Sergi Pàmies: “Soy un culé defectuoso. Me autodiagnostiqué fruto de una reflexión de muchos años”

El escritor confiesa que no es antimadridista porque en su infancia, en Francia, vivió "el Real Madrid del exilio, de gente republicana"

Sergi Pàmies, escritor, uno de los observadores más finos de la sociología azulgrana | Carolina Santos Sergi Pàmies, escritor, uno de los observadores más finos de la sociología azulgrana | Carolina Santos

Sergi Pàmies Bertran (París, 1960). Hijo del exilio que no pisó Catalunya hasta los once años de edad. De la etapa francesa se trajo una primigenia afición al futbol y la idolatría por Johan Cruyff, mucho antes de que el neerlandés fichase por el Barça. Su transformación tardía al barcelonismo no evitó que, con el tiempo, se convirtiese en uno de los observadores más finos de la sociología azulgrana, unos conocimientos que ha ido destilando en sus colaboraciones periodísticas, sea en El País o en La Vanguardia. En 2013 fue galardonado con el Premio Internacional de Periodismo Manuel Vázquez Montalbán, en la categoría de periodismo deportivo. En su vertiente como creador de cuentos destacan La gran novel·la sobre Barcelona (1998), Si menges una llimona sense fer ganyotes (2006) y La bicicleta estàtica (2010). También ha trabajado de traductor de obras de autores franceses.

¿Se sigue considerando un culé defectuoso?

Sí, sí. Esto es un diagnóstico definitivo. Cuando yo me autodiagnostiqué el hecho de ser un culé defectuoso era una reflexión hecha después de muchos años. Empecé a ser culé bastante tarde, a los once años, cuando normalmente se empieza antes y por una especie de azar familiar. Fui antes cruyffista que culé, que es algo que se da poco, al menos aquí... En Holanda supongo que es normal. Con toda la evolución de los once años hasta escribir el libro, lo que fui viendo siempre es que yo tenía una relación diferente con algunas cosas del Barça. Una era que no era un culé de nacimiento, ya que es muy importante distinguir entre el culé converso -mi caso- y el culé de nacimiento, como Piqué. Todo aquel que explica que fue al Camp Nou con su abuelo, que estuvo sobre unas rodillas, es un culé de nacimiento y, por tanto, no tiene una concepción racional del barcelonismo, sino que es puramente sentimental y hereditaria. Éstos tienen todos los genes, todas las prestaciones que debe tener un culé. Entonces, los culés de adopción introducen pequeñas variaciones: unos te cuentan que son del Barça, pero que habían sido del Bilbao, otros te dicen que como su padre es argentino y así empezamos con las derivaciones. En mi caso, yo era muy futbolero, pero no era de ningún equipo; al venir de París, eras del Saint Etienne o del Marsella. La tara máxima que me convierte en un defectuoso definitivo es el antimadridismo. No tengo antimadridismo, y no lo tengo porque en Francia yo viví el Madrid del exilio, una percepción republicana de gente que era del Madrid y que se emocionaban con el equipo. Por tanto, mi relación con el Madrid no era de animadversión sino al contrario. Sobre todo recuerdo una final con el Chelsea [final de la Recopa de Europa de 1971], un partido que incluso tuvieron que repetir, y eso es fundacional. Aquello me convierte en un respetuoso aficionado respecto al Madrid. Cuando llego aquí con once años detecto que no se puede ser del Madrid; yo no lo era, pero había vivido ese momento mágico del exilio. Había visto a comunistas, anarquistas, republicanos, exiliados catalanistas, etc. llorar con ese partido y emocionarse con las hazañas del Madrid, no desde la óptica franquista. Cuando llego aquí, aprendo toda la cultura de la historia y veo lo que ha sido el Madrid.

Pero su padre (Gregorio López Raimundo, ex presidente del PSUC) ya era culé...

Mi padre era culé, pero no practicaba el adoctrinamiento. Yo me enteré de que mi padre era culé cuando yo ya era muy barcelonista, con 12 o 13 años. Mi padre de pequeño nunca me hablaba del Barça.

Sergi Pàmies

Sergi Pàmies idolatraba a Johan Cruyff mucho antes de que el neerlandés fichara por el Barça | Carolina Santos

¿Y cómo se vivía el fútbol entonces?

Yo lo vivía a tope. Yo era el único futbolero de casa. A mi hermano no le interesaba para nada y mis padres estaban por la revolución, el exilio, el comunismo, el proletariado… Todas estas cosas y, por lo tanto, el fútbol aparece en nuestras conversaciones con mi padre cuando yo tengo entre once y trece años. Entonces descubro que tiene un pasado culé porque cuando vino en 1924 - él nació en 1914— se hizo del Barça por ósmosis e iba a ver a Sagi-Barba y todos aquellos y se enamoró. Era un culé que también era del Zaragoza, o sea, defectuoso también. No puede ser de dos equipos. En mi caso, lo que he notado siempre, es que esto es una tara en el nivel de la tarjeta roja. Es un defecto que debes admitirlo, y lo conseguí vehicular intelectualmente a través del libro. He tenido fases de hacer ver que era antimadridista, fingir, apuntarme a las bromas contra el Buyo, intentar que me cayera mal gente del Madrid, algo que en algunos casos era muy fácil… A Benito yo le odiaba a muerte, a Camacho y a todos estos. Pero, en cambio, no tengo el gen antimadridista. Hay un momento que cuento en el libro, en el que yo voy a ver a un Barça-Madrid con mi hijo, que tenía once años, la edad mía cuando yo me inicié. Mi hijo ha sido un culé con todas las prestaciones: ha ido con su padre cuando era pequeño encima de su regazo, ha nacido en Barcelona, es de una familia aparentemente normal donde no hay prioridades revolucionarias por encima del fútbol, o sea, donde el fútbol es algo importante pero normalizado. Entonces yo voy un día con Joan al partido que les decía. Él ha sido educado en el respeto y el fair-play, y cuando sale a calentar a Casillas, mi hijo se transforma en un monstruo mitológico, que saca baba blanca por las muelas y que con diez años empieza a proferir unos insultos que no se le han enseñado, desconocidos, casi ignotos, de algunas culturas ancestrales, atávicas. Cuando mira a su alrededor, se reconocen entre sí, ves que se les iluminan los ojos. Yo me dije “aquí tenemos la prueba clara”. No soy un culé como es debido y admito mi condición de defectuoso.

"Hubo un presidente comunista del Real Madrid y eso es algo que aquí no se saca nunca"

Da un poco de rabia que en la tercera pregunta ya hablemos del Madrid. ¿Con el tiempo te has vuelto antimadridista?

