Menorca, en cuatro bodegas

Reserva de la biosfera, la isla produce vinos muy interesantes y se tiene constancia de que ya había actividad en el sector en el siglo XIII

Una botella del vino menorquí Binifadet Una botella del vino menorquí Binifadet

Muchos nos acercamos a Menorca —y a las Illes Balears en general— en verano. Nos bañamos en sus playas y degustamos alguna que otra caldereta de langosta. Pero Menorca tiene mucho más que ofrecer al visitante en cuanto a cultura gastronómica, como sus vinos, muchos de los cuales ni siquiera viajan a la península porque el consumo interior absorte toda la producción (en torno al 95% se venden en hostelería), especialmente los blancos y rosados.

Se tiene constancia de que ya en el siglo XIII se producía vino en la isla. En tintos, el merlot y cabernet sauvignon son los más representativos; en cuestión de blancos, los monovarietales de malvasía, elaborados con uvas sembradas en el parque natural de s'Albufera des Grau, ganan por goleada. Este pasado verano, en concreto, el vino blanco de todas las bodegas que producen en la isla se ha agotado mucho antes de acabar temporada. Hoy os presentamos la isla desde otro punto de vista, su vertiente vitivinícola con cuatro de sus bodegas más interesantes. El próximo verano, además de sobrasada o queso Coinga, podremos llevarnos de vuelta alguna botella en la maleta.

Sa forana

Bajo la indicación geográfica Vino de la Tierra Isla de Menorca se admiten las variedades merlot, tempranillo, syrah, cabernet sauvignon y mosatrell en tinto. “No hay mucho margen para jugar”, se queja Xavier Solano, propietario junto a su hermano Carlos de la bodega ubicada al sur de Sant Climent. “En blanco podemos jugar con las típicas aceptadas: la chardonnay, el moscatel, la macabeo, la malvasía, la prensal (moll), que es autóctona, y la parellada. En nuestro caso, hacemos un blanco muy interesante con un coupage con chardonnay, que aporta estructura, y prensal al 51%, que aporta más frescor y nota cítrica. Aunque es una uva que no tiene mucha producción es interesante porque ayuda a aportar flor blanca”.

Sa forana, Torralbenc, Binitord y Binifadet son cuatro de las bodegas más interesantes de Menorca

La producción de esta pequeña bodega —plantaron sus vides entre 2003 y 2004, tan solo dos hectáreas— es de entre 12.000 y 15.000 botellas. Su otro blanco es un chardonay fermentado en barrica con un poco de prensal del que solo hacen 600 botellas. En cuestión de tintos, 2016 y 2017 fueron añadas espléndidas pero el Sa forana negre 2018 fue una añada muy complicada. “Fue lluviosa en agosto y septiembre. Tenemos las cepas de cabernet en una viña pedregosa y calcárea. Una viña austera, de muy baja producción en costa sur mirando al mar a la que le afectó mucho esa gran carga de humedad”, sostiene Solano. Este año lleva un 50% del resto de variedades, shyra, merlot, tempranillo… con seis meses de barrica francesa.

Torralbenc

La bodega Torralbenc es un proyecto personal de la familia Urtasun, propietarios de la prestigiosa bodega Remírez de Ganuzaen Rioja Alavesa. Sin embargo, no hablamos de una sucursal, sino de un proyecto vitivinícola con entidad propia nacido en una finca típica formada por un conjunto de casas que alojaron a ganaderos y agricultores a finales del siglo XIX (ahora es un hotel de lujo).

Ciutat de Parella 2017 es uno de los vinos emblema de Binitord, inspirado en la leyenda de la Atlántida menorquina

Su blanco con malvasía es un vino muy graso en boca, muy gastronómico, que se elabora de una forma especial: “No nos gusta mucho lo floral ni dejarle azúcar”, explica César Palomino, director de la bodega, agrónomo y enólogo. En su porfolio también destacan un chardonnay que saldrá al mercado en un mes y su rosado de un color nude precioso que es una mezcla de mosatrell y merlot. Fabrican unas 34.000 botellas anuales. “Tenemos muchas pérdidas porque no tenemos unos rendimientos muy grandes”, asume Palomino, que defiende que desde la finca se toman todas las decisiones enológicas.

Ampolles del vi menorquí Torralbenc

Botellas del vino menorquín Torralbenc

En su caso sí exportan y su principal mercado, aunque es pequeño, es el norte de España, principalmente, el País Vasco, con canales de distribución propios separados del circuito riojano.

Vinyes Binitord

Uno de sus vinos emblema es Ciutat de Parella 2017, una especie de Atlántida menorquina. “Es una leyenda que explica que hay una ciudad en el medio del mar y que el día de Sant Joan, si siete chicos llamados Joan y siete chicas llamadas Joana se encuentran al lado del mar, emergerá”, explica Clara Salord, gerente de esta bodega familiar creada en una pequeña finca en Ciutadella.

Sus blancos se han agotado antes de septiembre. Su producción anual es de 32.000 botellas, de las cuales la mitad son de blanco, una cuarta parte de joven y la otra cuarta parte se reparte entre rosado, el Ciutat de Parella y un vermut artesanal elaborado en la misma propiedad, envejecido en roble francés y americano y macerado en frío con plantas y hierbas aromáticas de la zona. Su apuesta por la viticultura sostenible les llevó hace ya más 10 años a integrarse en la Custodia Agraria y a la producción integrada usando abono orgánico. Clara Salord, el relevo generacional de ese pequeño grupo impulsor, ha tomado ahora los mandos para seguir implementando mejoras que les lleven a la producción ecológica.

El vermut del celler Binitord

El vermut de la bodega Binitord

Binifadet

Los viñedos de Binifadet se encuentran al sur de Menorca, en una zona de subsuelo calcáreo y en parcelas cerradas por los tradicionales muros de paret seca que protegen las plantas de la tramontana.

“Actualmente, producimos alrededor de 90.000 botellas anuales", explica su gerente Lluís Anglès. El vino más vendido es el Merluzo, un blanco ligero elaborado principalmente con malvasía y moscatel. Entre la parte alta de vinos de esta bodega está la gama Tanca (blanco, Tanca n.12, y rosado, Tanca n.13, que han sido considerados como mejor blanco y rosado de las Balears por la Guía Peñín en sus últimas tres ediciones). Una bodega que es familiar y que no deja de crecer en proyectos. “Este año hemos incorporado a nuestra empresa la gestión de tres establecimientos en Menorca: Bucaneros, un chiringuito en la playa de Binibeca; La Cantina, que es el restaurante de la Galería Hauser&Wirth en la Illa del Rei (una isla en el centro del puerto de Maó); y el American Bar, un establecimiento casi centenario en el centro de Maó”, detalla Anglès. Proyectos para que sean redescubiertos por los propios menorquines y por los visitantes fortuitos o asiduos.

Més informació
Gastronomic Forum Barcelona pone en marcha una cita con la sostenibilidad
Talento, diseño y gastronomía, en La Boqueria
Hoy Destacamos
Lo más leido