, políticos, comunicadores y medios de comunicación lo que ocurre es amplificado en sus respectivas plataformas de difusión: los profesionales de los medios están pendientes de la tendencia del momento con el que abrirán sus informativos; la última polémica en Twitter, sus protagonistas y las reacciones. Los digitales hacen recopilaciones de los tuits más polémicos que hacen pasar por periodismo.

Twitter es la red preferida de políticos, periodistas, políticos, comunicadores, medios de comunicación y lo que ocurre es amplificado en sus respectivas plataformas de difusión

Y si quien tuitea tiene más de 112 millones de seguidores, es el hombre más rico del mundo y además el dueño de Twitter la cosa se complica.

Ocurrió el domingo. Hillary Clinton dijo en un tuit que “el odio y las teorías enfermizas de la conspiración” que los republicanos difunden dan argumentos a los perturbados como el que agredió con un martillo al marido de Nancy Pelosi en su mansión de San Francisco. Una de las respuestas al tuit era de Elon Musk: "Hay una pequeña posibilidad de que esta historia no sea lo que parece" a la que adjuntaba un enlace a un artículo del Santa Monica Observer. El diario, conocido por difundir teorías de la conspiración y noticias falsas, informaba que el Sr. Pelosis iba bebido y que el asaltante era en realidad un gigoló que habría alquilado. Pese a la exclusiva, el medio no citaba ninguna fuente. Este mismo diario ya había publicado en el 2016 que Hillary Clinton murió y que la persona que acudió a los debates con Trump era una doble. Musk borró el tuit horas después.

Sin embargo, la cosa se complicó cuando bots, trolls y gente de buena fe ampliaron su mensaje. Yo mismo fui una víctima indirecta, no de hacer redifusión, sino de la distorsión de la realidad de Musk. El domingo por la mañana, una búsqueda por las palabras clave en Twitter mostraba las reacciones al tuit y una nueva teoría de la conspiración, esta vez contra el marido de Nanci Pelosi y a favor del atacante de quienes habían localizado su casa. La teoría es que el asaltante era un hippy de extrema izquierda a quien los servicios secretos habían suplantado en los medios sociales donde desde hacía meses publicaban mensajes radicales de ultraderecha para inculparle en el futuro cuando el Sr Pelosis estuviera en el hospital! Si te quedabas aquí te quedabas con la duda. Recordemos que el objetivo de las noticias falsas no es convencer a nadie de nada sino al hacernos dudar de todo.

Musk, un par de días antes de hacerse efectiva la compraventa (siempre me ha gustado hablar como un notario) explicaba en un tuit que lo hacía por el “futuro de la civilización”, para “ayudar a la humanidad que ama”. En la misma nota también advertía que no permitiría que Twitter se convierta "en un paisaje infernal donde se pueda decir cualquier cosa sin consecuencias".

No es lo mismo ser el hombre más rico del mundo con incontinencia tuitera que el dueño más rico del mundo con incontinencia tuitera

Podría empezar por sí mismo y dándose cuenta de que no es lo mismo ser el hombre más rico del mundo con incontinencia tuitera que el dueño más rico del mundo con incontinencia tuitera. "Un gran poder comporta una gran responsabilidad"; dos grandes poderes, el doble.

Sin embargo, no parece que esto tenga que ocurrir. En una muestra más de su torpe ironía Musk publicaba una captura al titular del artículo del New York Times que cuenta la historia de su tuit: “Elon Musk, en Tweet, Shares Link From Site Known a Publish False News”. El texto con el que acompaña la captura dice literalmente: “Esto es falso —¡no he tuitado un enlace al New York Times!”. Añadimos atacar a la prensa a la distribución de noticias falsas. ¿Le recuerda alguien?

Os responde él mismo en un tuit reciente: “Si tuviera un dólar por cada vez que alguien me preguntara si Trump volverá a esta plataforma, Twitter estaría acuñando dinero!”