Can Buch y la soledad de la Garrotxa

Una masía rural alejada de la civilización que, a través del boca a boca, se ha convertido en una revolución del modelo turístico catalán

Can Buch, una masía rural alejada de la civilización | Cedida Can Buch, una masía rural alejada de la civilización | Cedida

Cuando viajas desde Girona hasta la Garrotxa por la carretera comarcal GI-531 hay un cartel de madera que pone 'Can Buch' y aquí empieza la gran aventura: adentrarse en el corazón de la Garrotxa, decir adiós a la cobertura móvil y respirar aire puro de verdad. Sí, todavía es posible en pleno siglo XXI y en Catalunya, un gran aliciente por los turistas autóctonos e internacionales. Bienvenidos a Can Buch, una masía de 1621 transformada en un peculiar hotel rural con lugar para tan solo 22 huéspedes.

El impulsor del hotel se llama Gerard Bofill y su vida de futbolista profesional en Barcelona se vio truncada con 22 años. Poco después decidió reconvertir su futuro para promover un alojamiento sostenible, con respecto al medio ambiente y al corazón de la Garrotxa, a tan solo 17 kilómetros de Girona y a 6 de Sant Esteve de Llémena, el pueblo más próximo. Quizás forzó demasiado la máquina, o quizás no, pero su ritmo de vida frenó en seco el día que le diagnosticaron un osteosarcoma. No era de los cánceres más agresivos, pero tuvo tres recaídas que le han hecho pasar por quirófano muchas veces.

Can Buch es un alojamiento sostenible en el corazón de la Garrotxa que tiene lugar para tan solo 22 huéspedes

A Bofill ya no le gustaba ni el fútbol ni la Barcelona natal. Le apetecía una vida más espiritual, tranquila, en contacto con la natura y los animales, según explica en una cena con VIA Empresa. Trasladó su residencia a Girona y, después de una estancia con su pareja en una masía, se dio cuenta que su nueva verdad era el campo real, que era donde quería vivir y trabajar.

Los inicios de Can Buch

El 2020, en plena pandemia, restauró Can Buch con materiales naturales y artesanales, para promover una masía ecológica que funciona con energías renovables. La luz proviene de 36 placas fotovoltaicas que generan electricidad gracias al sol, el agua de la lluvia, el agua caliente y la calefacción de la leña que ellos mismos cortan en el bosque. Además, cuentan con una depuradora propia que utiliza plantas y graba para filtrar.

 

Can Buch, una masía de 1621 transformada en un peculiar hotel rural | Cedida

Can Buch, una masía de 1621 transformada en un peculiar hotel rural | Cedida

 

Finalmente, también disponen de un restaurante ecológico y de proximidad con una carta de autor donde la mayoría de productos los extraen de campos de alrededor, entre ellos plantas silvestres. Para llevar a cabo las reformas necesitaron ahorros personales y familiares, ayuda bancaria y una contribución procedente de los Fondos Leader por el desarrollo rural.

El boca-oreja en el siglo XXI

El impulsor detalla que todavía sigue con su viaje personal en la espiritualidad, la salud, la nutrición, la agricultura o la vida holística. De aquí el huerto y la granja de animales que les provienen los alimentos necesarios para el día a día. De momento en la plantilla cuentan con entre seis y once trabajadores, según la temporada. Aparte, muchos de ellos viven permanentemente en las instalaciones.

Bofill: "Todo aquel que pase por Can Buch volverá a casa suya cambiado, o cuando menos, mejor de lo que llegó"

Por otro lado, el hotel consta de siete habitaciones, cada una diferente y con acabados de gran calidad. Además, disponen de una piscina exterior, un chill-out, recepción, comedor y una piscina interior de agua caliente, denominada Hammam.

 

La piscina interior de agua caliente, llamada Hammam | Cedida

La piscina interior de agua caliente, denominada Hammam | Cedida

 

Bofil confiesa en VIA Empresa que en estos momentos la ocupación de la masía es llena y no disponen de habitaciones libres hasta septiembre, fruto del boca-oreja y la gran demanda que han tenido, especialmente proveniente de las redes sociales. La cuenta de Instagram (@ecoturismecanbuch) que gestionan ellos mismos ha logrado la cifra nada despreciable de 30.000 seguidores. Y también del grado de satisfacción de los huéspedes, que mayoritariamente buscan repetir. Y Bofill, fruto de este cambio de vida, promete que todo aquel que pase por Can Buch volverá a casa suya cambiado, o cuando menos, mejor de lo que llegó.

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