
En el extremo del Port Vell de Barcelona encontramos el único lugar de toda la ciudad donde se pueden ver tiburones en primera persona. Tiburones, pingüinos, medusas y más de 11.000 animales marinos de 600 especies diferentes. Este es el repertorio de un Aquàrium que este año está de doble celebración: por un lado, por el 30º aniversario que cumplirá este 8 de septiembre; por otro, por la renovación integral que ha experimentado el centro después de dos años de obras y 15 millones de euros invertidos, estrenada este mes de mayo. "Lo llamamos el Aquàrium del siglo XXI", explica con entusiasmo la directora del centro, Maria José Peretó, quien recibe a VIA Empresa a las puertas del acuario para mostrar las grandes novedades de lo que se ha convertido en un icono del litoral barcelonés.
Unas novedades que, de entrada, destacan por su componente tecnológico: desde la enorme pantalla digital de 300 metros cuadrados instalada bajo las escaleras de entrada, que simulan el oleaje de los mares, hasta la sala inmersiva diseñada por el estudio creativo catalán Layers of Reality, que muestra una película de 360° ambientada en la Fosa de las Marianas. Pero la innovación no se limita al efecto wow, sino que también tiene un impacto directo en el funcionamiento del Aquàrium, con una ampliación de los espacios que ha permitido incorporar nuevas especies, la renovación de todos los acuarios y la reducción del consumo energético hasta un 21%. Toda una serie de cambios que actualizan el centro dentro de una zona que las ha visto de todos los colores en los últimos años, con el impulso de la economía azul y el paso controvertido de la Copa América de vela, pero que no lo desvían de lo que Peretó define como su ADN: "La protección de los mares, la divulgación y la educación". Sumerjámonos en ello.
Los orígenes del Aquàrium de Barcelona se remontan a un partido de rugby en la otra punta del mundo, en Sídney. Cuéntenos la historia.
Fue un grupo de barceloneses que fue a Sídney, donde hacía unos años que se había construido el acuario, y quedaron maravillados. Fue Anicet Ciscar quien dijo “esto tiene que estar en Barcelona”. Junto con la Autoridad Portuaria, Caixa Catalunya Invercartera, MZOV y Cubiertas y Entrecanales y Tavora fundaron la empresa Mundo Submarino, con la que montaron el Aquàrium. Entonces todavía no sabían mucho del tema, pero tenían claro que la Barcelona de aquellos años, que se estaba abriendo al mar y que ya tenía concedidas las Olimpiadas, tenía que tener un producto tan interesante como este. Intentaron llegar al 92, pero no lo consiguieron, y lo inauguraron el 8 de septiembre de 1995. El Aquàrium nació con la idea de divulgar la belleza del Mediterráneo, y en estos 30 años seguimos siendo el centro más importante de temática mediterránea.
En estos 30 años, nuestra relación con los mares ha cambiado mucho.
El mar que había hace 30 años no es el mar que hay ahora, y la sensibilidad que tenemos ahora no es la que teníamos antes. Hemos evolucionado en el sentido de explicar mejor las especies que tenemos, los problemas del mar, e intentar que la gente tome como suyo nuestro compromiso de salvaguardar los mares y, sobre todo, el Mediterráneo.
¿Las expectativas del público también han evolucionado?
Sí. Antes bastaba con explicar la especie. Ahora, lo que queremos es explicar la especie, su ecosistema y su estado de conservación. Esto antes no era necesario, porque no había el mismo peligro que hay ahora. También hay más sensibilidad. Al Aquàrium, la gente viene a pasárselo bien, totalmente de acuerdo, pero en este momento de ocio también queremos influir. Que te lleves que tú también puedes ayudar a salvar los mares.
"En el Aquàrium, la gente viene a pasárselo bien, pero en este momento de ocio también queremos influir"
¿Cómo lo hacen?
Este año estamos muy contentos, no solo por celebrar los treinta años, sino también por haber inaugurado este nuevo Aquàrium, al que llamamos el Aquàrium del siglo XXI. Nos aprovechamos de la nueva digitalización a través de muchas pantallas para hacer juegos, para influir y para explicar los proyectos que se hacen, los problemas que hay en el mar, las especies, qué es aquello que tú puedes hacer… La tecnología nos ayuda en todo esto.
