La adolescencia es un momento explosivo de la vida en todos los sentidos. Los cambios en el cuerpo son extraordinarios. Se experimenta un crecimiento acelerado con aumentos de altura y peso impresionantes en un tiempo récord. Las hormonas sexuales también se incrementan significativamente y producen cambios en los órganos sexuales internos y externos. Aparece la menstruación, cambia la voz, la piel se vuelve más grasa y a menudo sale acné.
En el cerebro las cosas no van más lentas. Este madura e influye en la toma de decisiones, el control de los impulsos y la resolución de problemas. El cóctel se completa con novedades tan importantes como el aprendizaje de la gestión emocional, la búsqueda de la identidad o las relaciones sociales.
Los adolescentes son complejos, pero fascinantes. No terminan de encajar en el mundo de los niños ni en el de los adultos. En este contexto, por parte de los pediatras conviene establecer vínculos y complicidad con el niño para que, cuando se convierta en adolescente, ya se haya tejido una relación de confianza. Puede ser un poco menos complicado superar esta etapa vital de transición “con éxito” con el apoyo de los pediatras.
Transformaciones diversas y la controversia de las pantallas
A grandes rasgos, en cuanto a los cambios asociados a este período, cabe mencionar el inicio de los cambios hormonales, que condicionarán la aparición de los caracteres sexuales secundarios femeninos y masculinos -más precozmente en las chicas- así como el cambio en el patrón del sueño.
Respecto a las pantallas, ya desde la preadolescencia recomendamos intentar regular la cantidad de horas y velar para que visualicen no solo contenidos de ocio, sino también de carácter formativo y cultural. Debemos tener presente que los adultos somos capaces de distraernos y de disfrutar del ocio saliendo a pasear o encontrándonos con amigos. Con una generación de adolescentes en la que ha habido poca educación sobre un ocio sin pantallas, esta opción no existe.
Por lo tanto, como padres tenemos la responsabilidad de invitar a explorar un ocio sin pantallas y a dar ejemplo con nuestros propios actos. A su vez, es esencial recomendar a los padres que en casa hablen con los adolescentes sobre el contenido que ven en las redes sociales. Está demostrado que los modelos a menudo erróneos e imposibles de éxito, fama, cuerpos perfectos y dinero fácil que vemos en las redes tienen la capacidad de generar frustración y ansiedad en nuestros adolescentes.
¿Solo o acompañado? La mayoría de edad sanitaria
La primera vez que visito a un adolescente -o en los casos de los niños que conozco desde pequeños, cuando se inicia el cambio-, en la consulta hablamos todos juntos, padres incluidos. Les hago saber claramente que a partir de ahora, aparte de ser los protagonistas, ellos serán los interlocutores principales. Acostumbro a dejar a criterio de cada familia que el adolescente en cuestión entre solo o acompañado a la consulta.
En este sentido, hay que tener presente que la mayoría de edad sanitaria es aquella en la que se pueden tomar decisiones sanitarias, tales como ir al médico solo, ir a urgencias o a la consulta de un especialista. Con la ley actual, esto sucede a los dieciséis años. De los dieciséis a los dieciocho -que sería la mayoría de edad legal- el adolescente se puede visitar solo, pero hay tres cosas que no se pueden hacer sin el consentimiento de los padres: donar órganos, someterse a un tratamiento de fertilización y participar en un estudio clínico.
El descubrimiento de la sexualidad y la primera visita al ginecólogo
Durante las visitas en la etapa preadolescente, hablamos a menudo de los cambios puberales. Poco a poco les vamos adelantando lo que les está pasando o pasará. Con las chicas recomendamos que controlen sus reglas y aconsejamos en qué situaciones podrían consultar, tanto a nosotros como a los compañeros de ginecología.
La Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia aconseja que las chicas hagan una primera visita con un profesional de la ginecología con las primeras reglas. La realidad, sin embargo, es que la mayoría no van hasta que no tienen las primeras relaciones sexuales. En este sentido, considero que es importante saber -porque a menudo es lo que preocupa a las adolescentes- que una visita al ginecólogo no implica necesariamente una exploración física ginecológica ni se debe hacer solo en caso de problemas con la regla. Se puede ir simplemente a conocer al profesional y a establecer un vínculo, de manera que el día que tengan dudas o consultas, les sea más natural hablar de ello. Es esencial también informarles de que existen consultas de Tarda Jove en todo el territorio catalán, con ginecólogos y comadronas que pueden resolver sus dudas sobre salud sexual.
Sin duda, la palabra clave de todo esto es empoderamiento. ¿Mi consejo para una adolescencia plena? Dar las herramientas adecuadas y toda la confianza a los adolescentes para que tomen las mejores decisiones, haciéndoles saber que, como padres y como profesionales, estamos a su lado en este camino.