No, pero con el tiempo ya acumulé todo el software para entender por qué la gente es antimadridista. Sobre todo la gente que ha vivido los años del franquismo. Por el contrario, la generación de mi padre inicialmente no son tan anti, sino que se vuelven anti a partir del caso Di Stéfano. Es más, son bastante más anti Atlético de Madrid, por todo lo del Atlético Aviación y tal. Además, hubo un presidente comunista del Real Madrid y eso es algo que aquí no se explica nunca, no sea que… Son datos inútiles cuando entras en el juego emocional, que no tienen ningún valor. Si como culé dices “Oh, es que el Madrid tuvo un presidente comunista”, los culés se miran y dicen “¿De qué habla éste? No ha entendido nada”.

¿El Real Madrid es el primer club-estado del mundo?

No, hay más. Yo vengo de la cultura soviética y allá, de clubs-estado, los que quieras. Los había de los militares y de la KGB… Si los comparas con éstos, el Madrid era una asamblea de Podemos. En conclusión, no creo que el Madrid sea el primero. Mis hermanos, que vivían en Moscú, me contaban unas aberraciones tremendas del Dínamo, el Torpedo y todos ellos. Para mí, el Madrid es mucho club-estado mientras dura Franco. Tras él, mantiene el carácter, pero con un rival que le gana Ligas, Champions, etc. En Moscú, si hay un club-estado, nadie gana, que no sea él. Un poco lo que le ocurre al PSG, que no acaba de ganar todo lo que ha pagado por ganar. También diré que el concepto “club-estado” es bastante nuevo en el debate. Es una figura que queda bien, que permite que nos entendamos, pero yo pienso que antes la reflexión sobre el uso que el Régimen había hecho del Madrid era bastante más elaborada y profunda, iba más a la raíz sobre cómo las conexiones del poder —con la colaboración del Barça en algunos momentos— permitieron que esto fuera posible, con el caso Di Stéfano como culminación. Además, el Madrid tenía jugadores de los que te enamorabas, como Santillana. Si en una conversación entre culés decías que te gustaba el Santillana te miraban como diciendo “¿No serás un poco raro, tú?”.

¿Recuerda su primera visita al Estadio?

Sí, fue el Gamper del 71. Diría que era justo después de una final de Copa del Barça con el Valencia con gol de Alfonseda. Este partido no lo vi, pero en mi reconstrucción mental he llegado a creer que estuve allí, y no, no estaba. Tengo más recuerdo de haber estado en la final de Alfonseda en la que no estuve que de aquel Gamper donde sí estuve. Recuerdo la impresión, sobre todo cosas no futbolísticas. Era el primer gran estadio que veía y, además, lleno. La persona clave fue mi tío Pau, socio del Barça. Cuando llegué a Barcelona tuve una especie de depresión típica de los hijos que salen rebotados del exilio con temprana edad. Te vas sin explicación alguna y dejas a todos tus amigos en París. Tengo esa especie de depresión que me dura tres semanas, llegué a estar bastante jodido. Mi madre habló con este tío - eran hermanos— y le dijo “Sergi está muy raro”, y él le preguntó que qué me gustaba y ella le dijo “está loco por el fútbol, tiene todos los cromos, se sabe todas las alineaciones de todos los equipos de Europa…”. Y él le contestó: “Yo soy socio, tengo dos carnets, eso lo arreglaremos”. Y me cogió por banda y pasé quince días viviendo con mi tío y me introduce en todo: en el catalán, en el Barça… Esto era verano y yo llego en septiembre que ni depresión ni nada. Además, Toni Torres [defensa del Barça de los años setenta] era primo segundo de mi madre y del tío Pau. Yo como mucho podía tener algún primo que era secretario general de un sindicato, pero ser primo segundo de un futbolista era fabuloso. Tenía una gran elegancia, era guapo, gitano… Esto fue otro elemento, esta mitificación. Y ya no te digo cuando fichamos a Cruyff, pero en ese momento yo ya era muy culé.

Al margen de Torres, ¿tenía algún otro ídolo?

En aquella época no se podían tener ídolos porque eran unos paquetes, todos… Estaban Dueñas, Barrios... Hasta que no llega Sotil, que sería mi gran ídolo... Con Cruyff, evidentemente. De hecho, he odiado eternamente a Neeskens sin que se lo haya merecido por todo aquel lío que hubo con el “Cholo”.

Usted es cruyffista...

Sí, pero del 68, del Ajax.

"Soy cruyffista, pero no formo parte de los amigos de Cruyff"

No sé si es una impresión, pero no se le nota apenas...

No, no. No formo parte de los “Amigos de Cruyff”. Cuando hacen los actos, no me invitan... Solamente la primera vez para hablar, pero, cuando hacen un acto, no me avisan. No soy talibán, pero en mi casa saben que lo único en que creo en la vida es Johan Cruyff. Es el único referente que en momentos de duda, de dificultad, siempre la respuesta es “¿Qué haría Johan?”. Siempre. Es lo único que me ha funcionado, por una razón muy sencilla: a Cruyff le daba igual una cosa que la otra. Es superpráctico como religión. Cruyff te decía “las tortillas de patatas son muy buenas”, pero ocurría cualquier cosa que no le iba bien y pasaban a ser una mierda. Esto es único. Como tuve la suerte de conocerlo un poco, sin los caminos ni del fútbol ni la devoción, sino por razones profesionales, y además hicimos el libro [“Me gusta el fútbol”, 2002], pues tuvimos una cierta relación... Yo de devoción y él me saludaba y tal. Debías partir de la base de que Cruyff conocía a siete millones de personas, por tanto, si tú intentabas situarte en este ranking, muy arriba no estabas. Yo iba cada año al Muntanyà por razones familiares nuestras y fui por él. Cuando hicimos el libro lo descubrí, porque no lo conocía. Y entonces fuimos cada año durante unos veinte años o así, y, claro, le veía y le saludaba. Un día recuerdo que mis hijos quedaron muy impresionados - ellos tendrían trece o catorce años— porque estábamos comiendo en el Golf, Johan evidentemente “Menú Piscina” y gratis y tal, y nosotros estábamos arriba celebrando los cumpleaños - mis hijos, niño y niña son gemelos, del 22 de agosto-. Siempre celebrábamos los cumpleaños allí, en el piso de arriba, una comida como Dios manda. Y subió Cruyff a saludarnos. Gracias a esto durante tres o cuatro horas fui el padre ideal... Fui perdiendo prestigio a medida que pasaba la tarde, pero esas horas me sentí al hombre más importante del mundo. Era Johan, claro. Tuve esta oportunidad de conocer a un Johan que es poco accesible, y, por tanto, a mí toda la mitificación posterior y con los que son más papistas que el Papa, la atribución de cosas que nunca dijo, ni hizo, ni pensó, siempre me ha parecido... Yo soy un hereje, pero formo parte de la religión.

Sergi Pàmies
Sergi Pàmies durante la cena con los integrantes de la Milanesa de Messi | Carolina Santos

Hablando de Cruyff, ¿quién forma su santoral culé?