¿De qué manera equilibran el factor de ocio del Aquàrium con las tareas de divulgación, de conservación de las especies y de investigación?
Todas están muy vinculadas, ninguna se come a la otra. El Aquàrium no tiene sentido si no ayudamos a otros proyectos y no priorizamos a nuestro equipo de biólogos, que cuidan de lo que se enseña y tienen la inquietud de qué pueden hacer para ayudar en la reproducción de las especies. La protección de los mares, la divulgación y la educación están en nuestro ADN. Cuando salimos hace 30 años no teníamos un programa educativo como el que tenemos ahora. Hoy somos un referente para el turista, para la ciudad y para el barcelonés. Está dentro de nuestro camino, una cosa no interfiere con la otra.

Un camino que empezó con dos tiburones y unas pocas especies mediterráneas, y que hoy supera las 600 especies y los 11.000 ejemplares. ¿Cómo se ha producido esta escalada?
Un punto clave ha sido la total transformación que hemos tenido, que nos ha permitido, después de muchos años, tomar las nuevas tecnologías y todo lo que ha evolucionado el mundo para seguir siendo lo que éramos. Aprovechamos las nuevas tecnologías para evolucionar como lo ha hecho el mar y como lo han hecho los barceloneses. Un barcelonés que, ahora, va al mar y lo quiere ver limpio, tiene cuidado de no tirar plásticos y es consciente de los problemas que tiene. Ahora nos valemos de la tecnología, como la nueva sala inmersiva, que nos permite hacer un viaje a las profundidades de la Fosa de las Marianas muy interesante que también nos muestra problemas que hay en el mar. Siempre lo explicamos con una voluntad positiva, dejando claro que todavía estamos a tiempo: hay muchos proyectos y mucha gente trabajando en ello, no somos los únicos a bordo de este barco para mejorar el mar.
"Aprovechamos las nuevas tecnologías para evolucionar como lo ha hecho el mar y como lo han hecho los barceloneses"
El centro empezó bajo la gestión de Mundo Submarino, hasta que en 2001 es comprado por Aspro Parks. ¿Qué relación se tiene con la matriz y el resto de centros del grupo?
Pertenecer a un grupo internacional como Aspro al final es una ventaja. Es un grupo que también tiene otros acuarios, así que hay un know-how que se traslada. En la gestión, el día a día es muy nuestro, confían mucho en nosotros, con los presupuestos rindes cuentas y si hay cosas extrañas, las hablas. Estar en un grupo así te da una visión y una ayuda. El otro día nos llamaron los de Mallorca, para pedir que les pasáramos con la bióloga para hablar sobre un problema que tenían. Otro ejemplo: un pingüino que nace en el Aquàrium no puede convivir con los nuestros, porque cuando crezca, no puede reproducirse con su prima, así que hacemos intercambios entre nuestros parques. También da seguridad a los trabajadores, porque es un grupo económicamente sostenible.
¿Cómo es el talento que trabaja en el Aquàrium?
Siempre digo a los biólogos que son la parte más importante del Aquàrium, porque cuidan de las especies. Los acuaristas son unas 15 personas, todos ellos biólogos o biólogos marinos. Hasta hace muy poquito nuestro director técnico era Patrici Bultó, que continúa colaborando si hay algún problema o cualquier tema. Ahora, la responsable de biología es Lucía Carulla, y el equipo está dividido entre los que trabajan en cuarentena y los que están en el oceanario y en otros acuarios. Cada uno es responsable de un acuario y se encargan de alimentar y cuidar a los animales. Es muy divertido venir por la mañana y ver cómo alimentan las esponjas de mar con unas pincitas. Son como médicos, tienen un amor que te lo contagian. Después, está mantenimiento, que es muy importante, porque si el agua no está bien, los peces no pueden vivir. También está lo que yo llamo el triángulo del staff, los de atención al público, fotografía y tienda y restauración, que son los servicios que damos dentro; y como cualquier empresa, tenemos equipo de administración, comercial y de marketing.
Más allá de las tareas propias de mantenimiento del Aquàrium, ¿cómo colaboran con otras iniciativas de investigación y conservación marina?
