
Tarde de solemnidad sobria al aula Magna de la Universitat de València. Es la sobriedad noucentista de l'Instituto de Estudios Catalanes (IEC), la academia catalana por excelencia, fundada por Enric Prat de la Riba hace más cien años. El martes de esta semana la Sección de Filosofía y Ciencias Sociales del IEC, presidida por Josep Gonzàlez-Agàpito, 67 años, celebró en la yema del huevo universitaria de Valencia la sesión de recepción de una nueva académica, Josepa Cucó y Giner, 63 años, catedrática de Antropología Social, formada en los grandes centros franceses de la especialidad.
En su discurso comparó las transformaciones urbanas de los últimos veinticinco en Barcelona, Bilbao y Valencia. Son ciudades que se han querido asear espoleadas por intereses económicos contrapuestos, y revestidos de motivaciones deportivas y culturales: los Juegos de Barcelona del 92; el Guggenheim, en Bilbao; y el IVAM, el Palau de la Música y la Ciutat de las Artes y las Ciencias en Valencia. "En el trasfondo de todos los cambios mencionados se encuentra la globalización neoliberal", afirmó la doctora Cucó ante el público que llenaba la sala.
Mencionó el concepto de "ciudad creativa" según el modelo de las 3T (tecnología, talento, tolerancia) de Richard Florida, 57 años. Según Cucó, Valencia no resiste la comparación con Barcelona y Bilbao en materia de creatividad. "La creatividad –dijo- aplicada a la transformación urbana de Valencia ha dado como resultado un crecimiento de efectos demolidors". Las creatividades de Barcelona y Bilbao, en cambio, tienen un "carácter innovador del modelo urbano que agrega un plus localista y social a las soluciones neoliberales".
Vi que algunos asistentes al acto parecían desconcertados en oir la palabra "localista". Bien pronto se tranquilizaron. La conferenciante amplió la idea: "Barcelona y Bilbao reinterpretaron el emprenedorisme como un reto local y autonómico frente en el gobierno central español".
Al responder al discurso, como señala el protocolo académico, el doctor Joan-Francesc Mira y Casterà, 74 años, le dio la razón al poner su ojo de antropólogo sobre Valencia. Concluyó: "El problema es cuando el progreso acontece destrucción: destrucción física, o destrucción de unos valores y de una imagen". Fustigó la "nueva derecha triunfante que se interesa sobre todo por la expansión del consumo, de la diversión y del espectáculo, que le parecen la verdadera misión de la modernidad". Después cenando con él me quedó claro que por Mira no todas las derechas son iguales. No es el caso de la triunfante en Alemania: "La prosperidad alemana debe de mucho a la fortaleza de las pymes".
No todos los males valencianos vienen de ahora, está claro. Al salir al claustro saludé el geógrafo valenciano Vicenç Rosselló, 72 años. "Priorizar la espectacularidad por ante la calidad –me dijo- viene de antes de que mandara la derecha". Dimos un tumbo antes de cenar. Mira no paraba de hacernos mirar la "brutal destrucción" de muchos topants históricos de la ciudad, incluidas aportaciones de la burguesía emprendedora del pasado siglo.