De la primera etapa, Martí Filosia. Es el único jugador que me interesó, en serio. Por tanto, Martí Filosia fundacional, Torres, evidentemente, Marcial, Sotil, Johan... Entonces entramos en una fase en la que me gusta más o menos todo el mundo porque el impacto Cruyff-Sotil es tan grande, tan nuclear, que no se puede cultivar algo durante años, por el impacto sentimental. Es como el caso de los Beatles. Después ha habido muchos conjuntos buenos, pero si has sido de los Beatles, los has vivido en directo y has crecido, todo lo demás te parece una mierda. Esto me dura un tiempo. Me gustó mucho Simonsen, con Neeskens odio a muerte - si me lo encuentro en una carretera bajo la lluvia, lo atropello— pero él no tiene culpa alguna, es algo del todo irracional. Evidentemente, Maradona, pero con la coincidencia con un período muy triste del barcelonismo: los dos lesionados de Goicoechea, que son Maradona y Schuster. Y entonces viene un problema que es Sevilla. Para mí, Sevilla pone el contador a cero... No puedes ser de un equipo que ha hecho eso, no se puede ser aficionado de esto. Y ese estribillo con los trenes y las naranjas y las piedras... Sevilla es un disgusto también fundacional, a un equipo que le ha pasado esto, yo seguiré ahí, pero un poco como lo que pasaba en casa: ser comunista era igual que ser del Barça en Sevilla. O sea, perder siempre, estar con una gentuza que cometía unas aberraciones tremendas como no marcar penalti alguno, tener jugadores como “Pichi” Alonso, Marcos... Toda aquella época para mí es nefasta, pero claro, eres culé y tienes que estar ahí. Por tanto, hay muchos años de militancia discrepante. He sido un disidente. Esto dura hasta Venables, que me anima un poco... Ese juego de presión. Entonces hay una larga travesía de indiferencia... Van Gaal es una catástrofe, por ejemplo, por ese día en que juega con ocho holandeses y yo dije “esto no es Barça”. No me reconocía, aunque es una época en la que coincide con una altísima militancia como aficionado... no como socio, porque no lo soy. Antes de que Johan llegue como entrenador en 1988, ya empiezo a escribir de vez en cuando sobre el Barça. Luego empiezo a escribir de forma habitual en El País cuando Johan está en crisis, con títulos como “¿Hay vida después de Cruyff?”. Yo analizaba lo que veía y no era un talibán, a pesar de ser cruyffista a matar, pero entendía que había cosas del Cruyff que no se entendían. Mira, otro jugador que me gustó: Canito. No por razones futbolísticas, sino porque tenía un lado quinqui. Era esa cosa de “Deprisa, deprisa”, de Saura. Me parecía original tener a Canito.

"Los mejores años de mi vida como culé son los años de Rijkaard, con diferencia. Más que con Pep"

¿Los mejores años de su vida como culé?

Cuando tengo a los hijos, tengo la puta suerte que pillo 2003, mis hijos son de 1995 — tenían ocho años— y pillo la época maravillosa. Para mí, y es un poco herejía, los mejores años de mi vida como culé son los años de Rijkaard, con diferencia. Más que con Pep. Aquello fue resucitar, haber asistido a un cuerpo muerto, con mediocres, corruptos, tramposos, etc. Yo venía del nuñismo, pero estaba en la lista negra, no fueron unos años fáciles para quienes escribíamos con cierta libertad. Para mí Rijkaard representa esa buena educación que introdujo él, el rispetto famoso, algo que no se ha valorado porque nos hemos quedado con la caricatura de lo que fumaba porros y que tenía esos líos tremendos. Para mí son los grandes años de mi vida... Ronaldinho, Eto'o y Rijkaard. Estas tres piezas, más secundarios como Oleguer y van Bronckhorst, gente que dices “Hostia, eso es único, no hay nadie que tenga esto”. Y lo seguí mucho, las rúas con los niños, etc. Pude vivir un barcelonismo a través de los ojos de mis hijos.

¿Y la época Guardiola cómo la definiría?

Como “Ya soy millonario”. Tengo un coche descapotable, voy sobrado. Me vuelvo como a los que iban al Liceu... Soy un pijo. La sensación todo el rato de que esto no puede durar, de que estamos en la opulencia, de que somos un país que está disfrutando por encima de sus posibilidades y que acabará mal.

Qué pensamiento más catalán...

Sí, catalán y aragonés. Mi abuela Timotea, a la que no conocí, tenía una frase que la hizo famosa que decía “¡Ay, qué desgracia más grande tiene que estar a punto de pasar, con el tiempo que hace que no nos pasa nada!”. Esto es lo que tendrá que poner en mi epitafio. “Es la historia de mi vida”. Veías esos partidos del Barça, veías esa alegría y pensabas “eso acabará mal”. Y yo te diría que donde me emocioné más fue con la reconversión de Laporta, Rijkaard, Ten Cate, Eto'o, etc. que además coincidió con un período en el que yo pude escribir mucho y entrevisté a Ronaldinho, Eto 'o, Rijkaard... Es decir, tuve una proximidad con el club como periodista que nunca había tenido. Esto también influye. Cuando Laporta dijo lo de los “mejores años de nuestra vida”, para mí coincide, y después incluye toda la decadencia. Si me dijeras cuáles son los años en los que disfruté más, son aquéllos; y después, evidentemente, lo de Pep, que para mí fue maravilloso, pero me decía “No, esto no puede acabar bien”. Ya estaba saciado y me había vuelto un pijo. Incluso noté que mis hijos ya por edad empezaron a desconectar un poco y entonces me quedé como solo, que era ideal porque disfruté de esos años en plenitud y estaba bastante cerca, de modo que podía seguirlo desde el barcelonismo éste del entorno. Tenía “pase VIP” en el entorno, y podía hablar con todo el mundo, todos los tumultos electoralistas, etc. Este período fue muy estimulante, futbolísticamente fue una pasada, pero yo no lo viví tanto. A mí lo de Rijkaard me emocionaba. Cada vez que le oía hablar... Era un producto típicamente Johan. Una idea de bombero que sale bien y, además, era un plan B. Tenía todo lo que era Johan, “¿No tenemos van Basten? Pues lleva a Rijkaard”, y ya está.

¿Escribir sobre Messi es un reto?

Hay un famoso artículo de Màrius Serra, maravilloso, de cuando se pone de moda decir que se nos han acabado las palabras, y él hace este artículo con “cinco mil” adjetivos que no se han utilizado. Yo creo que no, creo que es igual de reto que otras cosas. El caso Messi, lo que nos sorprende, maravilla y quedará como su gran legado, aunque con estos últimos años esto quedará algo oscurecido por la locura contractual, es la continuidad. Lo normal en todas las estrellas, Cruyff incluido, es hacer un partido bueno de cada tres, y llega un tío que hace todos sus putos minutos durante trece años fabulosos. Eso sí que es algo que nunca lo habíamos visto. Los últimos años ya no, pongámosle los dos años últimos, pero tela...

"Yo nunca me he considerado teórico, pero sí un conocedor del alma culé"

¿Usted se considera un teórico del Barça?

