
Es el economista, político y consultor catalán que más bien conoce el Europa activa, emprendedora y en constante progreso: el Europa que va por trabajo. Pero también es un profesional experimentado en la realidad del Japón. Carles Gasòliba y Böhm, 67 años, formó parte, durante mucho tiempo, de la delegación del Parlamento europeo que asegura las relaciones con la Dieta japonesa.
Ahora, desde el CIDOB (Barcelona Centro of International Affairs) -lo potente y solvente think tank que preside- afana con eficiencia para fortalecer vínculos permanentes y establos con la gran potencia de Extremo Oriente.
Esta semana Gasòliba me ha hablado del XVI Foro España-Japón que está convocado por los cercanos 3 y 4 de octubre en Tokyo. Es una buena garantía que élparticipe. Nos hará quedar muy bien como exponente -junto con Josep Piqué, 59 años, presidente del capítulo español de este foro- de la confianza catalana en las posibilidades del diálogo y los intercambios económicos con un país que ocupa posiciones primiceres en materia financiera, y que avanza en vanguardia de las nuevas tecnologías.
"Muchas empresas japonesas –me explica- entendieron hace tiempo que poner un pie en Cataluña era beneficioso para relacionarse con Europa". Gasòliba, formado en la Universidad de Sussex (Inglaterra) y doctorado en Ciencias Económicas con un tesis sobre patentes, conoce a fondo las capacidades empresariales y profesionales que hicieron de Cataluña un lugar atractivo por compañías japonesas de sectores claves por el crecimiento, como la electrónica, y las industrias químicas y farmacéuticas.
Gasòliba habla con conocimiento de causa, a pesar de que su proyección pública fue potenciada por la dimensión política. Sobre todo por los sucesivos éxitos a las elecciones europeas de 1987, 1989, 1994 y 1999 como cabeza de lista de Convergència i Unió. Un golpe acabada la carrera, se inició como asesor en inversiones industriales del Grupo Banca Catalana, y ejerció la consultoría privada sobre asuntos europeos a FIPRA International (Bruselas) y a RJ Consultoría de empresas (RJCE, Barcelona y Madrid). Ahora trabaja al frente de AXIS, gabinete barcelonés de asesores en cuestiones europeas.
Algunas virtudes reales y potenciales del país: base industrial, gente formada, una cultura del esfuerzo y de la iniciativa. En Barcelona hay un par de escuelas japonesas. El mundo catalán atrae a los japoneses. No tan sólo en la vertiente económica, también en el cultural y social. Aspectos a los qué presta especial atención Carles Gasòliba, miembro más antiguo, junto con otro acreditado economista, Josep Maria Muntaner y Pascual, 74 años, de la Sección de Filosofía y Ciencias Sociales del Instituto de Estudios Catalanes, donde ingresaron el 1979.
"De hace tiempo –dice Gasòliba- también hay vínculos culturales de Japón con Cataluña". Es evidente el interés que tienen por Gaudí. Se dice también que entre japoneses y catalanes hay afinidades de talante y de enfoque de la vida. Carles Gasòliba y Böhm me lo comentó con todas las reservas intelectuales, de rigor y responsabilidad, heredadas seguramente de su abuelo germánico; y con la prudencia exquisita de un universitario formado en la austera disciplina académica inglesa.