Economía colaborativa: hacia donde vamos?

El fundador de Amovens y Spacebee reflexiona al Foro Impulsa'14 sobre el consumo compartido y su adaptación al sistema económico actual

Cada vez es más habitual sentir a hablar de negocios como Airbnb o Blablacar . Los dos se basan a ofrecer un bien o un servicio a un precio razonable, y a menudo compartiéndolo para hacer un uso eficient. En esto se basa la economía colaborativa, una realidad que conoce a fondo Diego Hidalgo. Él es el fundador de Amovens, una compañía que pone en contacto viajeros que quieren compartir coche, y también de Spacebee , con la cual da una oportunidad a las empresas de rentabilizar los espacios vacíos ofreciéndolos a profesionales por un tiempo determinado.

Con experiencia práctica sobre el sector, Hidalgo ha abierto al Foro Impulsa'14 celebrado estos días en Girona un debate sobre el actual consumo colaborativo, pero también una reflexión en clave de futuro.

Un debate polarizado
Hidalgo diferencia dos frentes opuestos. Por un lado, los defensores del nuevo modelo de la economía colaborativa, a quien denomina "evangelistas" y a quienes define como grandes fans del movimiento. Por la otra, las "viejas industrias", las cuales no hacen más que reaccionar en negativo ante la amenaza que los supone la llegada de estas nuevas iniciativas, las mismas que podrían tomarlos parte de la cuota de mercado que tanto los ha costado conseguir.

Y en medio de la batalla sitúa el Estado y los consumidores. El primero se encuentra ante un paradigma sobre el cual no tiene claro como responder, por el que su rol regulador todavía está en definición. El segundo, en cambio, tiene que escoger si responder positivamente a las empresas que surgen en clave de colaboración y cooperación , teniendo un papel fundamental a la hora de definir el éxito o el fracaso.

Sea cual sea la posición que uno tome, Hidalgo aconseja no usar en ningún momento el término "revolucionario". Desde su perspectiva, asegura que es recomendable aplicar una visión más crítica para hacer un análisis económico y social. El objetivo es comprender la magnitud del cambio de paradigma y adaptarlo al contexto que se vive.

Mitos del fenómeno colaborativo
"Hay empresas que se unen y entran en el juego". Según Hidalgo, esta es la realidad y, a la vez, una de las principales sorpresas que comporta el sistema colaborativo. "No son los usuarios que se unen para compartir quienes lo impulsan", desmiente, "sino que son las compañías las que hacen posible el cambio a la hora de consumir ".

El segundo mito que se ha construido es que elimina el intermediario y da poder al consumidor. "En realidad, el más habitual es que las empresas que deciden iniciarse en este campo se conviertan en las intermediarias que ponen en contacto el oferente y el demandante de un servicio", explica el creador de Amovens y Spacebee . Esto es el que ha hecho que sea cada vez más habitual el modelo transaccional en las organizaciones, el cual se basa al "gestionar una transacción entre usuarios y aplicar una comisión".

Fin del capitalismo? Un sistema sin dinero? Permuta de bienes y servicios?. "Nada de todo esto", responde Hidalgo. No niega que haya la voluntad de recuperar parte de la esencia del sistema antiguo, pero con matices: "Los modelos que mejor funcionan son los monetarios, por el que se está intentando adaptar el antiguo intercambio, el de la cooperación y colaboración, a la lógica del mundo moderno".

Qué es y que no es consumo colaborativo?
Mediante un análisis de la relación entre los usuarios y si se comparte o no el recurso, Hidalgo identifica cuatro categorías para diferenciar las empresas colaborativas:

1. Economía colaborativa pura: "Engloba todas las plataformas que permiten compartir un recurso con otro usuario, haciendo que sea un consumo eficiente, responsable y que beneficia a la sociedad". Los ejemplos pueden ser Amovens o Blablacar.

2. Consumo ágil y eficiente : "Conectan oferta y demanda, pero no significa que haya un uso compartido". Además, es indispensable que la empresa respete la ley , como hace Airbnb.

3. Trabajo informal encubierto: "Plataformas que permiten a particulares vender bienes y servicios que ya se ofrecen en una esfera legalizada, de forma que pueden ser prácticas cuestionables". Uber y la queja que ha generado en el sector del taxi es el caso más claro.

4. El resto de la economía. "El carsharing consiste a adquirir un coche cuando lo necesitas, pero no es consumo colaborativo a pesar de ser una alternativa válida por quien buscan un consumo más eficiente".

El futuro de la cooperación y colaboración
Este nuevo tipo de consumo no se encuentra únicamente entre el cliente a pie de calle, cada vez es una práctica más habitual dentro de las compañías. A pesar de que el uso compartido del coche es ya un servicio conocido, Hidalgo y Amovens son pioneros a la hora de introducir el servicio dentro de las compañías.

Su start-up se ha convertido en la primera de España a crear una red de contactos interna perconnectar la plantilla de una empresa para compartir vehículo para llegar al trabajo. "Poner según 5.000 trabajadores es difícil, oi? Pues nosotros lo hemos conseguido. La Ericson de Suecia es una de las compañías que lo aplica, y con éxito".

Más allá de la conexión entre empleados, el consumo colaborativo es "un activo del marketing", afirma. Asegura que cada vez será más habitual ver que los negocios basados en la cooperación obtienen el apoyo de grandes firmas. Ford patrocina la compañía de Hidalgo, y no por simple publicidad, sino porque consigue dar una imagen de apoyo a las nuevas tendencias y ganarse el consumidor que se hace, día a día, más responsable.

El ahorro, pero, continúa siendo una de las banderas principales del auge que ha adquirido el nuevo paradigma. Tanto por los usuarios que buscan recortar gastos en gasolina y peajes compartiendo coche, como por las empresas que pueden intercambiar servicios.
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