No. Lo del Doctor Culé [su columna en El País años atrás] es una fórmula que nace cuando Ramon Besa me propone escribir una columna. Venía avalado porque Vázquez Montalbán un día no podía hacer la columna y dijo que la hiciera yo, y empezamos a hacer la colaboración semanal de un escritor. Esto lo inventamos allí, porque normalmente los escritores en El País sólo escribían cuando había un Clásico, como Marías-Vila Matas, pero alguien que lo hiciera cada semana no estaba inventado. Yo era un escritor joven que empezaba. Empezamos la colaboración junto a la crónica e hice cinco o seis con títulos diferentes. Como siempre estaba en el mismo sitio y era muy estrecho, Ramon me dijo que buscáramos un epígrafe, y en ese momento estaban de moda dos cosas: Jordi Culer, de Òscar, y algo que hacían en “Persones Humanes”, de TV3, que se llamaba el Doctor Soler. E hice un mix: el Doctor Culé. Era un contestador - lo que hacían en el “Persones Humanes”— y alguien dejaba una pregunta y yo la desarrollaba. Daba ironía, distancia y el tono perfecto para ese momento de nuñistas, gasparistas y hostias y lo que quieras. Este punto de ironía funcionó y, como era muy estrecho, siempre era un verbo en infinitivo, “perder”, “ganar”. Con esto fuimos tirando y fueron pasando años. Todos los grandes artículos que había que hacer me los pedían a mí. Además, Ramón dirigía una redacción extrañísima donde empezamos a hacer cosas muy raras, como un suplemento especial con poetas. De hecho, en Barcelona nos decían “los poetas” de El País. Así que ya que nos lo decían, dijimos hagámoslo en serio, y buscamos tres o cuatro poetas y fichamos también a Guillem Martínez. Era una sección brutal en el ámbito de periodismo creativo y literario relacionado con el fútbol. Se pone de moda y en Madrid empiezan a imitarlo con Villoro y compañía. Entra a saco todo el mundo y todo se lo deben a Ramon Besa.

Sergi Pàmies
Pàmies ha destilado sus conocimientos sobre el fútbol en colaboraciones periodísticas en medios como El País o La Vanguardia | Carolina Santos

¿Sigue a otros escritores entre ese periodismo literario?

A todo el mundo, soy superfan. Además, creo que es lo mejor que nos ha pasado en los literatos, que veían el fútbol como algo raro. Ahora esto es un hecho, se puede escribir literariamente del fútbol sin vergüenza y si te pasas de ínfulas el mismo hecho futbolístico te dice que bajes un poco la tontería. Todos los Panenkas, Líberos, etc. no habrían existido sin esa previa. Es una rama que viene de Sudamérica, donde era bastante normal. Eran todos esos escritores que se atrevían a hablar de fútbol y siendo de izquierdas. Había habido cierta prosa, especialmente en Argentina, pero enseguida surgieron réplicas estilo Villoro, Caparrós, etc. Hoy hay un artículo en El País de Leila Guerreiro memorable que explica que a su padre la familia le prohíbe ver los partidos de Argentina porque han deducido que, si está viendo un partido, pierden. No habría sido posible publicarlo con normalidad si no hubiéramos tenido estos veinte o treinta años de todo lo que comentamos. Es un fenómeno que ha ocurrido en todo el mundo, se ha normalizado. Es una liberación donde Manolo [Vázquez Montalbán] fue básica, él dijo que se podía hablar de esto sin ser un idiota. Una influencia brutal. Entonces, yo nunca me he considerado teórico, pero sí un conocedor del alma culé, en parte por el defecto este, que me da un pequeño margen de distancia. A mí lo que me gusta es el fútbol y la condición culé es secundaria... Ocurre un poco con Catalunya, también, y por las mismas razones. Tengo una formación educativa diferente y eso le doy mucho valor, de lo otro no me creo nada. El único vínculo que valoro es lo irracional, lo sentimental, éste no puedes fingirlo. En esa época en que yo hacía ver que era antimadridista, si hacía algún comentario se me quedaban mirando cómo diciendo “eso que has dicho no tiene ningún sentido”, hasta que decidí salir del armario con el libro y afirmar que yo no soy antimadridista. Y lo dije bien como para que se me tolerara.

Una serie de conceptos: ismos, entorno, cavernas mediáticas (de aquí y de allá)... Todo esto me imagino que le causa una fatiga tremenda.

Hombre, nos ha dado mucho trabajo. Debemos ser agradecidos: Hemos facturado mucho gracias al entorno. Muchos artículos sobre las minucias intelectuales de Joan Gaspart. A mí me ha entretenido, me ha divertido, me parece una patología muy barcelonista. No lo he visto en ninguna parte. La importancia de lo extra-deportivo y la diversidad de patologías dentro del mundo éste no la reconozco a ninguna parte. Sí, está Boca y toda una cultura, pero todo el mundo tiende a la unión. Lo interesante y fascinante del Barça es que a través de este entorno en que cada uno piensa lo suyo. Si pudiéramos llegar a un momento en que todos pensáramos diferente, incluso como coartada por no ser todo lo animadores que deberíamos ser. Como yo tampoco he sido un aficionado al fútbol de animar mucho, sino que pienso que o miras al fútbol o animas  - eso que hacen los argentinos no lo entiendo, porque no están viendo el partido- y yo soy de mirar el partido y disfrutarlo. Entiendo los ánimos y todo esto, pero yo soy el primero que levantó la liebre del speaker diciendo que había que fusilarle, como concepto, conste. Y hemos perdido esa batalla. Y lo hemos perdido metafóricamente, el fútbol ya va hacia el speaker, y es una aberración. Rompe con todo lo que es el barcelonismo hasta entonces. Piensas “He tenido la gran idea”, pero no, porque al cabo de dos años a todo el mundo se le pega, todo el mundo está encantado con el puto speaker y el Camp Nou anima más que antes. Te dices “He fracasado”, pero no será ni la primera ni la última vez. Sobre los ismos, sí son enfermizos, pero a mí me han gustado. Les entiendo, me tienen bastante fascinado, lo he conocido mucho, es quizás lo que más he conocido, las conspiraciones, la miseria, la mezquindad, los personajes, los perfiles de egos y narcisismos, la mediocridad... Todo esto es fascinante, también literariamente. El poder estar una hora con un tío que dices “este tío, ¿cómo es posible?”, y al mismo tiempo darte cuenta de que él ha vivido mucho más que tú. A veces tú puedes pasarte de listo, creer que perteneces a una élite, pero el otro vive de puta madre; ahora, cuando le oyes hablar te preguntas si no será un idiota... Probablemente, el idiota eres tú. No soy anti-entorno ni anti-ismos, pero entiendo que a veces esto debe ser muy difícil para quienes están dentro. Con Johan lo viví más, pero es que él quería incondicionales y a mí no me gustaría vivir en un mundo de incondicionales.

¿Cómo ve ahora los diez años vividos bajo Rosell y Bartomeu?

