El Bages apuesta por viñas que aguantan el cambio climático

Las bodegas bagencas confían en el mandó por su resistencia a las sequías

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Después de más de 17 años de investigación, esta será la tercera añada del mandó en el Bages. Desde la DO Pla de Bages apuntan al hecho que recuperar el mandó es recuperar parte de la "identidad" de la comarca, a la vez que se apuesta por una viña "apto" por el cambio climático.

El mandó ofrece muchas ventajas para los vinicultors, puesto que "madura bien", a pesar de la falta de lluvias. Algunos de las bodegas que traen más tiempo explotando esta variedad son las bodegas Abadal y El Molino, que este año han comercializado 4.500 y 500 botellas respectivamente.

El Bages antes de la plaga de la filoxera y la llegada de la industria textil era territorio de viñas. Desde los años 90 que se está retomando la apuesta por la viña y, en concreto, para recuperar las "variedades viejas" como el picapoll blanco, el sumoll negro, el picapoll negro y, la última, el mandó.

El mandó se trata de una variedad vinícola que se relaciona con el otoño, las setas, el bosque y la pinassa. Miquel Palau, de la bodega Abadal, reconocer que estas características los hicieron para "bojo" durante un tiempo.

Aún así, consiguieron modificar el tiempo de vendimia y el proceso de vinificació, buscando potenciar el gusto afruitat cómo es característico en los vinos tintos "pero con el mandó no pasaba", sino el que resaltaba era este "especiat de sotobosque". "Entonces un día te das cuenta que quizás es esto el que realmente lo hace especial", explica el Palacio.

La apuesta por el mandó es a largo plazo, puesto que recuperar una variedad perdida como esta no es un trabajo fácil, reconoce Palau. A pesar de esto el mandó con la resistencia a las sequías y su buena acidez se presenta como una variedad de viña que se puede adaptar al cambio climático.

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