El equipo de biólogos tiene muy claras sus tareas. Por la mañana se encargan de dar de comer, limpiar los acuarios, vigilarlos… Y después, paralelamente, hacen la otra, que a ellos les encanta: estudios, colaboraciones y divulgación. Participamos en muchas iniciativas, como el proyecto con la asociación Anèl·lides: ellos se encargan de recoger los caballitos de mar que los pescadores capturan con sus redes cuando pescan, nos los traen al Aquàrium y nosotros los sanamos para devolverlos después al mar. Otro es el Proyecto Sepia que se hace en l'Escala, que lo reproducimos aquí, aunque este año no ha sido posible. Siempre estamos abiertos a participar. El espíritu del Aquàrium es estar abiertos al mundo, al Mediterráneo y al amor al mar. “¿Queréis participar en…?”, sí, siempre sí. A veces me miran diciéndome “no tendremos tiempo”, pero al final siempre lo encuentras.

Además de las mediterráneas, tienen especies de ecosistemas muy diversos, como los mares tropicales. ¿Qué cuidados y adaptaciones requieren para vivir con normalidad en el Aquàrium?
Lo que tienes que tener en cuenta siempre es la salinidad y la temperatura del agua. Si cogemos los peces tropicales y los ponemos en el agua del Mediterráneo… bueno, ahora está tan caliente que quizás no les pasaría nada, pero en invierno sí. Subimos la temperatura del agua que cogemos y controlamos su salinidad. Esto varía en función del sistema: mediterráneo, tropical y agua dulce.
Un agua que extraen directamente del mar, con un pozo en la playa.
Es uno de los beneficios que tenemos como acuario, no todos los acuarios tienen la posibilidad de hacerlo. La cogemos delante de la playa de Sant Sebastià, con tres kilómetros de tubería; llega aquí, la tratamos, pasa todo el circuito y vuelve al mar limpia. Siempre hacemos la broma con el Port diciéndoles que les devolvemos las aguas más limpias de como las cogemos. Pero en realidad también es una forma de contribuir a la mejora del mar. Si hubiera un problema en el mar o ha llovido mucho y las aguas están infestadas, podemos cerrar el sistema y subsistir, de la misma manera que podemos hacerlo si hay un apagón eléctrico. Tenemos un sistema paralelo, porque si nos quedamos sin luz, dejan de funcionar las bombas, no hay oxígeno y se mueren todos los peces. Podemos subsistir aunque no haya luz en toda Barcelona. Es más, el día del apagón, nosotros estuvimos abiertos y la gente venía porque éramos de los pocos sitios que lo estábamos.
"El Port Vell se abrió primero al mar, y ahora se está empezando a abrir a la ciudad"
El Port se ha convertido, en los últimos años, en un ecosistema lleno de compañías dedicadas a la economía azul. ¿Qué relaciones tienen con el sector?
Contribuimos en todo el mundo de la economía azul, en primera instancia, porque somos turismo consciente, que ayuda al mar a través de la divulgación. Todo lo que explicamos sobre el mar, la conservación de las especies y los proyectos en los que participamos. Dentro del Port Vell somos los más raritos, porque estamos al lado de empresas y de otros centros, pero somos también un motor para darlo a conocer. El Port Vell se abrió primero al mar, y ahora se está empezando a abrir a la ciudad. Después de unos años con muchos problemas para bajar aquí abajo por las obras en la Via Laietana, ahora la gente quiere volver a descubrir aquí el Port Vell, y nosotros aquí estamos.
Pronto hará un año de la celebración de la Copa América de vela en Barcelona. El evento prometía revitalizar la zona del Port e impulsar la economía azul de la ciudad. ¿Cuáles han sido sus efectos?
Ha habido un impacto que se queda en la ciudad, que es todo lo que se ha invertido en el Port Vell. Si no hubiera habido la Copa América, no se habrían hecho. A nivel económico, se dijo que sería tan grande y asustaron tanto que la gente ya no bajaba, y no hubo gente. Por eso, y porque es un producto que se ve mejor en la tele. Para Barcelona, ¿qué ha quedado? Las infraestructuras. A nivel de negocio, nosotros esperábamos que vendría más gente y que sería el boom, y no lo fue. Es más, creo que fue peor, porque se creó una expectativa.