Coinciden en la época en la que yo he tenido más estatus como comentarista. Lo tenía muy cómodo para saber cosas y, además, en el caso de Rosell tenía cierta relación. Debido a que tardó tanto en presentarse —fue un cultivador de entorno brutal, la apoteosis— tuve la oportunidad de conocer todo aquello en B. Bartomeu sería como una excrecencia post, no él personalmente, sino la inercia que representa. Con él también tuve buena relación; de hecho, el premio Vázquez Montalbán me lo dan bajo el mandato Rosell, pero quien me lo entrega es Bartomeu. Haciendo una visión no personal, son unos años nefastos que vienen de unos últimos años Laporta nefastos. Es una mala digestión de una situación, que la agravan con la famosa “acción de responsabilidad” que se va envenenando. En los años de Rosell, el entorno estaba muy encabronado porque esa gente estaba en una situación que quizás perdían la casa. Algo muy grave, pero afectó más al entorno que al barcelonismo. Así como a menudo el entorno es la expresión exagerada, purulenta e inflamada de lo que ocurre en el club, en aquellos años la percepción que tenías cuando ibas al Camp Nou, con la demagogia y el populismo que acompaña al fútbol, hacía que fuera más importante el tridente, toda la tontería del sexteto, toda esa mierda. Es cuando empezamos a restar títulos: empezamos septiembre con seis títulos y en marzo ganamos dos en medio de una depresión tremenda, cuando antiguamente yo me había educado en una época en que si ganas medio estabas encantado. Esto se inventa entonces y coincide con Qatar. Hay cierto período de calma en el primer Bartomeu, pero cuando vas disponiendo de la información tienes la sensación de que contractualmente esto era un desbarajuste, pero tampoco se hacía nada.

"Los años de Bartomeu son especialmente ineptos, pero lo que no veo detrás es maldad"

¿Todo el mundo era cómplice?

Sí, tanto como lo somos de Qatar. Sí, podías hacer un artículo, pero incluso cuando denunciabas era algo por postureo. Con muchas excepciones, porque hay gente que escribió de forma irrefutable. Pero por lo general no pasaba nada. Todo esto empieza a desmontarse un poco con el Barçagate, que está muy hinchado por intereses mediáticos... Tienes que ser un poco sumiller con eso... Yo lo soy. Cojo los marrones, me los pongo en la boca y digo “aquí noto unas gotas de Cadena Ser, aquí tal cosa, etc”. Hay que ir buscando de dónde viene, quién está detrás, cómo se ha producido, cómo han mezclado las cosas, a quién beneficia. Pero sí que era una manifestación de la purulencia interna. Después, cuando hablabas con la gente que mandaba — he tenido esta posibilidad— te dabas cuenta de que estábamos en manos de gente... Uf... En época de Laporta ya ni te digo, decías “¿Estos tíos llevan el club? ¡Si parecen una banda de rock’n’roll!”. No había mucha diferencia entre Los Búhos y su junta, sobre todo después del cisma que hubo. Quizás por humildad o quizás para seguir viendo el espectáculo, pensabas que igual es que esto funcionaba así ya de normal. Curiosamente, el conocimiento de la realidad hace que la entiendas menos; cuanto más hablas y más datos tienes, más acabas pensando “Eso... ¡Uf!”. Yo he visto pasar muchos, jefes, comunicación, etc. que me decían “No, ahora lo haremos diferente” y yo pensaba “Hostia, si yo ahora pudiera ponerle un vídeo de los anteriores”. Los años de Bartomeu son especialmente ineptos, pero lo que no veo detrás es maldad. Son ineptos y, sobre todo, en una época en la que el fútbol se ha desmadrado mucho. Yo recuerdo cuando, con Núñez, una de las cosas sagradas era el 55% de masa salarial hasta que, de repente, Soriano dice que el 70%. Pensé "Hostia, qué salto", pero como él tenía toda la mochila y los pdfs aquellos y la teoría de que había que aumentar los ingresos, pensé que debía de ser normal. Aceptamos el 70%. Entonces venía Bartomeu y te decía que estábamos en el 77%, pero que seríamos el primer club del mundo en facturar 1.000 millones de euros. Pero, claro, con unos beneficios de 13 millones. Hostia, ¿una empresa que gana 13 millones facturando 1.000? Quizá los enviaría todos a la calle. Y tampoco pasaba nada, ibas al Estadio y todo el mundo contento. Hasta que hace un par de años dije “Aquí se quedan”, no quiero saber nada del Estadio. Yo estoy en casa, mirándolo por la tele. La gente que ha vivido el ritual del Gamper, por ejemplo, que venía de comarcas y todo lo del “aquest any, sí” y “ja tenim equip”, y ahora los acabas viendo en un campo que parece una discoteca barata de barrio.

Esto es lo que les gusta. El gran problema de la humanidad es el triunfo del baloncesto. Todo lo que ha hecho el fútbol en los últimos veinte años ha sido introducir hábitos del baloncesto. Ya se empiezan a ver bocinas y gente que grita por megafonía el nombre de quien ha marcado el gol. Todo esto viene del puto baloncesto, que es un deporte demencial en el que ocurren muchas más cosas de las que caben. Resultado: 87 a 84. Esto no es serio. La gracia del fútbol es la imposibilidad de hacer lo que debes hacer, es un deporte basado en el fracaso y la frustración. Veintidós tíos fracasando durante hora y media, y uno, de vez en cuando, logra algo. Esto es grandioso. El baloncesto es el triunfo de la gente feliz. En vez de arrinconar este deporte, a ver si desaparece, lo que se ha hecho es tomarlo todo: las estadísticas, la concepción científica barata, etc.

¿Cómo juzgas la segunda etapa de Laporta?

Están gestionando la catástrofe. Él no puede considerarse culpable. Seguro que si rascamos, encontramos cosas, pero el enfermo estaba ya muy enfermo. Y el nuevo médico es un curandero. La imagen es que ha entrado Laporta y le ha dicho al enfermo “he echado a todos los médicos de este hospital y éstos son los nuevos”, y cuando miras, son su primo, su hermano, etc. Y la familia del enfermo diciendo “¿Quieres decir que vamos bien?”. Los médicos anteriores, todos con batas blancas, diciendo “Yo soy de Harvard, yo soy de Illinois”, pero eran unos putos inútiles. En cambio, ahora ha venido un curandero, entusiasta, que va diciendo cosas que quiere hacer, todas muy sensatas, pero no las hace porque no las puede hacer. Los primeros días decían que harían una auditoría y que si debían estar dos años sin ganar nada, lo harían. A los tres días empezaron a fichar, a gastar y a venderse las joyas de la abuela y lo que hiciera falta.

