Vivimos (des)informados

Estar o no estar informado? Estar o no estar desinformado? Esta no es la cuestión. La gran pregunta shakespeariana del periodismo es la siguiente: vivimos informados o desinformats? Lo sabemos? Y qué hacemos? Una primera respuesta incluye algunos hábitos capitales cortesía del periodista y director de Sibilare, Marc Argemí, en su último libro Los 7 hábitos de la gente desinformada (Conecta, 2019).

"Vivimos informados o desinformados? Lo sabemos? Y qué hacemos?"

Toda decisión, incluso la de escribir un libro o un artículo de opinión como este, puede empezar con el método de Benjamin Franklyn, uno de los padres fundadores de los Estados Unidos, que data del 19 de septiembre de 1772: dividir media hoja de papel en dos columnas entre Pros y Contras, meditarlo tres o cuatro días, añadir sugerencias, ponderar cada argumento y tomar una determinación en consecuencia.

Sin ser quizás del todo consciente, Franklyn ya define el sentido común vestido de moral o prudencia a la hora de decidir: "Aunque el peso de las razones no pueda tomarse con la precisión de cantidades algebraicas, cuando cada una se considera por separado y comparativamente, y la totalidad está ante mí, creo que puedo juzgar mejor y es menos probable que haga un mal paso. De hecho, he encontrado una gran ventaja en este tipo de ecuación, en lo que se podría decir Álgebra Moral o Prudencial".

Argemí tiene suficiente con esta captatio benevolentiae a la americana para soñar a la catalana: con más información, mejores decisiones. Entremedio, se pone en entredicho la racionalidad de la mano del gurú Daniel Kahneman y una lluvia de conceptos como la percepción de la incertidumbre, la aversión al riesgo, la confianza o la experiencia entra en juego.

Esta reflexión en el preludio del libro de la (des)información habla por sí sola: "Las personas informadas se asemejan las unas a las otras, pero cada persona es decidida a su manera. Con los mismos datos, procesados racional y emocionalmente, cada cual sigue un camino diferente".

Argemí: "Somos capaces de desinformarnos a demanda para poder decidir a placer"

Del mismo modo: "Las personas indecisas se asemejan las unas a las otras, pero cada persona desinformada lo es a su manera. El estado de indecisión no procede necesariamente de la falta de unos datos en común, si no más bien de una amplia gama de posibilidades, como la ausencia de datos o jerarquización, o la inseguridad."

Imperfectos decididos, perfectos ignorantes. Perfectos decididos, imperfectos ignorantes.

Internet, las aplicaciones del móvil o las redes sociales y sus inescrutables canales de flujos de información o desinformación han abierto todo un mundo... Última hora: Fake News incluidas. Podemos decidir más y mejor o podemos decidir más y peor. Al gusto del consumidor. Consciente o no. Libre o no.

Mal que nos pese, no resulta extraño habla de desinformación entre gobiernos, grupos empresariales o partidos políticos... Pero sí que resulta innovador escribir sobre cómo nos desinformamos a nosotros mismos. "Somos capaces de desinformarnos a demanda para poder decidir a placer", alerta Argemí.

De hecho, incluso hacemos nuestro el privilegio de escogerlo: "Las redes sociales han liberalizado el fenómeno, de forma que ahora cada cual se desinforma cómo quiere".

Kapuscinski: "Antes, ser periodista era una forma de vivir, una profesión para toda la vida, una razón para vivir, una identidad"

Leemos aquello que queremos o podemos leer, escuchamos aquello que queremos o podemos escuchar, vemos aquello que queremos o podemos ver... Y todo ello con el objetivo de reafirmar nuestro propio relato decisivo de vida. El libro de Argemí va de tecnologías y personas que se sienten cómodas en la (auto)desinformación. Cómo también va de no confundir Ana Karenina de León Tolstói y Guerra y paz de Dostoievski. Y sobre todo de cómo aclararlo en caso de confusión literaria.

No son siete pecados capitales al más puro estilo Seven de David Fincher protagonizada por Brad Pitt, Morgan Freeman, Gwyneth Paltrow y Kevin Spacey, pero sí siete hábitos que te harán darte cuenta que estás desinformado: cuñadismo, incredulidad crédula, indecisión crónica, ansiedad informativa, confusionismo relacional, activismo visceral o precariedad informativa. Te has sentido identificado? Identifícate leyendo.

A título personal, os haré una confesión: soy un economista que trabaja como periodista y también estoy (des)informado. No por voluntad. Tampoco por decisión. Pero, lo estoy. Cómo prácticamente todo el mundo. Ahora bien, del mismo modo que estoy (des)informado también estoy convencido que la mejor forma de combatir la desinformación es con información de calidad que nos permita a todos juntos tomar mejores decisiones.

Més info: Y tú, que quieres ser, inmóvil o invisible?

"El periodismo puro que te vendían en la universidad no existe", aseguraba Xantal Llavina en una entrevista a VIA Empresa. Por la parte que me toca, me quedo con el recuerdo de esta cita del maestro Kapuscinski: "Antes, ser periodista era una forma de vivir, una profesión para toda la vida, una razón para vivir, una identidad". Recuperémoslo. La revolución informativa la haces o te la hacen.

Y para acabar, añadimos un giro de guión: el capitalismo de vigilancia de la psicóloga Shoshanna Zuboff al descubierto. Un campo de batalla e investigación que comparten Marc Argemí o Josep Maria Ganyet, entre otros. "La lucha por nuestra privacidad es más compleja de lo que podíamos imaginar, porque hay demasiados beneficios en el hecho de mercantilitzarla. Nuestros datos valen tanto dinero que el capitalismo de vigilancia no nos lo pondrá fácil para recuperar el control".

"Estar informado es un libro y sobre todo una decisión para todos los públicos. Desinformémonos para informarnos"

De momento, pero, quizás podemos intentar recuperar el control de cómo nos informamos poniendo el foco en esta receta de siete hábitos. Tan sencilla como compleja. están invitados el álgebra moral o prudencial de Franklyn, el Thinking Fast and Slow de Kahneman o los grandes clásicos de Tolstói y Dostoievski. También las lecciones de Kapuscinski.

Estar informado es un libro y sobre todo una decisión para todos los públicos. Desinformémonos para informarnos.

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