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Rafael Marin, tejedor para aerolíneas

Una fábrica catalana fabrica 400 millones de unidades el año en reposacaps y 8 millones en mantas para grandes compañías de transportes

    Rafael Marin
    Rafael Marin
    Josep Maria Casasús
    30 de Mayo de 2013
    Act. 31 de Mayo de 2013

    Hay una especialidad de producción industrial en la qué Cataluña es líder. Tiene una aplicación práctica abellidora y cómoda, muy presente a la vida de quienes nos movemos por el mundo. Puede pasarnos inadvertida cuando viajamos en tren o avión. Es la de los tejidos no tejidos. Son fibras sintéticas no hiladas que producen sensaciones visuales y táctiles que nos traen a confundirlas con tejidos originales.

    Las fabrica una empresa del Baix Llobregat, Laystil S.A ., dirigida ahora por los hermanos Carolina y Guillermo Marin. El fundador de la casa es Rafael Marin, 71 años, un inventor constante de nuevos productos de la gama, y un renovador inquieto de la tecnología para convertir proyectos en realidad.

    "Qué artículos más habituales están basados en este tipo de tejidos?", le pregunté esta semana mientras comíamos. "Los que habrás visto más a menudo –me dijo- son los reposacaps en los asientos de los aviones o de los trenes. También los puedes encontrar en mantel de restaurantes, en caminos de mesa, y en sábanas de usar y tirar".

    Pero así mismo en las mantas de los aviones y en toallas que no son desechables. Empezó el 1979 con los necessers que los viajeros del tren-hotel de Renfe entre Barcelona y Madrid encontrábamos en los lavabos de las cabinas individuales.

    Es, pues, una iniciativa industrial catalana que actúa con empujón en el sector de la higiene en el transporte colectivo de larga distancia, en la restauración y la hoteleria, y en artículos de promoción y publicidad. Nos hace quedar bien en todo el mundo. En los géneros de más uso en los servicios para pasajeros de avión es la que tiene más capacidad de entre todas las compañías europeas. La factoría de Abrera puede fabricar cuatrocientos millones de unidades el año en reposacaps y ocho millones en mantas. Tiene clientes de mucho voladizo: Iberia, Alitalia, British Airways, el AVE.

    A pesar de no bregar ahora en primera línea de la empresa, Rafael Marin sigue al pie del cañón desde fuera en la investigación de nuevas aplicaciones de los tejidos no tejidos. Su pensada más novel es un protector por el hielo y por la nieve que se adhiere a los vidrios de los coches. Colocamos estas piezas en las ventanas y el parabrisas del vehículo cuando lo tenemos aparcado. Antes de salir las sacudimos por espolsar las costras heladas sin que nos haya que rozar o rascar la superficie vidrada. Acaba de patentar el invento y ya tiene clientes extranjeros, en el centro de Europa en particular, interesados en su distribución.

    Marin es de los empresarios que mira ninguno afuera e innova ninguno adentro. Es suficiente conocido a las ferias internacionales de aviación, como la de Hamburgo. No deja nunca de asesorar a los suyos sobre nuevas soluciones para mejorar la infraestructura técnica de forma que permita nuevas aplicaciones de una inversión que hay que hacer más rentable.

    Inspira a quienes ahora traen el negocio –sus hijos- porque sigan de pe a pa unos principios muy arraigados en la mejor escuela de economía práctica catalana: no repartir dividendos para reinvertir-los en los adelantos tecnológicos. En tiempo de cambio como los de ahora hay seniors que saben tejer novedades con nuevos tejidos.