El fútbol consiste en vender ilusión…

Eso es mentira. Si quieres vender ilusión, no pongas al speaker. Lo primero que tienes que hacer es dar la oportunidad a la gente de que lo maten allí mismo. A la gente del fútbol —o la del Barça, en este caso— no se le puede decir la verdad. El enfermo está palmando. Pero no está palmando solo porque es el Barça, sino que el enfermo está en medio de una pandemia, es un problema estructural. Hay gente que te explica muy racionalmente y de buena fe qué cosas se podrían hacer, y Laporta no las está haciendo. Pero por experiencia sé que cuando lleguen no lo aplicarán. Laporta también decía que pondría orden. Podemos recordar el caso Ferran Reverter: todo el mundo contento con él y al poco tiempo lo echan. Y te preguntas qué criterio están siguiendo. Por ejemplo, la aportación de Víctor Font racionalizó el tema, pero la sensación es que si llegara, al ver el panorama, lo primero que haría es empezar a fichar como un loco. Y la prensa preguntándole “¿Por qué no ficha Haaland?” todo el día. En estos últimos tiempos han ocurrido cosas contractualmente interesantes. Hemos fichado a gente gratis, pero al mismo tiempo hemos hecho fichajes con precios demenciales. Las comisiones, Spotify y aplausos para comisionistas, etc. Yo ya sé que se está muriendo, pero la cuestión es llevarlo bien mientras dure. Tengo la conciencia de que hay algo que se acaba. El modelo termina y es un hecho, está superdocumentado y estudiado. Qatar es la sublimación de todo esto. No sé cómo quiero vivir todo esto... He cogido una cierta distancia pero estoy informado. Es que ese “laportismo de segunda generación” es muy agresivo, es mucho más sectario que todo lo que hemos tenido hasta ahora. Es un sectarismo chabacano, no hay teoría detrás, manda el espíritu. Hay mucho hermetismo informativo y lo que te cuenta cosas es porque está desesperado. Me ha parecido interesante todo lo que han hecho con los fichajes... Fichar a gente que acababa contrato, descabezados, pero funcionaba. Descubrimos a Ansu Fati durante la pandemia. Todo esto no habría ocurrido sin la catástrofe previa. Siempre encuentro motivos para que sea interesante, me cojo a lo bueno. Yo ya he vivido el entusiasmo de los tiempos de mierda, esas reuniones conspirativas. Un día habrá que hacer una historia de los reservados como éste donde estamos ahora, yo ya no puedo ir. Ya lo hice tanto... Ya sé cómo irá: vendrá un tío con unas carpetas, ¡ay, las carpetas!, joderá una explicación y acabará diciendo “¿Cómo lo veis vosotros?”. Y le importa una mierda todo lo que dices; le entra por un oído y le sale por el otro, como si fuera carne picada pasando por la máquina. Ahora me lo tomo con filosofía. En cualquier caso, no es nada fácil... El enfermo estaba moribundo por causas propias y externas, por lo que si lo salvan tendrá mucho mérito.

Sergi Pàmies: "A la gent del futbol -o la del Barça, en aquest cas- no se li pot dir la veritat. El malalt està palmant" | Carolina Santos
 
Sergi Pàmies: "A la gente del fútbol -o la del Barça, en este caso- no se le puede decir la verdad. El enfermo está palmando" | Carolina Santos

¿Se aferra a alguna esperanza, algún clavo ardiendo?

¡Sí, por supuesto! Incluso me aferro al espíritu de “la banda”. Si hubiera una pregunta sobre cuál es tu directiva favorita, yo respondería que ésta nuestra. Es brutal, no tiene sentido. Es un disparate. “Enric Masip”: es un concepto. Yo lo pondría en el diccionario. Es necesario que alguien encuentre la forma de definir esto. Te dicen “nuestro director deportivo es Enric Masip”, como si fuera una verdad irrefutable y absoluta... ¿Enric Masip? ¿Qué estáis haciendo? Esto a mí me gusta, me pone. Lo digo en serio, no es postureo. Yo disfruto con las sorpresas, y éstos me sorprenden siempre. Así como con Bartomeu sólo te enterabas de las sorpresas cuando ya tenías el hacha en la espalda, éstos sí te sorprenden.

¿Cómo ve el futuro inmediato?

Yo tengo la suerte de que el futuro siempre lo he visto mal, porque incluso en la época de esplendor pensaba como mi abuela Timotea. Cuando estaba en la opulencia, yo recordaba los años de sequía y pedía a los demás que tuvieran en cuenta que estaban viviendo una excepcional. Éste es el gran cambio generacional, el ambiente del Camp Nou de hoy es muy bueno en comparación con lo que habíamos vivido. Es decir, a mí me gustaba más lo otro, pero éste es más futbolísticamente correcto. A mí, cien mil cabrones, me gusta; es decir, la idea de que once tíos tengan que jugar contra un equipo rival para ganar algo y tengas cien mil cabrones en la grada me gusta como perversión de la humanidad. Pon que fueran sólo cuarenta mil cabrones y los demás fueran buenas personas. Es una exquisitez que sólo la tenemos nosotros, porque lo normal es que haya gente que tenga ganas de que ganes. Lo de ir al campo a soplar para ver si la pelota de Charly [Rexach] sale fuera sólo lo tenemos nosotros. Yo no soy así, pero me gusta que esto exista. Me parece una gran extravagancia. Es como los suizos... Llegas a Suiza y todo aquello es muy raro.

Es un rasgo identitario: debes animarme, tú, jugador, a mí, seguidor.

Sí, y si me animas, ya encontraré motivos para hablar mal de ti. Estas perversiones me gustan y durante el período electoral se mantienen: la noche aquella de los avales, eso es único. A las tres de la madrugada, sesenta periodistas con grabadoras a ver si cogen la juerga que se están pegando unos tíos que no se conocen. No se conocen y que van a dar dieciséis millones... Tela. Luego cuando quieres informarte sobre quién ha puesto el dinero ves que no sabemos nada. Finalmente, ves una entrevista que le hace Évole al hombre aquel extraño de Badalona, el de los helicópteros [José Elías]. Es lo que faltaba. Tienes el álbum de cromos de gente extrañísima y resulta que encontramos un cromo que es un tío al que no le gusta el fútbol, que avala a su amigo, que se dedica a unas cosas extrañísimas... Tiene unas teorías sobre la energía ... Dice que debería ser mucho más barata, pero no te explica cómo. Y él es millonario, con lo que sospechas que es como si se hubiera cogido la luz.

¿Llegaremos a ver el Espai Barça?

No, pero antes era el Barça-2000 y siempre hay una zanahoria de esas que te ponen delante. ¿Te acuerdas del estadio “Lacasitos” de Foster? Era brutal. Si tú hubieras podido ver la convicción con la que defendían ese proyecto, "es eso o nada". Cada vez que alguien te diga esta frase es que será “nada”. Es brutal cómo se ha pervertido todo, no sólo el Barça, sino que es algo del sistema... Me jode mucho. Soy tan pesimista de siempre, que todo esto no me parece una catástrofe porque haremos lo que podamos. Esa gente que hay ahora tiene buenas intenciones, seguro, pero ¿tienen competencia? Cuando han tenido a alguien aparentemente competente, después ha resultado que no. Cuando han apostado por la competencia, por ejemplo con Reverter, la persona en cuestión desapareció de la noche a la mañana. Por tanto, por experiencia lo más fácil es deducir que detrás ha habido movimientos que no conocemos, y eso sí que es frustrante. Lo sabremos algún día, pero ahora no lo sabemos.