"Con la Copa América esperábamos que vendría más gente y que sería el 'boom', y no lo fue"
Entre sus vecinos también están los cruceros y grandes embarcaciones, como el que vemos desde este despacho.
Llegó ayer, lo estuve mirando, y es de un ministro de Qatar, uno de los barcos más lujosos que hay. Durante la Copa América tuvimos también un barco que nos tapaba toda la vista.
Es uno de los sectores más señalados por su carga contaminante para el mar. Teniendo en cuenta su misión, ¿cómo conviven con ello?
No nos entendemos. Tanto con los que están aquí como en otras zonas del Port, no tenemos ningún poder ni ningún papel. Al final, cuando viene un crucero, si hace todo lo que se tiene que hacer, y de eso se encargan los del Port, es una cuestión que está regularizada. Lo que no puede ser es cuando no hacen lo que deben. Es una forma de traer gente a Barcelona, que pasen un día y disfruten la ciudad; estoy a favor, de los cruceros y de todo lo que ayude a dar a conocer nuestra ciudad, pero siempre desde el cuidado.

Cada año visitan el Aquàrium un millón y medio de personas. ¿Cómo gestionan la afluencia?
La covid-19 nos ayudó mucho, porque fue una etapa muy dura. Antes te podías encontrar días de lluvia en agosto que venían 9.000 personas al mismo momento. No había overbooking, porque siempre se han vigilado las afluencias, pero los pobres se quedaban esperando fuera. Ahora vendemos las entradas por franjas, con una porción en taquillas, así que entra solo la gente que ha comprado a la hora concreta. La afluencia la llevamos bien, porque cuando vemos que hay mucha gente, lo cortamos. Preferimos tener 6.000 visitantes contentos un día, que 8.000 y que 2.000 estén enfadados. Y eso que 8.000 caben, porque en verano abrimos desde las 10 de la mañana hasta las 9 de la mañana.
"Preferimos tener 6.000 visitantes contentos un día, que 8.000 y que 2.000 estén enfadados"
¿Han crecido en visitantes?
No, los estamos manteniendo. Lo estamos haciendo en un momento en que Barcelona está bajando, así que las perspectivas son buenas. Y hace 30 años no había tantas cosas que hacer en Barcelona. No tenemos competencia directa en el sentido de que no hay más acuarios en Barcelona, pero la competencia es cualquier cosa que un turista pueda hacer en la ciudad, y la oferta es mucho más amplia. Nosotros lo que tenemos es una oferta muy específica y para un target muy amplio: adultos, familias, niños, séniors… Cada uno lo disfrutará de una manera diferente, pero es un producto muy válido para mucha gente.
¿Ha evolucionado el perfil del visitante del Aquàrium?
Es muy variado. Siempre se ha dicho que es un producto muy para familias, y es evidente, pero cada vez más hay gente joven que viene a verlo. Creo que es por la concienciación de la que hablábamos antes, que hace 30 años no existía. Dentro de este target, cada vez tenemos más gente que viene a bañarse con tiburones, a pedir la mano, a tener citas en el acuario… Estas cosas no pasaban antes. Recuerdo un día que vino un chico que entró a las 10 y a la hora de cerrar nos dijo “todavía estoy aquí”. Y le acabamos diciendo que si quería venir otro día, le invitábamos, porque lo estaba disfrutando.
Alcanzada la efeméride de los 30 años, ¿qué visión tienen para los siguientes 30?
Continuar haciendo el trabajo que ya hacemos. El cambio del Aquàrium nos ha permitido mejorar a nivel energético, estamos consumiendo un 21% menos de energía por todos los cambios que hemos hecho en las bombas, la fototermia, las placas… Después, aprovechar las oportunidades que nos permiten las nuevas pantallas: ¿cuál será la nueva película que haremos en la sala inmersiva para poder explicar más cosas? Para el suelo de la entrada, ya estamos pensando cosas como: "¿Por qué no hacemos un día mares tropicales y te explicamos cómo son?". Es continuar trabajando como hasta ahora, con nuestro amor al mar, con sostenibilidad y contagiando a la gente esta educación para cuidar del mar. El Aquàrium nació con una buena idea, que ha ido evolucionando y adaptándose a los tiempos, y tiene que continuar con este ADN: la pasión por el mar y, sobre todo, por el mar Mediterráneo.