Desde Turku: los veranos del Norte

Mi primera actividad en el sur de Finlandia fue entrar en una tienda de segunda mano a comprar una camiseta de manga corta

Imagen del puerto de Turku | iStock Imagen del puerto de Turku | iStock

Los veranos en el Norte de Europa se viven diferente que en el Sur. Hace cinco años me fui de Erasmus, lo que para mí es la gran política de integración europea y, sin duda, la que mejores resultados dará en el futuro. Cuando los estudiantes buscamos ir de Erasmus, nos guiamos por dos grandes ambiciones: estudiar en una universidad de renombre o salir de fiesta. Claro que después estamos nosotros, los terceros, los grandes olvidados, que queremos ir a un lugar tranquilo desde donde huir de una vida demasiado agitada por el momento en el que nos encontramos. Así pues, con dos maletas, un tono de piel moreno que nunca había conseguido antes en mi vida y con la ilusión de aquella mujer ya hecha, pero todavía joven con ganas de aventuras, me fui, literalmente, a la otra punta de Europa. Me fui con una chaqueta polar gruesa, pensando que allí ya haría mucho frío, pero para mi sorpresa, mi primera actividad en Turku, una pequeña localidad en el sur de Finlandia, fue entrar en una tienda de segunda mano a comprar una camiseta de manga corta.

Me sorprendió ver, por primera vez, un verano extenso en el Norte. Cuando éramos pequeñas, con la familia, siempre viajábamos a lugares fríos en verano. Nos gustaba fantasear con la maravilla que era dormir con nórdico un 15, 16 o 21 de agosto, comer sopa maravillas y mirar una película con mantita y chimenea abierta. Lo encontrábamos exótico, nos hacía gracia y formaba parte de la aventura de conocer nuevos lugares. Pero ahora que he vivido casi un año en el Norte, mirando atrás la vivencia del agosto finlandés, creo que el encanto del verano allí es más parecido a un salto enorme entre mayo y septiembre, dejándose los meses que en los países del sur de Europa consideramos propiamente como verano. Allí, el verano es verde, luminoso y cálido, pero hace frío por las noches y llueve a menudo. Todo el mundo se reúne en los parques, en los lagos o en los canales, a hablar sobre la vida, a ponerse al día, a tener citas o hacer fiestas de cumpleaños. Tienen ropa de verano, pero tampoco demasiada, porque te la podrás poner durante dos semanas justas y siempre acompañada de una chaqueta por si acaso. Son veranos plácidos, en esto se asemejan a los del Sur. El agua, el descanso y la socialización son también sus protagonistas.

"Cuando los estudiantes buscamos ir de Erasmus, nos guiamos por dos grandes ambiciones: estudiar en una universidad de renombre o salir de fiesta"

Algo que me sorprendió mucho fue la longitud de sus noches claras. Hasta bien entrada la noche (23h) todavía podías ver la luz del sol. Turku es una ciudad, como otras muchas, atravesada por un río, el Aura. Acostumbrada a nombres de ríos como Ter, Llobregat o Ebre, Aura me pareció un nombre muy romántico, por un río, muy folclórico y alineado con el país que apenas empezaba a conocer. Recuerdo ese verano como una semana en la que pasé de comprarme una camiseta de manga corta y, a finales de la siguiente, fui a clase con abrigo. Fue un cambio repentino y radical donde, de repente, el verano había huido y se había instaurado un invierno en el que la temperatura ya rondaba los cuatro grados en algunos momentos de la noche. Me sorprendió ese c'est fini tan estridente, como si se hubiera tratado de un sueño. Ahora es verano, ahora ya no. Y la vida continuó con uno de los otoños más bonitos que he vivido nunca.

Supongo que esta es la gracia de los veranos en los países fríos: son preciosos e idílicos, pero como todo lo bueno en la vida, duran poco. Pero quizá ahí radica su encanto. En la corta duración de los días cálidos en los países del hielo y del frío es donde mejor se puede apreciar el calor de los breves días más largos y soleados del año.

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