¿Cómo ve la amenaza de conversión en sociedad anónima?

Lo veo como una opción que va viniendo. Si no es esta solución, alguna otra solución híbrida estilo Bayern de Múnich. Con el tiempo sueles tener interlocutores que pueden ayudarte y todo el mundo te dice que vamos hacia aquí. Lo que ocurre es que el Barça te puede sorprender. Los que están en contra, tampoco te dicen cómo lo harán. El Barça cada día que abre el tenderete tiene más costes que ingresos. Se puede decir que “no, en el mundo del fútbol esto es sostenible”, pero vaya... El Español ha perdido 12 kilos y dice que no cierra. He llegado a escuchar que, gracias a su hecho diferencial, al Barça le perjudica menos que a otros el hecho de tener pérdidas, porque dicen que es una marca que, pese a arruinada, sigue teniendo interés. En cualquier caso, no es el peor momento que hemos pasado. Tenemos buenos jugadores, como Gavi y Pedri, pero tampoco quiero enamorarme porque estoy escaldado... Siempre pienso en qué momento se lesionarán. El último amor ha sido Ansu Fati, pero a medida que vas conociendo todo el tema de las operaciones, dices "hostia, hostia..." y me acuerdo de las lesiones aquellas de rodilla de Edmilson, Larsson, etc. Hay aspectos de la información que no está en manos del club, cosas que se les escapan. La masa salarial es una, porque te dicen que si Messi no hubiera cobrado lo que ha cobrado, ya no lo tendríamos hace muchos años. Al Camp Nou no se le puede decir: "Esto no lo podemos pagar", que es lo que dijo Faus y acabó yéndose. Hay cosas que no pueden decirse y eso también lo vas aprendiendo. Habrá un momento en que todos empezaremos a decir que la solución de la sociedad anónima tampoco está tan mal, y lo diremos con aquellas voces, estilo Círculo de Economía, que ponemos los culés y nadie más en algunas ocasiones. Nos explicarán que El Corte Inglés es también una sociedad anónima, con toda la pachorra del mundo. Toda la mística de la propiedad es sólo mística. Ahora ya somos clientes, no socios o aficionados, y debemos pagar. He oído cosas como que si hay 7.000 millones de personas en el mundo y 400 millones son culés, si cada uno de ellos paga un euro...

Sergi Pàmies
 
Sergi Pàmies: "Tengo la sensación de que todo lo que tenía que escribir sobre el Barça ya lo he hecho" | Carolina Santos

¿Volvería a escribir un libro de temática culé?

Yo no descarto nada. Tengo la sensación de que todo lo que tenía que escribir sobre el Barça ya lo he hecho entre los artículos y el libro, pero la respuesta sería que desde luego volvería a escribir un libro sobre el Barça. Debe ser un libro que no esté escrito y que tenga que ver con una reflexión a fuego lento a menos que sea un encargo tipo “Cruyff”. Yo tengo la sensación de que nosotros venimos de un equilibrio: la maldad de la Junta, la bondad de los jugadores y el heroísmo del pueblo. Como venimos de una época en la que no había nada, todo era una mierda y todo era siempre culpa de los demás, hemos desarrollado un narcisismo victimista muy elaborado, en el sentido de que o Franco, o el Madrid, o la lluvia o los árbitros , o los cuatro a la vez, eran los culpables de nuestras desgracias, y te vas a casa tan tranquila. Desarrollamos una mística del dolor que era súper eficaz y que comparada con el Madrid era la antítesis perfecta, porque ellos estaban al revés. Este equilibrio ha desaparecido, en parte por su éxito. Aquí hace unos años que el Barça lo peta, de juego, de expansión internacional, de imagen... Messi... Todo lo que quieras. Aquel discurso ha terminado, ya no sirve. La transición entre ese discurso y el actual hizo que los opulentos, los que restan títulos, no utilicen ese discurso y han creado una barrera generacional. Está evolucionando más rápido el barcelonismo real que el barcelonismo litúrgico y reflexivo. La reflexión filosófica sobre el Barça va más despacio. Esto es raro. Yo intento ponerme en algún sitio donde pueda ver a esto, es como tener dos pantallas, y una de ellas con la realidad, que no es la que me gusta ni me siento cómodo... Me obliga a aprender códigos nuevos. El cincuenta por ciento del lenguaje periodístico viene de García, de un solo tío. Estas nuevas generaciones están muy injertadas en esto, mucho más que nosotros, que éramos coetáneos. Ahora escucharás a ministros, periodistas deportivos, directores generales utilizando muletillas del García. Y con absoluta normalidad. Este uso de los adverbios... Un tío de veinticinco años. Es lo que le han enseñado en la universidad o lo poco que ha leído, porque todo lo sigue por YouTube. El caso de Gerard Romero, por ejemplo, lo más fácil es estar en contra, y no, míralo... aunque sea para acabar estando en contra. El estar a favor o en contra de las cosas es cada vez más irrelevante. Admito que antes me daba mucho placer. Decías que estabas a favor o en contra de algo y salías cabreado o contento. Sin embargo, estos estados de ánimo para entender la realidad ya no sirven para nada. Es irrelevante que tú estés a favor o en contra, lo importante es que lo entiendas o no. Y como la información está castrada por todas partes, con unos aparatos de comunicación que dan miedo, debes seguir tu intuición, ir sumando opiniones y después no renunciar a tu conocimiento de las cosas. Si te viene alguien y te dice "No, no... Esto ya lo tenemos controlado, chato"... Pues chico, no lo parece.

Expresa reflexiones que nadie se plantea sobre esa cultura de las redes sociales y de la inmediatez.

Si nosotros nos ponemos de culo, estamos muertos. Es necesario entenderlo. Esto me lo explicó Piqué: con las nuevas herramientas tipo Twitch tienen medias de conexión de siete u ocho horas diarias. Viven en una época en que los chavales estos que se los miran no trabajan. Como padre, le compras un sillón de esos y así lo tienes en casa, y no está en la calle pegándose un botellón. Y entonces al chaval le gusta, y se está catorce horas diarias. Escuché una entrevista en Gerard Romero donde decía que durante el Mundial había realizado 217 horas de directo. Yo aún recuerdo a la gente luchando por la jornada de ocho horas, las vacaciones, los fines de semana. Estos son los héroes, la gente quiere parecerse a esto. ¿El Barça y el fútbol pueden dar contenidos hasta crear esto? Conmigo que no cuenten. Yo me voy al cine, tengo hijos, trabajo, escribo un artículo... pero resulta que lo que toca es estar allí siete, ocho o nueve horas. Y Piqué lo explicaba como una vía de negocio futuro, y entonces ves a Luis Enrique y tal, vas viendo que esto se va abriendo paso. Eso sí, si algo hemos aprendido, es que ocurren varias cosas a la vez. No es una cuestión de juzgar, sino de ver hacia dónde vamos. Claro, pero sigues la rueda de prensa del Barça y entonces ves a “Maspelotas.com” preguntando a Xavi. Lo fácil es despreciarlo, pero cada vez hay más. De reojo lo tienes que ir siguiendo y debes ir entendiendo los mecanismos. Por ejemplo, en la conversación global sobre el barcelonismo, que es lo que nos tiene aquí unidos, está cambiando y ahora la gente te habla de Twitch o de tweets. Antes podíamos discutir si Martí Filosia era o no una broma, era el debate que te encontrabas en Canaletes. Cuando se descubrió que llevaba un aparato de tortura [una faja ortopédica por su hernia] se entendió por qué era tan malo. Ahora te comentan el tweet de un tío anónimo sobre Martí Filosia.

"Me sabe mal que el Barça se transforme en una sociedad anónima, pero si hay que hacerlo, que se haga bien"

Antes ha hablado del riesgo de Barça, SA, pero no nos ha quedado claro si le da igual o está en contra.

No, no me da igual. Es como el tema de Qatar. Son cosas malas que veo que nadie hace nada por evitarlas. Además, el esfuerzo que supondría es hacer la revolución, y por experiencia sé que la revolución cuanto menos la hagas, mejor. Lo siento, pero si hay que hacerlo, que se haga bien. Esto es lo que me preocupa. Si lo tiene que hacer Enric Masip...

Alguna vez te he oído decir que en el fútbol, no sólo en el Barça, sino en toda la industria, la única vía de negocio que le queda es la oscura; es decir, los Abramovic, Qatar, etc. ¿Sigues pensando lo mismo?

Sí, como constatación de lo que hay. Ahora estamos viviendo la apoteosis de esto. Si tenía alguna intuición en algún momento, se confirmaron todas. Esto no significa que sea la única vía, pero existen otros casos, sobre todo en los países más civilizados. Lo que tengo duda es si el Barça, como primera potencia, puede encontrar alguna fórmula, y en esto soy optimista. De la misma manera que todo el mundo te dice que es necesario ser sociedad anónima, podría ocurrir que tú hicieras una fórmula empresarial más capitalista que la que tenemos, con desaparición de los estatutos - un día deberíamos hablar como hicimos los últimos, porque es un episodio cómico - y que será de las menos malas. A mí me sabe mal, pero cómo me saben las super islas... A mí me gustaba que todas las calles fueran iguales, pero si tiene que pasar, que se haga bien. Esto me ocurre constantemente con todo. Y los gángsteres algo han hecho bien, también... El Madrid es un caso de gestión absolutamente impopular desde el punto de vista ético, con mucha influencia y lo que quieras, pero la gestión de Cristiano y Ramos ha sido impecable. La gestión de las ventas de algunos jugadores que piensas, ¿cómo han podido colocarlos? Aquí nos dan muchas lecciones. Un Barça limpio con una inquietud y con mecanismos de control, pero es que el mecanismo de control del Barça son del estilo del comunicado aquel del Compliance...

Sergi Pàmies
 
Sergi Pàmies: "El entorno es la expresión exagerada, purulenta e inflamada de lo que ocurre en el club" | Carolina Santos

Podemos sospechar que en esta ciudad hay muchos intereses para que el Barça sea sociedad anónima y por eso está calando un mensaje que dice “sociedad anónima equivale buena gestión y club mutual equivale a desbarajuste”, y eso es mentira. El modelo de propiedad y la calidad de la gestión nada tienen que ver. Incluso están vendiendo el modelo Bayern, que no parece ni de lejos aplicable al Barça.

Lo del Bayern es una consigna, y todas las consignas deben contar con un alto grado de ignorancia. Digo una cosa, a ver si cuela... y cuela, por la pereza que hace investigar y entender de qué van las cosas. Cuando hablas con gente que entiende y no encuentro gente que me diga “hay que hacerlo así”. Hay gente que te dice “habría que hacer esto o eso otro”, pero ¿qué modelo de propiedad quieres? Hay poca ciencia en este ámbito. No hay modelo, porque el modelo que te vienen del Bayern no te vale para el Barça. El opio se basa en esto. Yo lo que quiero es “gáname partidos, juega bien y no me agobies”. Eso de lo que el Barça ha presumido durante tantos años de “no, nosotros somos un club especial, vivimos los colores...”, todo esto es mentira. Cada vez el Barça es más global, más universal, más de clientes y de los 400 millones de seguidores, estos que no existen, pero que son más importantes que el socio que acude al Camp Nou, al que se le puede dar por saco reiteradamente. El contraste entre la realidad y la ficción es muy grande. Nunca he encontrado a nadie que me diga “esto lo haremos así”, pero también entiendo que no debe existir una única fórmula y seguro que todo debe ser el resultado de probar cosas. ¿Pero soy optimista en el sentido de por qué no podemos hacerlo? Por cierto, el lujo que puede permitirse un pesimista es ser optimista de vez en cuando.

"He dejado de ir al campo. Es una experiencia dolorosa, desagradable, estridente"

¿Por qué ha dejado de ir al campo?

Porque no se puede ir. Es una experiencia dolorosa, desagradable, estridente. Desde la instauración de la grada de animación gregaria. Imagínate que has ido a misa siempre y, de repente, llega un cura nuevo y empieza a sacar guitarras y tal. No ocurre nada, si te gusta. El problema es la acumulación de cosas: la incomodidad en los asientos, no se puede fumar... todo es complicado. También es cierto que la edad hace. Antes yo iba a ver el calentamiento de Messi y Alves, algo maravilloso. Hasta que entró un preparador físico que decidió que nada, y que debían dedicarse a aquellas mariconadas de correr arriba y abajo como si tuvieran problemas compulsivos. Pasan cosas que no entiendes. La suma de todo esto hacía que cuando empezaba el partido estabas extenuado y no lo disfrutabas. No es que todo sea negativo, pero llega un momento en que dices, "¿me compensa?”. Lo del día del Eintracht es una vergüenza, una mancha para la historia del Camp Nou enorme. Como era la junta nueva no pasó nada, pero si lo hace Gaspart... Aquello fue una invasión de campo tolerada y auspiciada por los nuevos sistemas. No soporto las canciones de la grada de animación, me pongo enfermo. Aquello no es verdad, es artificial, se lo han inventado. Es la cultura del Palau Blaugrana. Los dos primeros años de Laporta, los años Rijkaard, el Estadio reacciona de forma absolutamente positiva espontáneamente, nadie lo dirige. Son unos años en los que la actitud del público es para llorar de emoción. Luego está la intervención del día del Mourinho, el día que le cantan “Vete al teatro”, una creación única. Es de un nivel de sofisticación brutal y sin insultar.

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